RESEÑAS
En junio, carnaval

La previa
El reloj daba las 21.30 del sábado y el pronóstico anunciaba una noche cuasi invernal. Afuera del Salón, una fila extensa de fanáticos esperando para ingresar. Adentro, globos, serpentinas, papel picado, papelitos y nieve bañando sin filtros a los jóvenes crestudos espectadores. Chicas correteando para no ser mojadas, chicos que las corren para que no escapen, y alegría, mucha alegría. ¿Pero, carnaval en junio? Sí, señores: WDK y su fiel público pueden generar este tipo de acontecimientos que rompen con todo tipo de estructuras y calendarios.
El ambiente empezó a calentarse cuando Represión + Iva, joven banda de punk rock con dos discos a cuestas y soporte de grandes, y One Day, con su hardcore melódico potente y sus letras sociales que realmente emocionan, se subieron al escenario e hipnotizaron al público, que a esa altura ya estaba sediento de rock. Una atmósfera descomunal, casi mágica, comenzaba a gestarse: muchas caras, puras sonrisas, aplausos y diversión.
Pitos y matracas
Cuando los 7 WDK aparecieron por detrás del telón, una lluvia de papelitos plateados irrumpió el ambiente dando comienzo a un festejo sin motivos particulares. Es simple, una multitud arriba, y otra abajo. Nada de ego ni soberbia burguesa; todos iguales y libres.
Para respetar un poco la costumbre, debutaron con “De nada sirve”; arrancaron los vientos y la batería, enseguida se sumaron las cuerdas, y retumbaba el rugido de Spektro.
Agradecieron al público por su lealtad, hasta emocionados, más de una vez. Y es que estos jóvenes adultos se identifican por la sincera calidez y la necesidad de extender felicidad a sus seguidores. El repertorio continuó con “Laberinto”, del disco “Argh”, de 2004, y “Epitafio”, tema que pertenece a “Pirata”, la última producción del grupo.
Sobre las tablas y entre tema y tema no se guardan nada, dicen y hacen lo que quieren, y los espectadores no se quedan afuera. De a ratos sus conciertos se trasforman en una típica escena nocturna argentina de amigos, cerveza y rock and roll. Siguieron con “Contigo hoy”, “Argh!”, y estrenaron “Borracho”.
En el contexto de discusiones políticas teniendo en cuenta la cercanía de las elecciones, se animaron a jugar a ser candidatos presidenciales: “Si yo fuera presidente, lo primero que haría sería legalizar el consumo y la tenencia simple de marihuana”, afirmó Aldo, el trompetista, y el público estalló en una ovación. “Pero también me ocuparía de fomentar la educación para el consumo”, agregó brillantemente Spektro, de modo tal de no relativizar la profundidad de la cuestión social.
El show continuó con “HHM” y el clásico “Satisfactorio” para los fans más viejos. Además se lucieron con su ya famoso cover de Alcides, “Violeta”, que hizo mover las caderas a unos cuantos. WDK se ha ganado la legitimidad de jugar con los estilos, las palabras y los gestos. Combinan calidad musical, densidad instrumental y una gracia carismática que fluye naturalmente. Nada es forzado.
Luego de “Perdedor” y el estreno de “Libres”, llegó “Ciudad Central”. Es casi imposible poner en palabras aquel instante de punk rock sin límites: círculos de pogo y saltos, fanáticos flotando por los rincones, algunos que subían al escenario, entonaban algunas palabras y volvían a lanzarse al vacío. La escena indescriptible continuó hasta el cierre. Sin embargo, con el himno “Sensación Pura” los fanáticos aflojaron con las patadas y crearon un clima más íntimo, aunque igual de fervoroso. Con fans arriba del escenario, los músicos corearon infinitas veces, cual cancha de futbol, “Vamos vamos vamos W…” a la par de la audiencia. Todo tenía sentido.
Cual carnaval, cual celebración callejera y popular, los WDK generan desde el escenario una energía positiva y alentadora que transmite ganas de vivir. Le cantan a la vida, a los hechos más banales de la cotidianeidad y al corazón. Pareciera mucho, pero un show punk rockero de estos locos puede ser mucho más eficaz que unos cuantos meses de terapia.
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