RESEÑAS

El viaje interior

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El grunge siempre tuvo esa veta acústica. Siempre le quedó bien la cosa intimista. Los unplugged de Nirvana, Alice in Chains y Pearl Jam son eternos testimonios de esto. Mas allá de la electricidad que prolifera, las canciones siempre se mantuvieron. Esto Cornell lo sabe. Y decide llevar las canciones a su esencia misma.

Nada más que su voz metálica, su acústica y un vestuario de entrecasa para llevar a cabo su show, que huele a espíritu de café concert. Como si el tipo no llevara 25 años de carrera. Como si fuera un extraño que toca sus canciones, propias y ajenas, mientras cuenta historias sobre ellas para ganarse al público.

El concierto tiene tintes de velada informal; hay una lista de temas en el piso, pero da la sensación que Cornell va tocando canciones según su humor, ganas y la recepción de la gente. El setlist incluye hits pero también muchos covers y muchos temas para fanáticos o que han pasado desapercibidos. Ya desde el comienzo, Peace love and understanding de Nick Lowe (más famosa en versión de Elvis Costello), que solo la canta cada tanto, en ocasiones especiales. Hoy sin dudas es una. La gente se hace escuchar y Cornell lo toma como una inyección de electricidad, en contraposición al resto de la velada.

Gran parte del show es el músico contando historias. Cuenta que el mayor lugar de donde recibe mensajes es de Argentina; tal vez porque a la hora que él está tratando de dormir mientras juega en internet, nosotros estamos despiertos. Presenta a su amigo Alain Johannes que lo acompaña en algunas canciones con su guitarra, que parece hecha de una vieja caja de ravioles. Y hasta lo deja cantar una canción (Endless Eyes) después de confesar su admiración por el pelado.

Como la propuesta es un show despojado, íntimo, vieja escuela y sin electricidad, al momento de contar con otros sonidos no se disparan pistas desde la consola. No. Chris tiene una bandeja para vinilos a su lado, se acerca, pone el disco, baja la púa y canta When I’m down al compás del piano que sale por los parlantes. Un guiño simpático acorde al ambiente del show.

El repertorio incluye poco de Soundgarden: Black Hole Sun, Fell on black days y el final con la enorme Blow up the outside world. ¿Quizás porque la banda está cerca de pisar tierras argentina y no quiere quemar las canciones? No hizo ninguna referencia al respecto, pero se intuye en el aire. Por el contrario, eligió más canciones de Audioslave, donde a veces se lo ve más cómodo. Hace unos días se vio forzado a cancelar algunos shows por enfermedad. La expectativa estaba en ver si podría interpretar sus propias canciones a la altura. Wide Awake despejó todas las dudas. Cornell nunca flaqueó y gritó cuando había que gritar. Y qué placer oírlo gritar.

Uno de los momentos clave fue el recuerdo de Temple of the dog, aquel súper grupo formado con miembros de Pearl Jam. A dúo con Johannes interpretaron Wooden Jesus y el himno Hunger Strike, no sin antes bromear con el público y crear una canción ahí mismo llamada Jesus Christ, ante la insistencia del público en tocar Jesus Christ Pose. Ensayado o no, el chiste salió muy bien.

La otra parte del show es mostrar un poco más su obra solista. Carry on y sobre todo Scream parecieron pasos en falso, pero Euphoria morning es un disco enorme, casi olvidado, que tiene canciones grandiosas como Can’t change me y Preaching the end of the world.

Otra parte del show fue la gran cantidad de covers que sonaron, de todo tipo y color. Las ya conocidas como Billie Jean de Michael Jackson y Thank You de Zeppelin. A eso sumarle Redemption song de Marley, A day in the life de los Beatles e Imagine de Lennon. Estas en versiones magistrales. La de los Beatles creando los momentos psicodélicos con su acústica y la pedalera para generar efectos. También Long as I can see the light de Creedence, contando que John Fogerty es su vecino y presentándolo como un joven enojado y ahora un hombre todavía enojado. “Imagine” suponía el final, con Cornell saludando y regalando la lista de temas. Pero volvió ante la insistencia del público para despedirse definitivamente con Blow up the outside world con la guitarra en fade y él al borde del escenario repitiendo el coro junto a todo el público.

Un show intimista y el Gran Rex que proporciona el ambiente adecuado. El músico solo ante el público; la prueba de fuego. A veces, menos es más. Además, ¿qué mejor que ver a un cantante de pura sangre hacer lo que mejor sabe hacer?

azafatodegira.com

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