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El mago de la guitarra

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Walter Giardino se confesó como un tipo olvidadizo, puntualmente en materia de fechas importantes: “A veces tengo problemas familiares porque no me acuerdo de los cumpleaños, menos me voy a acordar de un disco”, le respondió a Gustavo Olmedo, cuando éste lo entrevistó en 2010 para recordarle que se cumplían veinte años de la salida de “Magos, espadas y rosas”. Efectivamente, los problemas de memoria del guitarrista de Rata Blanca son de gravedad: el disco en cuestión, que surgió en abril de 1990, lleva vendidos más de 5 millones de ejemplares en todo el mundo. Fue, ni más ni menos, el álbum que en palabras de Adrián Barilari cambió para siempre las vidas de los músicos que conforman la banda.

La cuestión es que la conversación de Giardino con el periodista de Rock & Pop no pasó inadvertida para el grupo y, tarde pero seguro, hicieron algo con ello: una gira por América Latina, “Magos, espadas y rosas XX Aniversario Tour”, que también, tarde pero seguro, tuvo su momento en Capital, este sábado y en el Luna Park. Un estadio que vio colgarse el añorado cartel por todo artista que anuncia que no hay más localidades.

“Diario de una sombra” abrió la noche, o bien podría decirse la explotó, porque los recitales de Rata Blanca son de ese tipo que revientan todo, a pura velocidad y alaridos, con sus canciones que van rápidas y furiosas y se gritan a viva voz. El tema, que estaría dedicado a Ricardo Iorio, fue sucedido por la primera de las canciones románticas de la velada: “Sólo para amarte”. Tiempo después, la banda completaría los momentos de amor del concierto con “Aún estás en mis sueños”, “El sueño de la gitana” y, por supuesto, “Mujer amante”.

Se esperaba, considerando la ocasión y el grupo, una puesta en escena considerable; sin embargo, fueron sólo los músicos y la música. Y alguna que otra llamarada a los costados. Hubo incluso, sorpresivamente teniendo en cuenta la ocasión y el grupo, fallas de sonido y errores de ejecución en determinadas canciones. El cantante los asumió y los justificó: “Esto se hace con huevos, ganas y corazón. No hay finezas, podemos equivocarnos, pero tenemos un corazón gigante”. Barilari, vale decirlo, hizo honor a esas declaraciones y mantuvo durante todo el recital una entrega destacada, corriendo de aquí para allá, contagiando una energía desbordante a compañeros y público.

Se esperaba por lo que motivó esta noche, es decir por “Magos, espadas y rosas”. Y es que durante toda la primera parte del show no hubo ni un tema del disco. Sin embargo, después de uno de los clásicos del conjunto, “Ángeles de acero”, un telón se abrió detrás de la banda y dejó ver una pantalla circular; a través de ella, un video comenzó a mostrar imágenes de dos décadas atrás y de lo que ocurrió entonces con el álbum homenajeado, al que se le dedicaron miles de horas de radio y televisión y páginas de revistas. Entonces sí, Rata Blanca arremetió con “La leyenda del hada y el mago” y continuó con todas las canciones del disco, en el exacto orden en el que aparecieron en él. Ya recordando que el álbum abrió con esa canción se comprende todo aquello que produjo; un tema que, como se dice, puede presumir de poseer el mejor solo de todos. Al menos de todos los de este lado del mapa.

Es complejo destacar algún momento en particular del fragmento del recital dedicado a “Magos, espadas y rosas” porque todas y cada una de sus canciones son de un poder que evidencia las razones por las que jamás caducaron; “Haz tu jugada”, “El beso de la bruja”, “El camino del sol”, “Días duros”. Si hasta “Mujer amante”, la balada que casi no queda en el disco por “inocentona”, terminó imponiéndose como poderosa por demás al convertirse en uno de los más grandes éxitos de la banda. Finalmente, el set de la producción se cerró como correspondía, con el instrumental “Porque es tan difícil amar”; con más puntería que nunca, todas las luces del lugar se fijaron sobre Giardino, que tocó la pieza con su consabida maestría mientras centenares de papeles de colores caían desde el cielo del Luna Park.

Pero el momento de los momentos del guitarrista y líder del grupo llegaría acto seguido, con el binomio “El círculo del fuego” y “Preludio obsesivo”, en los que tampoco hubo otra voz que la de sus cuerdas. Entonces, más y más luces se posaron sobre él y las pantallas que mostraban lo que sucedía lo enfocaron casi pornográficamente, permitiendo que hasta pudiera contársele los pelos del pecho; según se vio, tiene mayor cantidad del lado izquierdo. Una conclusión de su pretendida condición de Dios puede sacarse viéndolo en vivo, y es que no hay Dios posible sin fieles que crean en él y difundan sus bondades; Giardino se presenta como una deidad de la guitarra y su público lo acepta y proclama como tal. A fin de cuentas, ¿no es más razonable creer en un Dios así que en otro todopoderoso?

Finalmente, y completando tres horas de una presentación maratónica, llegaron un quinteto que todos allí querían oír: “Los ojos del dragón”, “Abrazando el rock and roll”, “El reino olvidado”, “Callejero” y “Guerrero del Arco Iris”. Según contó Barilari, para su hijo la mejor canción de toda la historia de la banda es “Abrazando el rock and roll”. Puede ser. Lo que es seguro es que Rata Blanca, a lo largo de sus veinticinco años de trayectoria, supo hacer un dilema de elegir un tema por sobre el resto de toda su obra. Y ni hablar de seleccionar una canción entre las siete de “Magos, espadas y rosas”. Mejor evitar ese juego de niños, apostar a lo grande y quedarse con todo.

Redacción ElAcople.com

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