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Estelares presentó “Ardimos”

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Aún no habían terminado la interpretación de “Feliz” -esa que habla de la enigmática Sofía, de sus “franceses” en la cartera, de su rouge y de cómo le encanta que la miren mientras cena- cuando un aplauso espontáneo, nítido, urgente surgió de la sala: no había tiempo, no se podía esperar un segundo más, el público necesitaba hacerle saber a su banda que para ellos también habían sido infinitos los años de espera entre un disco y otro, entre el melancólico y desolado “Amantes Suicidas” del ’98 y el contundente y heroico “Ardimos”, editado recién el año pasado. Era hora que se enteraran.

La excusa era la presentación oficial del disco en el porteño y coqueto ND/Ateneo, y a juzgar por esos gritos y aplausos fuera de protocolo -que volvieron a suceder dos o tres veces más a lo largo del recital- todo salió de maravillas: sala prácticamente llena a pesar de ser jueves y de que muchos venían de La Plata, de donde proviene la banda; sonido perfecto (pudieron seguirse limpios los acordes elucubrados por el guitarrista VICTOR BERTAMONI) y un clima de celebración que se retroalimentaba entre el público y los músicos.

El show empezó con “Bienvenida” y “En la habitación”, dos temas entusiastas que la dupla rítmica a cargo de PABLO SILVERA y CARLOS SANCHEZ -bajo y batería- llevó bien arriba. Con “El último beso” -melodrama con cierto aire arrabalero, del disco “Extraño Lugar” del ’96- y la delicada “I’m Lucky Man”, en la que colaboró el músico platense SEBASTIAN ESCOFET, ESTELARES hizo lugar al único segmento tranquilo del show: las luces rojas se hicieron más tenues y la fragmentada voz de MANUEL MORETTI, por un momento, pareció apaciguarse.

La calma no duró mucho, porque pronto invitaron al productor de “Ardimos”, JUANCHI BALEIRON -clave para mantener la autoestima de la banda durante aquellos años desérticos-, y el apremiante pulso estelar volvió a copar la escena: tras arremeter con la conmovedora “América” (aquella que clama “la noche no nos quiere, caer en cualquier lado, al menos te tengo a vos”) continuaron con las también nuevas “Patinar” y “Disco Pub”.

En “Pronta Entrega” -más eléctrica pero igual de animada que la de VIRUS – deslizaron, orgullosos, su filiación a La Plata. El homenaje se extendió con “La coupé roja” y su cita a los ilustres FEDERICO y MIGUEL que “ya no están”. Para una banda que no perteneció a ninguna escena durante los ’90 -demasiado honestos para ser alternativos, demasiados sentimentales para ser barriales- las referencias a MOURA y ABUELO no son excluyentes. Claro que en el universo estelar también conviven, entre otros, el rock urbano de LOU REED, el espíritu folk de WILCO, el pop de guitarras a la CALAMARO, y una urgencia confesional en las letras que reúne lo mejor de todos ellos. Lo que explica ese gusto por las melodías simples que hace inevitable tararear sus estribillos mientras se aguarda el colectivo, se ordena la casa o se cocina.

La banda cerró la presentación con la pugilística “De la Hoya” y dejó como bis “Moneda Corriente”, tarde o temprano en el canon de las grandes canciones del rock nacional de fogón.

“Es una felicidad estar aquí”, había dicho MANUEL MORETTI a mediados del recital. Se notó.

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