RESEÑAS

Fin de semana salvaje

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En la puerta del Zaguán Sur, Nico Lantos (organizador del Festipulenta junto a Juan Manuel Strassburguer) estaba charlando con alguien mientras esperaba que llegara la gente al lugar. Pues bien, el hecho de ser uno de los primeros en caer a la fiesta tiene sus privilegios. Sino, fijate: de pronto, podés ir y venir por el Zaguán a gusto y piacere, charlar lo más normal en una mesita con cerveza mediante, y cómo no, pasear por la feria de comics, discos, libros; ojear sin prisa y con tranquilidad, para finalmente llevarte lo que más te llamó la atención (por ejemplo, “Su turno para morir”, del escritor Alberto Laiseca).

Más luego, cuando el reloj indicaba que faltaban 5 para las 23, los correntinos de Las Liebres abrieron oficialmente la edición nº10 del Festipulenta. Este trío experimental, con un disco debut editado y el segundo en puerta, se lució de sobremanera frente a no tantos testigos. Ahondando por un sonido ecléctico, la banda litoraleña montó un ambiente psicodélico que alcanzó magníficos pasajes de noise y otras yerbas. Sin lugar a dudas, una de las revelaciones de la primera noche: el que llegó más tarde, no sabe lo que se perdió.

Bajo una propuesta totalmente diferente, un rato después pasó Miro y su Fabulosa Orquesta de Juguete. Transmitiendo melodías alegres y amigueras, el conjunto de La Plata llevó adelante un set muy interesante. “Canciones que nadie escucha” se llama un tema de los Miro, y nos hace pensar que sus canciones pop merecen sonar en las radios mainstream. Bonus track de su presentación: un cierre épico, con sentidos homenajes a Él Mató y Sokol.

Sobre la mitad de la fecha, Reno y los Castores Cósmicos plantó bandera con una brillante performance rockera. Entre Dylan y los Meat Puppets, Juan Pablo González (alias Reno), puso garra y corazón a pura armónica y presencia arriba del escenario. De esta forma desfilaron por el Festipulenta, tocando un folk al palo que es ideal para escuchar mientras viajás con tu chica rutera.

Terminando la primera jornada, Los Pakidermos y Prietto viaja al cosmos con Mariano. Los primeros provocaron el primer gran pogo de la mano de su arrogante rock emparentado con Jane’s Addiction. La descosieron. Los segundos y últimos, ya son un clásico de este festival. Y aunque suene a cliché, los Prietto viaja al Cosmos con Mariano se ubican frente a vos, y en cuestión de minutos, te transportan hacia otro mundo. Prueben la experiencia y verán.

Sub fue la banda encargada de iniciar la segunda jornada, el día sábado. Con su pop delicado, la influencia del Soda ochentoso quedó marcada en la gran actuación del grupo de Adrogué. Hablando de 80’s y de rock argentino, José Noisé, líder de Sub, se permitió bromear al decir “Nosotros somos Zas, pero faltó Miguel Mateos”. El chiste se explica de la siguiente manera: el decorado del escenario era una lámina grande con la palabra ZAS, sigla del Zaguán Sur.

La segunda banda fue La Ola que quería ser Chau, con bastante olor a espíritu adolescente. En cuanto a música y actitud, es imposible no linkearlos con El Otro Yo. Un detalle negativo, quizá, fue lo discontinuo de su show.

De a poco, con el correr de la noche, el clima se fue calentando en el Zaguán, justo cuando ya no cabía ni un alfiler. En ese instante, el siguiente artista dijo presente.

Javi Punga se encapuchó en el arranque de su concierto, ofreciendo de esa manera un compendio de canciones breves, agradables y bailables. Mientras tanto, entre tema y tema, el bajista Luigi se encargó de amenizar el momento de hermandad entre músicos y público, con comentarios tan jocosos como delirantes.

El anteúltimo reci estuvo a cargo de Los Reyes del Falsete, gente pulenta si la hay. Sucios y desprolijos, los tres reyes le dieron forma a la fiesta o a la fiesta de la forma, como prefieran.

Coronando la decena de ediciones del Festipulenta, Fantasmagoria. De movida, hay que decir que los 10 años de vida del conjunto comandado por Gori se hacen notar por completo. Suenan tan compactos, tan perfectos, que se dan el lujo de tocar increíblemente un tema del Carpo versión Riff (“No detenga su motor”). Además del citado cover, recorrieron su último álbum de estudio, “El Río”, y también viejas gemas. Presentación redonda para ellos.

Y así, ya sobre la madrugada del domingo, se fue otro Festipulenta. Una vez más, gracias a este festival, quedó claro que con amor y dedicación se puede realizar un aporte a la cultura. Sin vips, sin sponsors, y sin bandas que carezcan de riesgo artístico, el rock realmente vive. Felicitaciones, Nicolás y Juan Manuel, lo hicieron de nuevo.

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