RESEÑAS

Éramos tan under

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Un día, casi sin darnos cuenta, llegaremos a ser viejos. No vamos a soportar el volumen muy alto, exceptuando las ocasiones en que necesitamos escuchar Radio Rivadavia a las 6 de la mañana; lo que dicen los adolescentes, rebeldes sin causa según nuestra visión, nos parecerá totalmente idiota; la música del momento será casi “pecaminosa” para una sociedad “ya perdida”; usaremos el famoso latiguillo “por que en mi época…”; pero por sobre todas las cosas, olvidaremos sentir.

Y cuando eso ocurra, los recuerdos van a ser los únicos generadores de emociones. El archivo de lo que fue, perdón, de lo es “nuestra época” será vital en un tramo casi insensible. Revivir desde la memoria emotiva aquellas noches de música nos hará sentir un poco más vivos.

Una de esas noches, pero de viernes, fue la presentación en el local SPEED KING del MINI UNDER FEST II, con CADAN, PETROCHELLI, DICROICA y SHANGAI, cuatro bandas muy especiales cada una dentro de su propio estilo. Desde la ignorancia, el prejuicio genera cierto rechazo a lo desconocido, pero en este caso, las sorpresas fueron más que buenas.

El subtítulo “rock” detrás del nombre CADAN encaja perfectamente, porque ese cliché dentro de la música engloba todo lo que la banda (formada por ESTEBAN en voz, SORRO en bajo, JIMI en guitarras y DIEGO en batería) mostró: un sonido denso en “A mano armada”, los leves dejos de rocanrol de “Detrás del sol”, el guiño al reggae presente en “Durmiendo en mí” y el lamento en “A donde quieras”, todos temas de su primer cd, “7 colores”.
El último tema, mix entre “Al revés” y “Como perderte”, pudo sacar a varios de sus sillas.

La noche empezó como viernes y siguió como sábado cuando PETROCHELLI, banda del oeste, subió al escenario. Hay recuerdos que llevan a otros, y esta banda es así, una sensación lejana de estar escuchando sonidos propios del metal con las guitarras de CLAUDIO, mientras la voz de HERNAN dejaba que el rock se entremezcle con el bajo de LUCAS y la bata de MAXIMILIANO. Los diferentes matices, desde el rock de “Un tercio de leyenda” hasta la melancolía de “Sale el sol”, fueron preparando el clima para el último tema, “Insoportable espera”, con una melodía perfecta para ser uno de esas canciones que quedan sonando en la mente.

Los recuerdos también son esas sensaciones inexplicables que nos acompañan sin poder ser palabras. Los vaivenes de los sonidos de DICROICA también son así. El cantante y tecladista, MARGA, puede llegar transmitir la mayor de las tristezas desde los tonos más altos, mientras los sonidos psicodélicos invaden el ambiente como en “Aves de presa” y en “El silencio”. Tan sólo cuarenta minutos pueden llevar las sensaciones desde la máxima felicidad de sonidos propios de la infancia, como en “Fan”, hasta la calma propia del amanecer, presente en “6 de febrero”. El final, con “Dame lo que puedas”, pudo llevarse las palmas del público, mientras FABI (guitarra), POCCIO (batería) y FIORO (bajo) dejaban que sus instrumentos se gastaran entre las cortinas a punto de cerrarse.

Pero hay momentos que se transforman en anécdotas, como la presentación de SHANGAI. El público, mayormente amigos y conocidos de la banda, arrimó sus sillas frente al escenario. La batería de JUAN MANUEL supo deleitar durante los doce temas con una prolijidad extrema, mientras JUAN (guitarras), SERGIO (bajo) y MAXIMILIANO (teclados) acompañaban las transiciones del sonido.

Pero esta banda no sería lo mismo sin su cantante, ARIEL, claramente influenciado por el sonido de LA MANCHA DE ROLANDO. Mientras sonaba “Dale y dale”, dos amigas de la banda subieron al escenario para cantar y los conocidos sacaban fotos. “Solo la revancha”, como dijo el cantante, fue uno de los mejores temas, por la variedad de climas y la unión de los instrumentos.

“Este tema lo hacemos de caraduras”, aclaró ARIEL, antes de que sonara prolijamente “El pibe de los astilleros”, uno de los clásicos ricoteros. Vaso de cerveza en mano, el cantante procedió a explicar la inspiración del nuevo tema de la banda, “Una más”, surgido de la toma de una foto en vacaciones. “Princesa” fue el siguiente tema, dedicado a la hija del líder de la banda, además de José, uno de los conocidos presentes esa noche.

El final: bailecito del cantante en el tema “Mala suerte”, mientras que una bandera más grande que el escenario era agitada por cuatro personas. Cosas como estás llenarán los espacios cuando ya no podamos sentir, cuando la vejez nos machaque. Pero para eso falta. Como bien dice COIFFEUR: “siempre hay buenos recuerdos”.

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