RESEÑAS
En deuda

La idea de crear sonidos y texturas diferentes durante sus últimos dos discos, “Minutes to midnight” (2007) y el reciente “A thousand suns”, generó que el público más metalero no acepte el cambio de la mejor manera. Las ventas tampoco acompañaron en comparación a los ultras exitosos “Hybrid Theory” (2000) y “Meteora” (2003).
Sin embargo, que Linkin Park llegue por primera vez a nuestro país provocó que aquellos viejos fans renueven su cariño hacia la banda. Así, distintos tipos de fans y generaciones se congregarían en la destemplada noche de Liniers.
Acá estamos
Cuando se anunció que Ojas y Attaque 77 serían los actos de apertura, se sabía que el público iba a ser indiferente o tal vez impaciente, dado que sus estilos poco tienen que ver con el acto central. Y así fue nomás.
Debido a los inquietos espectadores, el set de Ojas tuvo un resultado desparejo. Es decir, a medida que el grupo crecía en su sonido, los asistentes se ponían más tensos. De todas formas, aprovecharon la ocasión para invitar al neoyorkino Arcati en voces, además de tocar “Todo pasa”, entre otras.
Con una gran trayectoria, Attaque 77 causa respeto por sí solo, por eso la masa los escuchó con atención, aunque con cierta frialdad, especialmente cuando pasaron las más recientes “Estallar”, “Días de desempleo” y “Memoria”. Demostraron estar sólidos y precisos como siempre.
Llegaba el turno de aquella agrupación surgida en Los Ángeles en 1996, que lanzó en 2000 el disco debut más vendido de la primera década del siglo XXI, “Hybrid Theory”, con más de 30 millones en todo el mundo. Sí, Linkin Park estaba a segundos de debutar en un escenario argentino.
Pero, pese a esa adrenalina, el inicio no fue el mejor, ni para la banda ni para sus fans. Después de las dos introducciones que abren su último CD, “The Requiem” y “The Radiance”, la banda entró en acción con un sonido bastante defectuoso y sin la potencia necesaria, además de que “Wretches and kings” (en clave hip-hop industrial) no causó el impacto necesario en el arranque del show.
Sin dudas, este paso en falso se trasladaron al público, ya que esa efusividad previa quedó sepultada rápidamente. La buena pantalla con un interesante juego de imágenes tampoco logró ese martillazo preciso para solventar, de alguna manera, estos inconvenientes.
Sin embargo, una vez que Chester Bennington (voz), Mike Shinoda (voces, guitarra rítmica y teclados), Rob Bourdon (batería y percusión), Brad Delson (guitarra), David Farrell (bajo) y Joe Hahn (programación y samplers) pudieron acomodar su audio, el conflicto real se comenzó a notar. Es decir, el volumen estaba por debajo del nivel ideal para un concierto de rock.
La gente lo comenzó a percibir y entre tema y tema los reclamos iban en aumento. Quizás las canciones más viejas como “Papercut”, “Given up” y “No more sorrow” quedaban mejor paradas ante las más experimentales “When they come for me” y “Waiting for the end”.
A excepción de Chester, quien se entregó por completo, el resto no transmitió la energía necesaria. Es razonable que estén más pendientes de los factores musicales que de sus fans, pero ser un poco más cariñoso siempre genera otro clima y amor en el público.
La gran mayoría de los presentes estaban ahí para escuchar viejas glorias como “Numb”, “Crawling” y “One step closer”, así que cuando sonaron, dejaron atrás cualquier problema previo, sobre todo cuando Chester bajó en cueros hacia las vallas para entonar “Breaking the habit”. Él, cantando la última estrofa a capela, sujetado de sus fans, se convirtió en el instante épico de la noche.
Durante el pequeño break dejaron sonando la pista de “Fallout” para luego arremeter con el electrónico corte de su nuevo CD, “The Catalyst”.
Tras la pista de baile llegó el fogón con la sentida “The Messenger”, donde Chester brilló con su voz y Shinoda acompañó de buena forma con una acústica.
Para el cierre se escuchó la esperada “In the end”, que estimuló a que sus dos alma maters bajen a las vallas y canten las estrofas junto a su público. Sin dudas, el segundo pico del show, sobre todo cuando la gente quedó cantando a capela.
Después que Chester agradeciera el cariño de todos y preguntara si querían una más, se despid
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