RESEÑAS

Espejismos en el Templo del Rock

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Amenazadores aviones militares cuelgan del techo y una pantalla al fondo emite imágenes dispersas de BUSH y sus tanques de guerra. Pero no hay caso. Los espejismos sombríos que decoran Obras Sanitarias no pueden frenar, ni un poco, la emoción contagiosa con la que EL OTRO YO y su público se retroalimentan durante casi dos horas y media de show y ¡36! temas.

Es cierto, en un momento aparecen los CADENA PERPETUA y CIRO PERTUSI de ATTAQUE como invitados. Y también el recuerdo a RICKY de FLEMA, que ya no está. Y hasta ese sorpresivo set acústico, el primero de su carrera, en el que los OTRO YO no bajan (¡ni siquiera en un fogón!) el ritmo adrenalínico.

Pero la cuestión viene por otro lado. “¡Es nuestro tercer Obras! Y todo gracias a ustedes!”, grita afónico CRISTIAN ALDANA hacia al final del show, y esa frase no es para nada banal: menos de quince años atrás no existía en la Argentina algo parecido a la alternatividad (término gastado pero no por eso falso). ¿Cómo ocurrió?

Las cosas por su nombre

Es cierto: compartían público, elogios periodísticos y el cartelito de “nuevo rock argentino”. Pero ahí donde BABASONICOS y LOS BRUJOS (con “Pasto” y “Fin de semana salvaje”, respectivamente) rompían todos los moldes del rock nacional a fuerza de estética estrafalaria, ampliación sónica del lenguaje sonoro y una provocadora irreverencia hacia los próceres del rock de acá, EL OTRO YO simplemente… hardcoreaba.

Y es que para los hermanos ALDANA, la ruptura con el avejentado rock nacional no tenía nada que ver con ironías inteligentes o búsquedas de originalidad (se sabe: tarde o temprano la originalidad es absorbida y la ironía se torna irritante) sino con algo mucho mejor: liberar como nunca toda esa vitalidad que la sociedad te reprime tanto.

Decir las cosas por su nombre (“besá mi pelo, besá mi cuerpo, ¡besame un huevo!” en “Yo te amo”), atropellarse a pura velocidad (alaridos a la B’52s en “Los Pájaros” y “Zumbido”), ser graciosamente pavo y tonto (“¿Cuál es mi nombre? ¡¡Peligro!!”), estar siempre, todo el día, muy caliente (“La Tetona”, “69”, “Sexo en el elevador”), sentir y experimentar demasiado (angustia COBAIN en “Alegría” y “Lo de adentro”).

Si SUI GENERIS fue la institucionalización de la adolescencia idealista y romántica, EL OTRO YO fue su revés tiernamente perverso, mal hablado (en realidad, hablado como se habla) y vertiginosamente pasional. Tal vez sólo LOS VIOLADORES (con su punk de traducción pero sin dudas explosivo, venal y poco preocupados por el buen gusto) sirvan como antecedentes a nivel local.

El resto lo aportaron la sensibilidad indie de PIXIES, NIRVANA o PAVEMENT (aunque con inconfundible dicción ultra Adrogué) y esa inmadurez marca ALDANA que los llevó a concretar verdaderos hitos alternativos como la grabación de un disco en un Dogde Pollara en 1996 (“Mundo”) o las interminables giras por el conurbano bonaerense sin ayuda de ninguna compañía.

Hoy Crecí

“Esta canción está dedicada a la gente que ama y odia… No me importa morir!!!”, arengó CRISTIAN y, para entonces, Obras era ya un reguero de transpiración y afonía. Obvio, no importó: los chicos de EL OTRO YO (los del público) saltaron ese himno perfecto hasta el último de los acordes.

La noche había empezado con el estreno de varias canciones del nuevo disco: “Licuadora”, la bella “Profundidad” y la antibélica “Autodestrucción” en la niña voz de MARIA FERNANDA ALDANA.

Si el álbum anterior –“Colmena” (2002)- había significado (sin llegar a decepcionar) un cierto agotamiento de la apertura pop de “Abrecaminos” (1999), está claro que en la respuesta a “Espejismos” (2004) no hubo titubeos: las mochilas saltaron a morir y la brillantina en la mejillas brillaron a los tumbos en la oscuridad intermitente de Obras.

Sin embargo, tampoco es que hubo olvido para “Colmena”: a “Virus” y “Viajero” se sumó “Punk”, dedicado a RICKY FLEMA junto a la voz de dos de los CADENA PERPETUA, y también ese otro himno (sólo para fans, porque no tuvo demasiada difusión) que es “Hoy Crecí”.

La melodía, una base que empieza ¡¿eléctrónica?! para terminar con un in crescendo punkpop y un coro “ahihah ahihah ahihah” hipnótico a cargo de MARIA FERNANDA.

Y la letra, de las más melancólicas de CRISTIAN: “Hoy aprendí que no se vuelve atrás después de cruzar las barreras/ Dame un abrazo, necesito un abrazo, mi arma nueva es afectiva/ Dame tus manos, me encierro en mí, mi asunto es mío/ Si tomo helado siempre vivo en verano…”.

Fogón

“Habíamos hecho un acústico alguna vez en Much Music, pero esta es la primera vez que nos animamos en vivo. ¡El primer acústico de EL OTRO YO!”.

Si aún faltaba alguna conexión con la sensibilidad del indie yanqui de los noventa, ese enlace se concretó el sábado. CRISTIAN arremetía cual héroe low fi los acordes torpes de “Descripción” y “Olvidar”. Un canto endeble, sinuoso y emocional de quién le habla a esa chica que no sabe, que no quiere, que no se muere por él (letra de “Descripción”). Casi como LOU BARLOW de SEBADOH (otro yanqui looser de los noventa) cuando grababa melodías tímidas en el living de su casa.

Los últimos pasos, ya eléctricos, vinieron con la nueva “Tu ángel” (destino de hit), “Canción del Adiós” (con CIRO PERTUSI) y, claro, “Alegría”.

Y es que con EL OTRO hasta los miedos terminan siempre optimistas: los amenazadores aviones del cielo resultaron ser de juguete, y las grises imágenes de guerra mutaron en coloridos animés y planos freaks del “Increible Manos de Tijera” (con esa rara WINONA rubia y de pelo largo). Espejismos de TIM BURTON para una noche intensa y especial.

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