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El primero te lo regalo

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La primera de las sorpresas fue al llegar a la zona del predio. ¿Dónde está el camping oficial? fue la pregunta que dio lugar a que me dijeran “eso es el camping”. Eso era, nada más ni nada menos (en realidad mucho menos) que un terreno semi vacío, con baños en construcción, sin luz (recién llegaría por la tarde) y bastante alejado de lo que se prometía en la página oficial del festival: “Baños con ducha, proveeduría, kiosco, lugares de comidas, expendio de bebidas, juegos recreativos, bandas en vivo”. Parecía un chiste para la gente que el agua que veían era la del lago San Roque y que habían pagado por lo que se prometía.

Promediando la tarde llegamos al predio nuevamente para ver los shows. “El pogo no cansa” decía la publicidad del Cosquín Rock, pero lo que sí lo hacia era la extensa caminata que uno debía soportar para ingresar –por suerte había un vallado y la manada te llevaba, porque de carteles ni hablemos. Todo esto para llegar a un punto del recorrido en donde te iban arreando como ganado, hasta el lugar en donde te revisaban. Está bien que hay que tomar recaudos y que Cromañón generó cierta paranoia, pero de ahí a intentar sacarme la birome o un alfiler de gancho a una de las personas que estaba con nosotros es demasiado.

Dentro del predio

EL CLUB DE TOBI fue una grata sorpresa para los presentes que se pudieron deleitar con esta banda uruguaya que hace versiones con violines y cellos de clásicos del rock y aledaños. Así, entre versiones de BOB MARLEY, REDONDOS, BEATLES y alguna más se fueron ganando los aplausos de la audiencia.

En el mismo escenario (un camión de una marca de chicles) subieron los locales LOS COCINEROS, que con boleros, rancheras y una muy buena presencia escénica hicieron mover a la gente. Temas de su tercer disco “Niños Revueltos”, más alguna versión como la de “Que hago en Manila?” de VIRUS fueron más que bien recibidos por la gente.

Faltaba el cierre de la primera jornada, que se planteó como gratuita (con el ticket de cualquier otra jornada), que estaría a cargo de Mr. SAY NO MORE. Anunciado por la producción a las 19, luego a las 20:30 y cuando se extendía la espera se dijo que siempre estuvo anunciado a las 23, el show llegaría cuando eran casi la una de la mañana.

¿Cómo se matizó la espera? En las pantallas se podía ver la película “LENNY Live” (esperando la visita de KRAVITZ en marzo) o viendo nuevamente a EL CLUB DE TOBI, quienes repitieron en la noche. Cuando eran casi las doce de la noche el reggae comenzó a sonar (había que calmar a las fieras) y luego llegarían las imágenes de “2001: Odisea del Espacio”. También se podía ir a comer o tomar algo. Eso si, había que armarse de paciencia porque las colas eran interminables y cuando llegabas al mostrador ya no tenías ánimo de consumir nada.

“Cerca de la revolución” fue la primera de las canciones de un show que se extendería por más de dos horas. Antes de terminar esta primera canción amenazó con “Un flash mas y me voy”, ya que no quería cámaras en el lugar. Se retiró del escenario para volver con “Popotitos”, tema comodín que saca en este tipo de situaciones (En el Quilmes Rock lo tocó cuando la gente se empezaba a retirar por la intensa lluvia).

Luego fue lo de siempre. Una lista que recorrió toda su extensa trayectoria, desde SUI GENERIS con “Confesiones de invierno hasta su “Rock and Roll yo” de su último disco y los clásicos clichés de sus presentaciones, como tirar las guitarras al piso, gesto obviamente aplaudido por sus incondicionales fanáticos.

En medio quedaron “El fantasma de Canterville”, “De mí”, “Rezo por vos”, “Funky”, “Correte Beethoven”, “Pasajera en trance”, “Demoliendo hoteles” y “Chips Chipi”, dedicada como siempre a MARIA GABRIELA EPUMER.

Realmente es para preguntarse si está bien o no que CHARLY GARCIA haga esperar tanto a su público. Quizás el hecho de saber que le perdonan todo le da cierta impunidad, aunque como audiencia habría que replanteárselo. Cada uno sabrá si vale la pena aguantar cinco horas.
El festival no comenzó todo lo bien que uno pudiera esperar, pero aún le quedan cuatro revanchas en las que se podrá desquitar. Todo depende de ellos.

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