
SHOWS
El show del año
De vez en cuando, alguna banda sorprende y va más allá de lo básico y fundamental de un recital: la música. En ese entonces, como nunca cobra sentido el sinónimo de show a un concierto de rock. Tal es el caso de Ciro y Los Persas, que decidió un cierre de 2011 con el especial Viaje al centro de la Luna; tres fechas en el Luna Park con el escenario en el medio del campo. Y los músicos, convertidos en astronautas, yendo hacia el único satélite natural de nuestro planeta en busca de agua. Todo esto ambientado en el año 2727, cuando en Argentina no queda más líquido que el del Riachuelo.
La historia de ciencia ficción fue introducida a través de cuatro pantallas (una para cada lado del lugar) e interpretada por los músicos en versión animada; a los costados de las imágenes, arriba del escenario rodeado de diez mil personas, había distintos planetas. De repente, irrumpió un cohete y de él fueron saliendo, uno a uno, Ciro Martínez, Juan Ábalos, Rodrigo Pérez, Broder Bastos y Diego Simona; con trajes de astronautas, avanzaron sintiendo el efecto de una menor gravedad a lo usual y se detuvieron ante la bandera de Estados Unidos, que estaba clavada por allí, para arrojarla a cualquier parte y reemplazarla por una de nuestro país. A fuerza de canciones, relató el guión, el grupo conseguiría el líquido elemento; rápidamente, se quitaron la ropa espacial y vestidos todos iguales (bermudas camufladas y remeras azules) tomaron sus instrumentos.
¿Y Lulo Isod? Faltaba el baterista, que finalmente surgió desde los subsuelos ya tocando; todo de verde, él hacía de la vida encontrada fuera de la Tierra. “Banda de garaje”, el primer tema de la noche. ¿Y cómo es un recital así, con el grupo exactamente en el medio del lugar? Tiene una rareza aunque lógica: la menor parte del show, se ve a los músicos de frente. En un momento, se los tiene de espalda; en otros dos, de perfil izquierdo o derecho; finalmente, cara a cara. Y es que el conjunto, para que en todos los lados del Luna Park se lo pudiera observar frontalmente, fue rotando su ubicación en porciones iguales, una para cada cara del sitio; de vez en cuando, de todos modos, Ciro dejó el lugar estipulado y recorrió las distintas partes, también acompañado del resto del conjunto.
Hubo mucho de “Espejos”, el primer y único disco de Ciro y Los Persas, y también por supuesto otro tanto de Los Piojos; además, se hizo más de una referencia a Pappo (en el primer tramo, “El viejo”) y a Sumo (“Malambo para Luca” y “Debede”). Asimismo, hubo espacio para estrenar canciones y para la familia: presentado como el hijo del extraterrestre Lulo, aunque en verdad se tratara del retoño del cantante, el pequeño Ale tuvo lugar para hacer lo que más le gusta según cuenta su padre que es tocar la batería. El nuevo tema, acorde a la cuestión espacial del show, se llama “Astros”. Después, Ciro sometió a votación del público si harían “Tan solo” o “A ver cuándo”; la gente, a través del aplausómetro, eligió la primera sin embargo la voz decidió por la segunda. O le falló el oído o, más posiblemente, tenía ganas de cantar “A ver cuándo”. Se comprendió y se entendió, de cualquier forma, ya que hacía mucho que no lo hacía. Y, aceptemos, a “Tan solo” se la escuchó lo suficiente.
Tratando que Lulo reconociera de dónde venían, Ciro le habló de Diego Maradona, de Eva Perón, del video de Silvina Luna; primera y tercera referencia al margen, la cuestión política estuvo presente en el guión que preparó el cantante: sonó la marcha peronista, hubo una burla al voto no positivo de Julio Cobos y una declaración de admiración a Lula. Luego del fallido intento de establecer vínculo con el extraño ser hallado en la Luna, y de buscar por todos lados agua, el grupo se dispersó y perdió a su líder; cuando lo hallaron, estaba sin vida. “¡Pobre, ahora sí que está flaquito, él que tanto se estaba cuidando!”, exclamó uno. “¡No, me quiero matar! ¡Voy a tener que volver a tocar con Bandana”, se lamentó el muy buen guitarrista Abalos, con una confesión de prontuario que fue lo más gracioso del libreto. Sin embargo, espíritus temerarios surgieron sobre el escenario mientras comenzó “Fantasma”: Juan Cruz Urquiza, Víctor Skorupski y Martín Rafael Rur, con sus vientos (trompeta, trombón y saxo respectivamente); desde el techo, descendiendo por una escalera especial, Ciro retornó a lo suyo.
Deborah Dixon, en el rol de Reina de la Luna, junto a Chuky de Ípola, devolvió a la vida al cantante; a dúo, entonaron “Blues del gato sarnoso” y “Blues de la ventana”. No podía cantar otra cosa la costarricense, no por nada es conocida como Doncella del Blues. Después, llegaría lo mejor de la noche: con el escenario revestido cual si se tratara del infierno, con juego de luces macabro y arcos con dientes rojos aquí y allá, la banda hizo “Ruidos” y arriba de ella un cuarteto de bailarinas acróbatas mostraron su arte, concentrando toda la atención; como si de hojas al viento se trataran, subían y bajaban con una cadencia inverosímil. Luego, otra vez desde el techo, surgió Omar Mollo, con sombrero y saco largo rojo para una versión rockerísima de “Yira Yira”; su personaje, en diálogo con Ciro, tenía que explicar el amor: nuevamente, aparecieron las cuatro bailarinas aunque ahora con vestuario erótico. Y es que otra vez se recordaba a Pappo, ahora con “No obstante lo cual”. Y las chicas (Violeta Zuvialde, Débora Zanolli, Lucía Peñalba y María Laura Mesitos) rodearon a Mollo y provocaron a los músicos y a todos con un baile de lo más sensual. Todo se había vuelto un cabaret, el mejor de todos, ¿y cómo no unirse a cantar eso que decía el Carpo, que no obstante lo cual le seguía gustando el cabaret?
La suma de canciones de Los Piojos, hacia el final de la jornada, terminaron provocando la explosión de la gente: después de oír “Desde lejos no se ve”, “Todo pasa”, “Manjar”, “Genius” y fundamentalmente “Ruleta”, el público se unió a pedir por el regreso de la banda. Ciro, que en ese entonces trataba de continuar el guión de la historia con Mollo, tuvo que parar porque el griterío era abrumador; “Aprovecho para pedirles un fuerte aplauso para mis compañeros Los Persas”, respondió con sutileza. Sin embargo, minutos después llegaría “Pacífico” y se volvería a lo mismo; aunque, en ese caso, distrajo del clamor la nueva irrupción de las bailarinas acróbatas, ahora haciendo lo suyo directamente colgando sobre la gente, en el campo del lugar. A esta altura, el show ya tenía el calificativo de felicitado.
En uno de los
1 Comentario
Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión