SHOWS
Ellos son…
El G3, de la mano de su creador Joe Satriani, deslumbró a sus seguidores en las dos presentaciones en el Estadio Luna Park. Acá va la crónica del martes.
Este evento ya no significa una novedad para el amante de las seis cuerdas, pero no por ello les genera menos interés. Para incentivar este factor, la producción a cargo tuvo en cuenta los shows de 2004 y 2006, y varió el panel de guitarristas. Como fundador, Joe Satriani es el único violero estable que se repite en todos los conciertos. Al igual que en 2006 convocaron al músico de Dream Theater, John Petrucci. Y como novedad, aparece Steve Morse, actual Deep Purple. Si bien la sorpresa ya no sería el factor principal, la ansiedad y la adrenalina serían las mismas.
Por detrás de su historia
Steve Morse subió a escena junto a sus dos compañeros, el bajista Dave LaRue y el baterista Van Romaine, cuando todavía no había clima de show. Con la inicial “Name dropping”, de su último disco solista “Out standing in their field”, de 2009, Morse comenzó a mostrar parte de su enorme y amplio talento. Durante el set se pudo apreciar su costado groovero en “On the pipe”, su lado sensible en “Highland wedding”, o su parte clásica en“Baroque ‘n dreams”. El público rápidamente valoró esa capacidad y se lo reconoció con cálidos aplausos tras el final de cada tema.
A Steve se lo vio contento y cómodo en el escenario, con una sonrisa casi constante, posiblemente estimulado por las condiciones técnicas favorables.LaRue es un coequiper brillante, que no solo apoya al violero de manera genial, sino que su aporte es tal que por momentos aparece a la par de su líder. Entre otras melodías, sonó la virtuosa “StressFest” y el cover de Dixie Dregs (banda que formó Morse en 1970), “Cruise control”. De este modo, los presentes pudieron disfrutarlo desde otro lugar después de sus reiteradas visitas con Deep Purple.
Después de quince minutos apareció John Petrucci acompañado por Mike Magnini en batería (también integrante de Dream Theater), y LaRue en bajo. Luego de una introducción épica, que generó la intriga necesaria, comenzó con “Damage control”, de su único álbum en solitario “Suspended animation”, de 2005. De ahí también pasaron las festejadas “Jaws of life” y“Glasgow kiss”. En todo momento, Petrucci llevó el control del show con solos intrincados que fueron rotando desde lo técnico a lo sentimental. Cada una de sus participaciones fue venerada por sus fanáticos.
Magnini volvió a destacarse como en agosto pasado. Por momentos, sus golpes y su energía traspasaban a la canción misma, y por otros calzaban a la perfección con los riffs densos de John. También hubo lugar para tres estrenos, “Cloud ten”, “Zero tolerance” y “Glassy-Eyed zombies”, que verán la luz en un próximo trabajo. Este último sorprendió por su agresividad y oscuridad. Petrucci no cuenta con la diversidad de Morse, pero sí con una destreza que excede los limites de lo normal. En algunos genera admiración, y en otros indiferencia. Así se dividió el público en el Luna.
Sueltos y elegantes
Cuatro años después, Joe Satriani se reencontró con el público local en su séptimo concierto en Argentina. De movida, mostró su nueva personalidad, más extrovertida y de mayor contacto con sus fans. No dejó pasar oportunidad para pedirles palmas, y no paró de hacer muecas y gestos. Se ve que está disfrutando mucho arriba del escenario y lo transmite con su forma de tocar. Sus seguidores notaron ese afecto y se lo retribuyeron con el coreo de algunos de los clásicos como “Ice 9”, “Satch boogie”, “Flying in a blue dream” y “Always with me, always with you”.
La otra estrella del set fue su tecladista, Mike Keanelly (tocó junto a Frank Zappa), quién tuvo una destacada intervención en “Crystal planet” y en un desafío glorioso con Joe en “God is crying”. Aquí Satriani arremetía con una magia, y Keanelly con mucho carisma lo intentaba imitar. Justamente esta canción fue la única que sonó de su último disco “Black swans and wormhole wizards”, de 2010. Con 56 años, el violero neoyorquino está en un gran período de su carrera, rejuvenecido por su proyecto Chickenfoot. Con “Crowd chant” y “Surfing with the alien”, llegó la despedida.
Estaba por suceder el momento que todos habían venido a buscar: los tres fabulosos violeros interpretando juntos tres clásicos del rock mundial. Con“You really got me”, de The Kinks, Satriani, Petrucci y Morse primero zaparon en conjunto y luego tuvieron su momento de gloria personal. La voz de Keanelly fue precisa ante tanto virtuosismo. Durante esta media hora reinó la cordialidad con miradas y sonrisas que así lo señalaban. Lo mismo sucedió con “White room”, de Cream. El cierre llegó con “Rockin’ in the free world”, de Neil Young, en la voz de Satriani y con un público feliz cantando el estribillo.
El G3 pasó nuevamente por Buenos Aires y dejó híper satisfechos a cada uno de los espectadores, en parte porque Satriani acrecentó el idilio con sus fans argentinos, porque Petrucci mostró sus locuras por fuera de su banda central y porque Morse dio a conocer en directo su multiplicidad musical.
* Fotos por Fernando Fernández
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