ENTREVISTAS
Florecita rockera

Paul McCartney, Massive Attack, Rush… son apenas los primeros nombres que salen al repasar los mejores shows internacionales de 2010. La lista, entre larguísima y variada, también debería incluir la visita de los Aterciopelados. “Los shows en Niceto fueron hermosos, preciosos, alimento puro”, dice hoy Andrea Echeverri desde Colombia. “Esperamos que septiembre vuelva a llevarnos al sur”, augura un posible regreso de esta gran banda latinoamericana, una de las más mejores. Un clásico, por qué no, y es que a esta altura del almanaque –ya pasaron más de quince años de “Bolero falaz”-, les sobran credenciales, carisma, entrega, canciones y onda para afirmarlo. También hay música, claro. Lo explica ella: “Ocupamos un lugar digno, diferente, original, de nicho, pues no somos masivos. Pero somos revolucionarios desde lo femenino, lo ancestral y lo existencial”.
Sin perder de vista el norte con los Aterciopelados (“Estamos tocando mucho”, cuenta a su regreso de una gira por España), Andrea le hace espacio a “Dos”, su segundo disco solista, editado a fines del año pasado. Lo grabó en su casa y tuvo la participación estelar de su familia: marido, madre e hija celebraron y acompañaron la voz de la Echeverri: “Grabar con ellos fue muy fluido, doméstico, adaptado a la vida de una mujer-música-mamá, con sus ritmos y ocupaciones. La regla básica era la diversión. Y hacerlo en mi casa fue como un descubrimiento, como un juego, que resultó un ejercicio de emancipación e independencia”.
Tu disco anterior está muy marcado, conceptualmente, por tus primeros pasos como madre. ¿Qué fue lo que inspiró a las letras y al espíritu de “Dos”?
Tiene que ver con la infancia, la mía y la de mis hijos. Hay un par de covers: “Toy contento”, que me la cantaba mi mamá, y “Mis 32 dientes”, que sonaba en la radio cuando yo era chiquita. Las demás tienen que ver con mis hijos, sus gustos, lo que les quiero decir. Hay canciones para regañar, para curar, para defender la propia identidad, para redefinir el patriotismo. Son canciones espirituales y lúdicas.
El disco suena en casi todo momento muy autorreferencial. ¿Para quién más escribes tus canciones?
“Buen augurio” es para mi suegro, que estaba enfermo. También hay otra basada en un mito hindú (“Erase una vez”) y otra dedicada a todo aquel que ose agredir a un niño o a una mujer. Siempre hago las cosas desde mi punto de vista, pero todo es hecho con la comunicación como objetivo central.
¿Cómo trabajas tus canciones o el material para tus discos solistas, al tiempo en que te involucras en Aterciopelados?
Yo compongo indiscriminadamente, sin pensar para qué son, pero luego cada canción va encontrando su lugar y su momento. “Ataque de risa”, por ejemplo, estaba en el repertorio de mi primer trabajo solista y termino en “Río”, de los Atercios. Cuando armo un disco, miro todo lo que hay por ahí y junto lo que conceptual y estéticamente funcione.
¿Cuál es el momento ideal del día para disfrutar de “Dos”?
Me encanta en las mañanas, para arrancar el día con el pie derecho y una sonrisa de 32 dientes.
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