RESEÑAS

Fue una suerte…

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Tras observar la cantidad de gente en el lugar y la extraña mezcla de adolescentes y subs 30, veo en pantalla el interesante video de “Querida Eugenia”, o una extravagante y metafórica versión de la génesis y el apocalipsis social del hombre en una estepa desértica, entre procesiones, payasos, descubrimientos, un Dios / Mujer, obsesiones de grandeza, el sueño de la razón, cohetes al espacio, un monkey que go to heaven y WALLAS caracterizado como un KING DIAMOND bueno. Casi indescriptible, casi perfecto.

Se corre el telón. El grupo impone presencia en escena y completa su peso específico con potencia y armonías que decoran canciones que uno cree que nunca se va a cansar de oír. Lejos ya del simplismo de las clasificaciones, encantan desde la sonoridad y asombran cortando sutilmente al rock con el filo de ideas y letras, pequeños reflejos de angustia existencial, confusiones, anhelos desmedidos y el brillo de lágrimas que se van o sólo piden ser alejadas.

“Te leo al revés”. WALLAS luce desaforadamente simpático y el grupo suena ideal, nada se pierde, todo se transforma en una buena canción (mérito especial para PABLO M.). Y casi al instante continúan con “Tres paredes”, el primer gran momento. Melodías de “7 segundos” para una de esas canciones eternas. Relucen coros para cantar hasta en la cama, frases inquietantemente cercanas y ese ritmo que lleva la fuerza de mil incertidumbres. Creo que si tuviera que morir, sólo desearía la suerte de reencarnar en una canción tan hermosa.

“From your lips”. O como hacer que la diferencia entre el pop y el punk sólo parezca sólo una cuestión dialéctica. Después siguieron el homenaje a JERRY GARCIA y la “Invasión de aguavivas en Santa Mónica”, entre skates y viejas revistas “del ramo” que van y vienen en escena, una delicada remembranza del ingrávido espíritu surfer americano.

“El Hombre normal”, “Road of… (Camino de Reflexión)”, “1984”. MASSACRE emprende una búsqueda nostálgica con el ánimo de recordar “el tiempo que perdimos juntos”. Los temas suenan actualizados pero conservando la chispa original. Luego, “Angélica”, “Querida Eugenia” y “Sofía la súper vedette” completarán la trinidad femenina. Mientras las dos primeras canciones demuestran la quintaesencia del grupo, la última se revela ante nosotros como una rareza pop, entre guitarras delicadas, climas y decorados electrónicos que la distinguen del habitual cancionero.

Bienvenido al mundo de los conflictuaditos

“Bienvenido al mundo de los conflictuaditos”. Mini segmento que impone tensión en el ambiente. WALLAS sale a escena con galera y empuñado los karmas del conflictuado hombre de hoy: la cruz de un lado y el signo pesos del otro. Sin palabras, el instrumental suena patológico. La versión por demás extendida y densa de “El espejo” refleja el conflicto desde las grietas del alma, con fuerza y hasta confusión musical. “Seguro es por mi culpa” quizás sea el mejor tema del último disco del grupo y su manifiesto definitivo. Ubicar a los CLASH y PIZARNIK en la misma frase es reconocer padre y madre, un lugar (Bs. As.), los paredones y la incógnita: “¿Que hacía frente a este gran micrófono / Y entre estas mil guitarras?”. En vivo, la canción cobra vida totalmente y conmueve aún más.

Inevitables e infaltables, el final comienza con los súper clásicos “Nuevo día”, “Plan B: Anhelo de satisfacción” y “Mi mami no la hará”, para despertar gritos, saltos y los brazos de todo el público (cuesta, y no tiene nada que ver con nada, pero se me ocurrió que me gustaría ser quemero sólo para pintar mi bandera con la frase “Siento venir el huracán!”…). A esta altura, el disco en vivo se estaba volviendo indispensable para cualquiera. A pesar de algún faltazo, dejaba una lista que contentaba a la mayoría.

“El alma en la barca”, “Diferentes maneras”. Primero, esa estupenda canción que quedó fuera del disco “Juguetes para olvidar”. ¿El mejor tema de MASSACRE dijo WALLAS? Aunque es bastante relativo y cuestión de simpatías y gustos, pelea los tres primeros puestos entre los grandes temas del grupo. Con el segundo tema, clásico de los años “palestinos” (de lo más festejado por la gente), el grupo se despidió con la tarea cumplida.

Gran final, gran noche, gran esfuerzo con una buena razón: capturar en el tiempo unas cuantas canciones encantadoras que serán entregadas al futuro en formato vivo y digital, petrificando un momento en la memoria y dejándolo fluir. Todo a la vez. Así de inolvidable.

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