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El último gran héroe

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En una época en la que la venta de discos no es rentable, ahí está Jack White editando con tres bandas diferentes. Cuando la continuidad de los White Stripes parecía mermar, se juntó con algunos viejos amigos para armar The Racounters. Como si fuera poco, se aburrió de la guitarra y se hizo cargo de los parches en The Dead Weather. Es tan inquieto que con el material sobrante de “Blunderbuss” podría haber armado otro disco. Además le queda tiempo y ganas para dirigir su propio sello discográfico, Third Man Records.

Anunciado el final definitivo de los White Stripes, el año pasado parecía ser el momento adecuado para seguir adelante e inscribir su nombre en nuevas composiciones. El propio White declaró que estas canciones sólo podrían ser presentadas de esta forma. A pesar del traje con el que se vista, o la piel que adopte su música, sabemos que desde el comienzo del milenio a esta parte estamos frente a uno de los artistas más inquietamente creativos de la nueva generación.

Desde su Detroit natal, Jack White mamó de chico la mejor tradición de la música estadounidense; blues y rock sesentoso son algunos de los ingredientes que condimentan sus composiciones y que atraviesan su carrera y también su debut solista. El abanico se amplia en la tradición folk que arrastran temas como el que le da nombre a esta producción.

En “Missing pieces” el riff es bien melodioso y su voz al frente parece jugar con esa melodía. Claro que apenas pasado el minuto y medio ya tenemos el primer solo distorsionado en el efecto conocido como fuzz. Sin embargo, la apertura es algo relajada. Y decimos relajada en comparación con lo que sigue: “Sixteen saltines”, y ahí sí el riff (que podría haber salido de la mejor época Stripes) es de esos que hipnotizan, de esos que nos encanta corear en vivo.

Esa paleta de colores que mencionábamos se amplia con la teatralidad de “Weep themselves to sleep”, el rockabilly de “Trash tongue talker”, o con las acústicas country de “Hip (eponymous) poor boy”. La variedad es tal que en el corte de difusión, “Love interruption”, coquetea con el soul. Allí su registro áspero se mezcla con la dulzura de Ruby Amanfu, cantautora oriunda de Nashville, en una sombría representación del amor: “I want love to roll me over slowly, stick a knife inside me, and twist it all around”, canta White en el hit instantáneo.

En esa variedad radica principalmente la gran virtud del disco; es como si White metiera todas sus influencias y todas sus experiencias anteriores en una licuadora. Pero más allá de este mix de texturas y de la variedad de instrumentos que toca, termina siendo siempre su guitarra la que nos atrapa. Con muchos de los históricos violeros extintos, los solos incendiarios de Jack White, sus ácidos riffs, pero también sus sutiles arreglos, lo convierten en ese artista buscado (sobre todo) por los nostálgicos; en ese artista que no es otro que el último gran héroe de la guitarra.

Redacción ElAcople.com

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