RESEÑAS

Escalera a la fama

Por  | 

Una vez alguien escribió y cantó “Ya nadie va a escuchar tu remera”; y ese mismo “alguien” estuvo presente con su silueta añorada en la mayoría de las remeras que el sábado, en El Teatro, se hicieron escuchar. Gracias a ellas, volvía de la reclusión este Rey, cacique INDIO de la tribu del rock nacional; y de la mano de él, traía dos letras del abecedario: “PR”.

Y quizá, no es casualidad que son estas dos mismas letras, las que abren y cierran la palabra más pronunciada y avivada de la noche: PIER.

Virtud o defecto, según el cristal con el que se mire, se ha enfrascado a esta banda por su estilo, por la voz del cantante, en un rígido: “esos que tratan de parecerse a los Redondos”. Con los binoculares del defecto carecerían de identidad propia si toman prestada la ajena; con el lente de la virtud, se razona: de la similitud con una fórmula musical probadamente aceptada y buena, no puede derivarse nada malo, y eso es darle a la gente lo que quiere.

Sin lentes ni binoculares, no hay nada condenable en adherir a un determinado estilo musical. Todas las bandas en sus comienzos están teñidas más de influencias que de rasgos personales, y PIER no se quedó atrás. Pero con el crecimiento, le llegó la maduración y la personalidad. PIER es lo que fue, lo que es, y más. PIER es “PR” pero también “IE”.

Tiempo pasado, lo que fue

“Por fin estamos acá” se sinceró emocionado RAMIRO CEREZO, el cantante, que con su traje informal hizo honor a la canción de la apertura del show “De andar elegante”. En ese aliviado “por fin acá”, se entrevió el final de una espera que debió soportar la postergación de la fecha, por razones ajenas (la segunda vuelta Ibarra-Macri).

Pero, también, fue el suspiro característico de quien logra llegar a la meta, después de un viaje de mochilas cansadas, que duró ocho años, tres discos (“La Codiciada”, “Fuego Sagrado” y “Gladiadores del rock”), y escenarios llenos, que les permitieron ir pasando al siguiente grado o nivel.

Así fueron aprobando todos los exámenes hasta alcanzar el trofeo de EL TEATRO con sus luces, y su publicidad impensadas para una banda under. La hinchada, que es mucha, recordó con aliento casi futbolístico, lo que fue la escalera a la fama: “Ya copamos en CEMENTO, ya copamos EL GALPON, hoy copamos EL TEATRO” coreaban. Por lógica, el escalón siguiente es Obras, pero el futuro todavía no llegó.

Tiempo presente, lo que es

Hoy los tres hermanos CEREZO (RAMIRO en voz, AGUSTIN en guitarra, EUGENIO en batería)+ NICOLAS FERREIROS en bajo, ponen de la cabeza a su público con “La gorra de Carmelo”; y debilitan defensas anímicas con la balada al mejor estilo METALLICA en “Bendito pecador juzga”, o con el cover homenaje a JOEY RAMONE “I just want to have something to do”. Con “Fervor de los sueños”, desde arriba y abajo del escenario se devuelven cumplidos y amores, mientras se cantan mutuamente: “mi corazón se aferró a gritos a tu ilusión”.

Hoy además, están preparando su cuarto disco.
En este “Ritual de pibes atentos”, hace su entrada triunfal un viejo amigo de la casa, (así es presentado “El Narigón del Barranco”), un personaje de submundo que se hace querer y desgarra: excelente melodía, excelente letra.

Y más

“No te preocupes nena, esta noche toca PIER” las consuelan a ellas, en “Sacrificio y rock‘n roll”. Pero ellas empiezan a desconsolarse, porque está por partir el último bondi a un “propio” Finisterre. Porque el infierno estuvo tan encantador esa noche, que dejarse seducir por él es uno de los pocos peligros sensatos que se atreven a correr. Porque hay amor: “es mi corazón que te quiere a vos”, dedican a su grupo en “Lunares”.

A la salida, alguien dijo por ahí “ahora que se separaron los Redondos hay que venir a ver Pier”. Ese mismo alguien vino especialmente de Chascomús a ver a PIER, tiene la remera de LOS REDONDOS y no entiende de discursos baratos sobre encasillamiento de estilos y rigideces, solo entiende de pasión.

1 Comentario

Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión