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Enrique Bunbury: Todo se transforma
El zaragozano volvió a Buenos Aires para recorrer su carrera, y al mismo tiempo mirar para adelante. Fue el sábado, en el Luna Park.
Si hay una enseñanza que ha dejado David Bowie en el mundo, esa es la de no mirar atrás. Tal vez no todos hayan entendido su música, pero sí muchas de sus acciones. Enrique Bunbury es alguien que entiende perfectamente eso de siempre mirar para adelante. Incluso mirando para atrás se puede mirar para adelante. Así lo confirma esta nueva gira y este nuevo disco, “El libro de las mutaciones”, un álbum en vivo de la serie “Unplugged” de MTV que le escapa a los clichés del mismo, transformando viejas canciones en vez de solo tocarlas de forma acústica. Mutar, transformarse, disfrazarse. Esa parece ser la cuestión.
Para los que todavía deciden no buscar las listas de temas en la web, el comienzo con “Iberia sumergida” es una sorpresa. Pero no es esa canción rabiosa llena de angustia juvenil que todos conocemos, esta vez el duro ritmo de rock se transforma en un malambo, pero la angustia está latente. No se puede matar el espíritu de la canción.
Al anunciarse la gira, llamó la atención que el show sea en un lugar como el Luna Park, con el campo de pie, en vez de optar por teatros o lugares más íntimos, dado el formato del show. Para “El club de los imposibles” y “Destrucción masiva”, la banda nos deja en claro que este es un show de mutaciones, pero no por eso será un show tranquilo. El cantante complace a su público una vez más con “La sirena varada”, de su ex banda, pero claro, no será para nada como aquella versión original de los 90. Es toda una rareza que Enrique interprete canciones de Héroes del Silencio en sus conciertos, pero hoy las tendremos a montones, solo que según sus reglas. “Avalancha” y “El camino del exceso” se transforman en algo totalmente nuevo, despojadas de toda electricidad. El público sabe las letras, las canta, pero al mismo tiempo son nuevas. Y el artista toma el camino más difícil una vez más. No elige las canciones más sencillas, mas acústicas o las que se prestan para la reversión; elige los himnos más rockeros, las canciones de dientes apretados y riffs de estadios y les saca todo eso. Porque más allá de la grandilocuencia, encontramos canciones. Y el resultado es más que interesante, si uno no es un purista, claro.
En contracara, el resto del show va un poco a lo seguro. Temas como “Infinito”, “El extranjero” o “Porque las cosas cambian” hacen estallar al estadio, en parte porque no tienen cambio alguno. Tal vez porque encajan en el formato del show, pero pareciera que todo el trabajo que se tomó en reformular la obra de Héroes del Silencio, pasó de largo a la hora de revisitar su obra solista. Una lástima, ya que la idea del concierto daba pie para bucear un poco por la parte más olvidada de su discografía, como sí lo hace en el disco con canciones como “Planeta sur” o “El boxeador”, pero que esta vez no forman parte del repertorio. Tal vez el acierto pasa por traer composiciones como “Alicia” o “Lady blue” a su esencia acústica original, cosa que se había perdido en sus últimas presentaciones. Básicamente porque su banda, Los santos inocentes, es una banda de rock y eso es lo que les gusta tocar. Hubiese sido interesante ver este show con su grupo anterior, El huracán ambulante, mucho más musical, pero eso es solo una opinión.
Sin dudas los puntos altos del show son las canciones de Héroes del silencio. No por nostalgia, sino porque representan algo distinto. De todas formas, la emoción gana ya que no pasa seguido que podamos disfrutar de “Mar adentro”, “Maldito duende” o “La chispa adecuada” en vivo cantadas por el mismo creador. Toda solemnidad se esfuma cuando vemos al público trepado en las rejas revoleando las remeras.
Al comienzo del show Enrique saludaría a su auditorio invitándonos a un recorrido por 30 años de carrera. Y eso es un poco de lo que se trata el show; lo que fue, lo que es y lo que será. A veces se apega al libreto, a veces de deja llevar. A veces va a lo seguro, a veces experimenta lo más posible. Y esos son terrenos en los que todos los artistas que siempre están moviéndose en alguna dirección, atraviesan. Bunbury no es la excepción, pero lo hace con maestría.
La emocionante “…Y al final” anuncia la conclusión de otra performance impecable del español. Enrique Bunbury nació para el escenario y en cada show lo demuestra. El lei motiv del show prometía algo que en parte cumplió con creces, pero en otra se quedó a mitad de camino; todo depende de las expectativas de cada uno. Podemos decir entonces que Enrique Bunbury dio un concierto impecable del que esperábamos más.
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