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Festipulenta – Día 1: Un espacio de paz

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Acorazado Potemkin, Fútbol, Sr. Tomate, Los Espíritus y más en estos cinco años y veinte ediciones del festival más pulenta del rock.

En una nota reciente, Charly García, el mayor exponente de nuestra música argentina, sentenció en otra de sus polémicas declaraciones que “el rock que se hace acá me parece una garcha atómica. Ya no te hablo de música, te hablo de ideología”. La mejor respuesta para argumentar la posición contraria puede resumirse en una palabra: Festipulenta.  No es casual que la cita sea en un Centro Cultural (el nuevo Matienzo): acá hay cultura. La propuesta es multimedia, las bandas son el plato principal, pero la entrada es gratuita para el resto del programa: lecturas de poesía, feria de libros y discos, y más música en el patio del lugar.

Mientras el público comienza a llegar tímidamente, Los Rusos Hijos de Puta ya irrumpen en el escenario. Desafortunados los impuntuales que se pierden el arranque en donde demostraron que carácter es una cualidad que les sobra. Más punk en los temas que entona Luludot Viento (actitud rock al mil por ciento) “Tu mami”, e inclinándose al pop cuando “Guile” Desbats se hace cargo de la voz como en “Carmelo”. “No tenemos plata para hacer el disco, el 15 de este mes vamos a tocar en Ladran Sancho, y toda la plata que recaudemos va a ser directamente para el disco nuevo, que se van a poder bajar gratis”, anuncian antes de cerrar. Su EP debut se puede escuchar y descargar en su sitio de Bandcamp.

La noche continúa con La ola que quería ser chau (los nombres de algunas de las bandas brillan por su originalidad burlándose del ridículo) quienes abren con “Como es tu libertad”. Se definen a sí mismos como “pop cortado a cuchillo” haciendo particular hincapié en la construcción de las melodías. Recorren temas de su único larga duración, “La fuerza del cariño” (además cuentan con varios simples y EP’s), y suenan “Brisa de amor” y “Gustan de vos todos mis amigos!”, entre otras. Destaca el maridaje de las voces y el cliché pop de la conjunción chico-chica funciona efectivamente.

Con “La mina de huesos” abre su set Los Espíritus, tema que también inicia su último álbum, del mismo nombre. Apartándose del sonido de las bandas previas, Los Espíritus apuestan a lo experimental, espacio en el que entrelazan percusiones, trompetas y sintetizador moog pero sin despreciar los arreglos de guitarra. Algunos tintes funk en “El gato”, para cerrar con “Lo echaron del bar”.

Mientras todo se acomoda, el público sale al patio a tomar aire, aprovecha para comprar una cerveza o se pega una vuelta por la feria de libros y discos del primer piso. Sobre la medianoche llega el turno de Olfa Meocorde que inicia su participación con “La ciudad de las bicicletas”. De la psicodelia al rock alternativo de Sonic Youth el set es un extenso trance de 45 minutos.

¿Por qué Acorazado Potemkin es la mejor banda de la noche? Principalmente porque “Mugre” es un disco sin fisuras, y porque además de contar con buenas canciones el trío suena realmente ajustado.  Se escuchan “Desayuno” y  “Algo” entre algunos adelantos de lo que será su segundo álbum de inminente edición. La perla del setlist es “La mitad”, esa desgarradora historia en donde frases como “quiero que te lleves mi hombro izquierdo, que sin tu pelo no lo voy a usar jamás” se clavan en lo más profundo del desamor.  Cierran con “Puma Thurman” y nos dejan con las ganas de que el sucesor de “Mugre” vea la luz muy pronto.

Oriundos de La Plata, ese semillero incansable del rock de acá, sube al escenario Sr. Tomate, penúltima banda de la noche, para abrir con “Ay amor”, de su segundo y más reciente disco “Allá en la tierra”, un compendio de folk-rock y psicodelia conformado por percusiones, mandolina, melódica, trompeta y armónica. También viajan a su primer álbum con “Infarto”, “La palabra macabra” y “Ritmo de vida”, canción con la que cierran la participación que más contagió al público.

Para los que no conocen a Fútbol se encontrarán con una propuesta que de movida nos saca de la cómoda posición de escucha. El formato guitarra, batería y violín nos corre del lugar común pero a la vez nos quedamos en el formato rock, por momentos progresivo, experimental o en ocasiones simple punk. Un verdadero delirio, en el mejor sentido de la palabra. Suenan “Barquillero”, “500 submarinos” y “San Martín”, entre otras, para marcar el cierre de la fecha.

Retomando la discusión con Charly García, no hablamos de ideología política, pero parece fácil encontrar una identidad en la movida, una filosofía basada en la tracción a sangre, en promover la cultura, en darle oportunidades a las bandas emergentes, y en donde se cuida al público desde muchos lugares (desde la oferta exponencial de bandas hasta los precios accesibles de la comida y bebida). “La música sirve para curar” completa Charly, y allí sí adherimos; con las heridas post-Cromagnon aún abiertas, el espacio del Festipulenta no es otra cosa que la mejor medicina.

Desde arriba del escenario Juan Pablo Fernández, guitarra y voz de Acorazado Potemkin, lo definió de la manera más certera: “Esto es un espacio de paz, estar todos juntos con otros músicos, haciendo quilombo, tratados bien, con cariño, con un espacio hermoso para que la gente pueda disfrutar. Gracias a la gente del Festipulenta, armamos un espacio de paz”.

*Foto: Los rusos hijos de puta por Natalia Berninzoni

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Redacción ElAcople.com

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