RESEÑAS
Error y acierto

ARBOL ya no es lo que era. Sus cuatro discos; el corrosivo primer paso de “Jardín Frenético”, la ratificación de una postura de la segunda placa homónima, la ironía ácida de “Chapusong´s” y el sentimiento naif con intenciones moralizantes de “Guau”; muestran que el camino cambió, a lo largo y a lo ancho.
Ninguna banda puede ser una auto-repetición constante de su pasado y mucho menos después de pisar el sábado pasado el Luna Park, un lugar ya obligado para el rock. El camino y sus paradas se transformaron, pero ARBOL mantiene cierta esencia de efervescencia adolescente que busca un rumbo.
PABLO ROMERO, EDUARDO SCHMIDTH y HERNAN BRUKNER con guitarras en mano, el bajista SEBASTIAN BIANCHINI y MARTIN MILLAN detrás de la batería aparecieron enfundados en prolijos trajes blancos en su pequeña “fábrica”. Desde ahí demostraron que no todo se perdió, con el primer tema de la noche, “De arriba, de abajo”, seguido de “Chica anoréxica” y “Suerte”.
Incluso el clásico “Rosita” tuvo su variante en ritmo ska mientras el público -compuesto por padres e hijos, niños y grandes y toda una gama de edades- bailaba hasta la llegada de “El país de la libertad”. El coro final de “Ya lo sabemos” fue dedicado a GABRIEL RUIZ DIAZ.
Pero hay costumbres que nunca cambian, como cuando ROMERO atravesó la multitud de fanáticos hasta llegar a la consola de sonido con “The final countdown” de fondo. Ya frente a las plateas, empezó a sonar “Enes”, dividiendo al público en dos: unos mirando al escenario y otros siguiendo las peripecias de ROMERO entre las plateas.
Y tampoco cambió su amor sobre protector con su gente, como se demostró cuando la banda paró de tocar antes de “Cosacuosa” al ver que una persona del público se había caído entre las primeras y apretadísimas filas.
La tan anunciada “Fábrica de canciones” también salió de la línea de producción para incluir las voces de TABARE RIVERO y MONICA NAVARRO, cantantes de LA TABARE, en “Comida chatarra”; CARLA RITROVATO participó en “Ya me voy”, el fin oficial antes de los bises.
La banda, ya sola sobre el escenario, empezó el mix de “El fantasma”, “Está saliendo el sol” de INTOXICADOS y “No Woman No Cry” de BOB MARLEY.
La entrada de MIKEL de KAPANGA permitió el precalentamiento con “El Mono Relojero” para el ejercicio de alto impacto con el himno de ARBOL, “La vida”, que sería el anteúltimo tema antes de la ya tan conocida versión vocal de “Jijiji”.
Mientras los púberes armaban el pogo más grande de la noche, los niños y niñas presentes alzaban sus lánguidos brazos al son del clásico de clásicos ricotero, tal vez sin entender el pasado y presente de la canción. Y mucho menos podrían comprender la abismal separación que tiene el tema con “De música ligera” de SODA STEREO, que ARBOL intercaló con el último tema.
ARBOL ya no es lo que era. Es cierto, pero pretender que así lo sea es querer detener el tiempo y la evolución propia de un artista que busca nuevos rumbos y rutas para continuar. Pueden existir errores y aciertos, como en toda experimentación. Pero un Luna Park casi lleno no parece resultado de una equivocación.
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