RESEÑAS
“First time in Buenos Aires”

Entrada tibia
Buenas sensaciones dejó un set corto pero cálido de Banda de Turistas.Lo saludable fue poder escucharlos en vivo, al fin, con un buen sonido, lo que permitió saborear voces y melodías. Tras la salida de “Mágico Corazón Radiofónico”, el combo continúa afirmándose entre lo más interesante del nuevo rock en castellano.
Luego le llegó el turno de ocupar el escenario a Mole, la banda de Charly Alberti, con un show que planteó un interrogante: luego de la vida antes, durante y después de Soda Stereo, gira de regreso incluida, ¿tiene necesidad de seguir alimentando su carrera con un proyecto de tan dudosa calidad?
Llamaba la atención de gran cantidad de suecas entre el público y había cierto encanto en escucharlas interrumpir su plática incomprensible para pedir“una hamburguesa y una Pepsi, por favour”, en un español de tourist, mientras esperaban por el concierto de sus coterráneos.
Plato caliente
Luego de una (larga) vigilia, que estuvo matizada con la extensa publicidad de todas las bandas que tocan en el festival, junto a la inconfundible voz de ese locutor que no dista demasiado del presentador de Pomelo, los Hives irrumpieron en el lugar.
Si se le dice a Jim Carrey que imite a Mick Jagger, mientras detrás de él unos hooligans suecos trajeados escupen filosos riffs a la Kinks o Stooges, se obtiene algo bastante parecido a The Hives. Los escandinavos quizás no se destaquen por originalidad, aunque saben hacer un buen uso de sus influencias para crear pegadizos y enérgicos temas garage-rockeros.
Haciendo gala de una pedantería que busca provocar –“We are the Diego Maradonas of Rock n’ Roll”– y humor negro –“Tomorrow we are playing through the hurricane in Austin Texas”-, el cantante Pelle Almqvistarenga a sus fanáticos entre tema y tema, en lo que resulta una demagogia simpática, que hace reír. El show que hacen es largo y suenan prácticamente todos los temas de su última producción, “Black & White”.
Por si hace falta aclararlo, también recurren a sus hits “Walk Idiot Walk”, “Hate to say I told you so” y “Tick Tick Boom”,con el que dan cierre al frenesí, que de haber durado tan solo quince minutos menos habría dejado a sus fanáticos con ganas de destruir un patrullero a cabezazos. Aunque terminó por alargarse con unos cuantos bises, para satisfacer de más al público.
Hay que destacar el buen espectáculo que dio The Hives, cuya energía sobre el escenario contagió e hizo difícil dejar de prestarles atención. Tanta agitada compensó los vaivenes del sonido del siempre complicado Estadio Obras: por momentos, una guitarra dejaba de sonar y reaparecía de golpe con un volumen excesivo, hasta que el sonidista regularizaba la situación.
En resumen, un espectáculo que valió la pena ver y si le tomamos la palabra a los suecos, el primero pero no el ultimo; con entradas más accesibles, por favor.
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