RESEÑAS
El ritmo del otoño

Si la música de EMISOR fuera un lugar, sería algo así como la estación de Gerli. Allí recrudece el ritmo y el vaivén de los trenes destartala rieles y sistemas nerviosos, generando un ritmo inquietante pero adictivo por momentos; el transitar es arduo y la incomodidad un síntoma inevitablemente costumbrista que se vuelve atractivo (la hipótesis de un amigo es que la hicieron con lo que les sobró después de hacer la de Estación Avellaneda y yo le creo) Detrás de su impronta ruidista, EMISOR concurre a la base melódica como contraste ideal, conduciendo las canciones del experimento sonoro a los beats enfermizos o a un groove poco estilizado pero pegadizo, enfrentándonos siempre a una pequeñez feroz e imponente.
COMPAÑERO ASMA es lo primero que se me ocurre cuando quiero hablar de algo musicalmente encantador en esta ciudad. En vivo, sus continuas citas a la electrónica de los ’70, JULIAN COPE y el krautrock permanecen latentes tras el espíritu cancionero de cada tema, la “tracción a sangre”, la fidelidad a la melodía vaya adonde vaya (sea rock, metal, pop, punk, etc.) y al vínculo compositivo con la psicodelia como recurso más ameno y a mano.
Comenzando por la confesional “Fiel a la vieja escuela” y en postura de trío rockero, el show tuvo muchos temas de su próximo disco (Fuerzas cardinales vengan a mí) como “Frecuencia Inmortal”, “El invierno te espera con su caldo” o “Rendezvous with the muse”; e incluyó un fantástico cierre con ”Prodigal Son” de IRON MAIDEN!!!, del disco ”Killers”, entre punteos gloriosos, rabia, desconsuelo y lamentos al más allá. Único como siempre.
JUAN PABLO BOCHATON es el hermano de FRANCISCO, sí, pero es más. Es él, es su piano y una decena de canciones de amor sin refugio, lejanas, recogidas de desencantos; es su deliciosa y hasta algo cursi pose romántica irremediable, es esa pronunciación excitada y verborrágica que lo lleva a cantar “tomo lo que encuentro, me siento algo mejor” (versión de VIRUS) como si el conformismo fuera la vida. Es el sentimiento confirmado, es lo que quedó del último amor, es la soledad y nada más.
Es bueno saber que ESTEBAN R ESTEBAN sigue ahí. Es bueno saber que “Navegando” sigue siendo esa hermosa apología al sentimiento más pop que escuchamos hace años en aquel compilado “Canción-es Pop”. Es bueno saber que sigue cantándole a novias que se van, a tristezas sin complejos, al trabajo y la rutina y a la adolescencia infinita, a las “memorias de la segunda infancia”. Es bueno saber que no nos abandona el power pop agridulce y su recuerdo inmediato de los días más dorados de españolísimos de LA BUENA VIDA o de LOS PLANETAS. Es bueno saber que ciertas cosas siguen en su lugar.
DORIS celebró la resurrección del domingo pascual reviviendo esa sensación de “rock” y “ruido”. Corrompió el ambiente con su música inevitablemente corpórea y física, desquiciando indescifrable historias de mar, de campo o de ciudad, repleta de sentimientos primales, que encuentran su cauce en ritmos, aceleraciones y juegos vocales totalmente liberados y patológicos. Entre el ruido, esta “espontaneidad” que regala DORIS deja de ser algo “simpático” para volverse peligroso, soberbio, valioso, y así trocarse por un anarquismo musical actualizado y musicalmente invencible.
VICTORIA MIL fue más ruido, agradable y penetrante ruido, penetrante como si los JESUS AND MARY CHAIN frenaran guitarrazos sobre tu tímpano. Los temas del último disco (los más pop como “Escuchando discos” o “G-13”, y otros como “Esto está basado en un hecho real” o “Junto latas”) estaban repletos de distorsión, efectos, acoples y aún así resguardaban su prestancia melódica.
JULIAN en la guitarra extremista, MIGUEL divagando por la escena y jugueteando con un moog al servicio del desequilibrio. Primero, colaboró un bajista, después ellos dos supieron darle extremidad a su sonido y el final fue a puro krautrock súper acelerado con un tema nuevo y LEO SANTOS (Ex de VICTORIA, actual del grupo de MELERO) en batería. Que más decir, no pueden evitar ser ellos mismo, y justamente por eso no pueden dejar de ser distintos una y otra vez.
Más allá de la poca creatividad indie marketinera, el otoño tiene su costado pop, pero cada uno lo escucha como quiere. Para mí suena como un suéter hecho con canciones de los KINKS o de TENNAGE FUNCLUB. Decir que el festival sonó a pop es poco, decir que sonó a rock es demasiado, decir que sonó distinto es mucho más valioso, más hoy que todo es “no tan distinto”.
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