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Faith no more: Seducidos y abandonados
La banda liderada por Mike Patton volvió a Buenos Aires con nuevo disco bajo el brazo para confirmar el gran momento que atraviesan.
Las reuniones mueven cosas en uno. Pueden ser viejos amores, amigos perdidos, familiares distanciados, pero no son situaciones que pasen desapercibidas. Uno también puede reunirse con una banda, como el público argentino con Faith No more. Estuvimos 15 años sin vernos, hasta que nos cruzamos en el Club Ciudad en 2009. Nos reencontramos de la mejor manera, quedamos amigos y daba para una nueva juntada en 2011. Nos gustamos, íbamos despacio, pero queríamos más. Ellos también sentían lo mismo y nació el disco “Sol Invictus”, y todos respiramos aliviados: Faith no more volvió.
Por eso “Motherfucker” abre el show y es la nueva marcha triunfal. Los más hijos de puta del rock no van a dejarle el trono a nadie. Nos seducen lentamente y con “Be agressive” de golpe nos tienen en la palma de la mano. Decimos sí y nos entregamos para “Caffeine” y “Everyting Ruined”; banda y público somos uno solo. Viejos momentos como “Digging the grave” y “Epic” nos hacen recordar cuánto nos gustaba, qué original y fresco era todo. Pero lo nuevo, “Black Friday” y “Superhero”, nos intriga, nos gusta y nos hace apostar por el futuro.
Mike Patton y Roddy Bottum nos hablan con su humor característico. Siempre hay que hacer reír a la presa, pero no es todo chamuyo; Mike Bordin, Billy Gould y John Hudson lo respaldan con una musicalidad ejemplar. ¿Quién puede pasar de la canción más tierna como “Easy” a dar miedo en “Separation Anxiety”? Nos dan todas las flores del escenario para luego dejarnos agotados en el campo de batalla. Y el gran culpable de eso es Mike Patton, uno de esos personajes únicos que con una mirada ya te tiene a sus pies y se pavonea con violencia y confianza en “The gentle art o making enemies”, exigiendo una recompensa por haber sido “la mejor cogida que tuvimos”. Y sí, primero nos conquistó esa cosa animal, ese hombre que grita como desaforado, pero que tiene su corazón en la mano al cantar “Ashes to ashes”.
Y esta vez estamos en sintonía: el show tiene fluidez, el público no pone impaciente al grupo con cantitos de cancha. Hoy nos medimos todo el tiempo, y nos provocamos con “Last cup of sorrow” o “Matador”, hasta que finalmente alcanzamos el climax no una, sino varias veces: “Just a man”, o “Midlife Crisis”. Ustedes elijan.
Poniéndonos más serios, el show confirmó las sospechas de la mayoría: el disco nuevo es bueno y las canciones funcionan mejor en vivo, pero es un trabajo oscuro y si la banda sigue en el futuro, más allá de “Motherfucker” y “Superhero” no encontramos algún tema destinado a ser fija en el repertorio.
La banda es una máquina bien aceitada, cambiando de climas de un momento al otro. Lo único negativo que podemos decir es que la lista de temas no cambió mucho desde la última visita, lo que hace pensar que por momentos pueden estar en piloto automático. Y aún si eso fuera cierto, la vara que pone Faith No More es muy alta y en este punto no creo que puedan dar un show malo. Tal vez en su tiempo no fueron del todo reconocidos, pero hoy los tenemos de vuelta como corresponde. En épocas donde las reuniones son excusas para hacer dinero, celebremos que exista una banda que todavía empuje los límites. El reencuentro fue genial, pero hora y media no nos alcanza. Vuelvan pronto, no nos tengan esperando desahuciados.
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