RESEÑAS
En la quebrada porteña

RICARDO VILCA llegó desde Jujuy para presentarse en el ND Ateneo. Como es habitual, interpretó sus temas acompañado de pintorescas historias Desde la Quebrada de Humahuaca, más precisamente desde el pueblo que le da nombre a la Quebrada, hasta Buenos Aires. Ése fue el viaje que hizo RICARDO VILCA para presentarse en el teatro ND Ateneo, que un día antes ya lucía el inesperado cartel de “Entradas agotadas”.
Jóvenes que estuvieron en su casa jujeña, adultos que escucharon por sus hijos, ancianos amigos de RICARDO, todos ellos conformaban el multifacético público que llenó el teatro el viernes.
El encargado de “telonear” fue MOTTA LUNA, santiagueño que con su banda deleitó a los presentes con las potentes chacareras que salían de sus guitarras y el bombo legüero.
Pasadas las 12 de la noche, y con el escenario ya caliente por las chacareras anteriores, salió al frente “RICARDO VILCA Y SUS AMIGOS”. El susodicho en guitarra, JOSE TOCONAS en charango, RAUL TOLABA en bajo y JOSE GONZALEZ en instrumentos de viento, inauguraron el show con “Diálogo de quenas y zampoñas”.
Retomando un esquema conocido de memoria por sus habituales seguidores, VILCA introduce cada tema con una pequeña historia que nos acerca un poquito más a esa realidad tan distinta que se vive en el Norte argentino. “Llamita”, “Homenaje a Bach”, “Carnaval, misterio y fuga”, todos temas que no surgen de una inspiración desconocida sino de hechos vividos en la propia piel de su compositor.
Este humahuaqueño, que supo ser invitado de honor de LEON GIECO y DIVIDIDOS, entre otros (LEON le puso letra a “Plegaria de sikus y campanas” y la aplanadora tocó con él “Guanuqueando”), hace que cerremos los ojos para escuchar su música e imaginarnos en la Quebrada, sin más preocupaciones que ver el imponente paisaje a nuestro alrededor.
Pero volvemos a abrirlos y allí está él, simple, sencillo, humilde, contando sus historias con un vaso de vino en la mano y eternamente agradecido a la concurrencia que lo fue a visitar a “esto que ya se parece a mi casa, porque todo esto parece una familia”.
Con tres discos grabados en estudio (“Nuevo día”, “La magia de mi raza” y “Majada de sueños”, y uno en vivo, la banda aprovechó para presentar temas de todos. En ellos se mezclan lugares, historias, su gente… “Misa chico de Cangrejillos”, “Adoración”, “Majada de sueños”, sólo cabe la admiración para este gran músico que plasma la realidad de su lugar en su arte.
Las tres horas del show no parecieron tales. Pero para los músicos 180 minutos de tocar sus instrumentos puede ser excesivo. Con ambas partes satisfechas, “Guanuqueando” y “El último tren” dejaron paso a los aplausos y gritos de la gente, una forma de agradecerle a un emocionado VILCA y a su banda su gran desempeño de la noche del viernes.
Nada que ver con la música que escuchamos en su casa humahuaqueña. Nada que ver con la música que escuchamos en Buenos Aires. Nada que ver con nada. Así es RICARDO VILCA, un hombre que con su humildad y su guitarra demuestra que se puede ser un gran artista, a veces casi sin pretenderlo.
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