RESEÑAS
El odio y la resistencia

Mientras haya gente a la que no le importe nada, que vaya tras el billete, la fama o las mujeres, habrá otros ofreciendo resistencia. Con la música, con las palabras; con sus armas. La revolución es posible. Empieza desde uno. La resistencia empezó cuando decidiste ir por el otro camino.
El miércoles 13 de octubre de 2010 hubo dos bandas que ofrecieron su resistencia desde el mainstream, desde el mundo que acordaron combatir. Tal vez, el caso de Queens of the Stone Age no es tan político. Tal vez nunca se plantearon nada. Ese germen desértico, que nació en Kyuss, esa aplanadora de las zonas áridas que a pocos les interesó en su momento y que hoy claman por un regreso. Esa semilla que mutó en esta banda de rock llamada QOTSA; tal vez una de las mejores y últimas bandas de rock de estos tiempos.
Todo arrancó con una entremés con Alain Johannes, colaborador de Homme en Dessert Sessions y Them Crooked Vultures, entre otras cosas. Cuatro o cinco temas con una guitarrita como única compañía.
Enseguida le cede el escenario al gigante Homme y a sus muchachos. Así, como de entre casa. Esta gente ama los equipos valvulares. Enchufa y hace su magia; rock de drogas duras y carreteras. Camisas leñadoras, calor, mujeres y vodka. “Feell good hit of the summer” y “The lost art of keeping a scecret”, las dos primeras. Y el volumen está bajo, y así se mantendrá a lo largo del show. Parece que nos tendremos que ir acostumbrando a esto. Aunque llama la atención, ya que estamos en un predio abandonado, prácticamente alejados de toda civilización. Seguramente habrá vecinos. Ah, no. Las pantallas avisan que son las criaturas vivas que habitan la reserva ecológica. Menos mal que aclararon.
Como cambian los tiempos. Hoy hay gente pogueando, haciendo mosh y coreando melodías de guitarra. Hace diez años la gente les tiraba con todo antes del show de Iron Maiden y solo los veían 200 personas en Cemento. Sepan, músicos, que la Internet hace maravillas.
El show es básicamente un recorrido de grandes éxitos rockeros: “Sick sick sick”, “Little Sister”, “In my head”, etc… Sí, hoy prácticamente la banda es Josh Homme y unos acompañantes. No vino Mark Lanegan, tampoco Dave Grohl. Pero no se los extraña: tienen sus métodos para pasarte por arriba. Ya no hay esa cosa de zapadas y cuelgue de antaño. Hoy son canciones, bien roqueras y al frente. Si tenés una banda e hiciste canciones como “Go with the flow”,“No one knows” y “A song for the dead” (las tres últimas de la lista), quedate tranquilo que tenés asegurado volarle la cabeza a miles de personas.
La bomba musical
Y un día vino Rage Against The Machine y su visita abre el debate en varios frentes. Que se hacen los pro latinos pero vinieron demasiado tarde. Que nos dejaron de garpe en el 96 con el festival de Madres de Plaza de mayo. Que son los mayores anticapitalistas pero tocan para Pepsi. Que son la voz del pueblo pero se sabe que son una banda que cobra un cachet muy caro. Bla, bla, bla.
El trabajo de RATM es combatir todo esto desde los grandes medios y hacer llegar su mensaje a la mayor cantidad de gente posible. A través de los sellos grandes, de Mtv, de la radio; utilizar al mismo medio para decirle las cosas.
Cuando sos un chico de 14 años enojado, que no encaja, debe haber pocas cosas tan buenas comos los discos de RATM. Ayer estaba lleno de chicos de 14 años, pero en su documento decía 25 o 30 años. Ayer todos volvieron a esa adolescencia, a creer en la revolución, a querer ser parte. Todos levantaron los puños y mostraron su grito de batalla al ritmo de “Testify”, tema que abrió la velada.
RATM es palo y a la bolsa. Son tres discos (sin contar el de covers) y la misma lista de hace diez años. Pero son una bomba. No dan respiro. Es un ataque constante de furia y odio. La lluvia, la espera, la emoción, la suma de cosas. No sé qué fue. Pero esos chicos ahí en el campo estaban en llamas. Estaban furiosos. No estaban haciendo pogo, o bailando las canciones. Estaban luchando contra todos su demonios internos, contra todo lo que está mal en este mundo.
La banda, prendida fuego. Pidiendo que te despiertes, que saques la bala de tu cabeza, que reconozcas al enemigo. Uno no sabe qué tan honesto es el discurso de De La Rocha, apoyando la toma de escuelas, a los piqueteros, solidarizándose con los obreros de Zanon. Alguien, horas antes del show, podría haberle comentado las principales causas políticas del país, y listo, tiene a la gente en el bolsillo. Pero algo nos hace creer que sí, en verdad es honesto. En verdad está comprometido. Porque el tipo es un acérrimo guevarista, y más allá de toda ideología, es importante que alguien diga las cosas que los demás prefieren esquivar.
“Sleep now in the fire”, “Guerrilla Radio”, “People of the sun”. Son todos himnos a la resistencia. La gente parece tener una energía inagotable. Hasta los obreros de Zanon saltan sobre el escenario. Los obreros sin patrón.
Artísticamente no hay muchos riesgos. No creo que sea lo que la banda se plantee. Ellos son unos levantamuertos. Te levantan hasta al público más frío. Incitan al caos, a desatarte, a gritar. Contagian la energía, y de una u otra manera, es imposible que no te afecte. Y con un auditorio tan fervoroso como éste, el efecto se duplica. El campo es, justamente, un campo, pero de batalla. Dios mío. Si alguna madre viese las rondas que se armaban en temas como “Bullet in the head”, creo que hubiese temido por la vida de su hijo.
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