OPINIÓN
El juego de las diferencias

Entre Rata Blanca y Almafuerte, dos de las bandas más populares del heavy argentino, se señaló más de un choque; entre Walter Giardino y Ricardo Iorio, sus respectivos líderes, también.
Por ejemplo, según cuenta la historia, hacia 1985, el hoy cantante de Almafuerte invitó al guitarrista a formar parte de V8; sin embargo, éste duró apenas cinco meses en el conjunto. Tiempo después, en la biografía “Iorio, el perro cristiano”, de Ariel Torres, Iorio contó el por qué: “En ese momento a Giardino le picó el bichito por formar Rata Blanca, porque de un día para el otro él quería mandar en V8. Decía: `Vamos a hacer este tipo de canciones´. Y yo le respondía: `No, hermano´. Giardino componía unos temas de metal clásico que para nosotros eran horribles (…) Lo nuestro era rock: una canción que se canta, con batería, bajo y guitarra, un poquito de solo y listo. No queríamos un solo de veinte minutos (…) Un par de piñas nos dimos una madrugada”.
Más aún, en 1987, Iorio declaró: “Hay mucha diferencia entre lo que es Rata Blanca (…) a lo que fue V8; como hay diferencia entre Black Sabbath y Bon Jovi”. Ya en un tiempo más presente, precisamente en la edición 2007 del Cosquín Rock, Rata Blanca y Almafuerte compartieron jornada y el bravo cantante le tomó el cabello a su compañero Claudio Marciello y disparó: “¡Esto es pelo de verdad! En Almafuerte no usamos peluquitas”.
Por su parte, Giardino también atacó, o al menos eso entendió más de uno en dos ocasiones. Hacia 1994, en un reportaje, declaró: “No puedo creer que haya gente que se siga enganchando con una banda cuyo bajista no podía ni afinar su instrumento”. Además, hay quienes aseguran que el destinatario de la letra de “Diario de una sombra”, canción que forma parte del último disco de Rata Blanca, “El reino olvidado”, no es otro que Iorio: “Nada de lo que digas me va a convencer, sólo tu mente idiota lo puede creer”, “Tu dedo apunta hacia los demás y me pregunto siempre quién serás para juzgar”, “Por qué no dedicás tu tiempo en algo mejor, si puedes escribir el libro de un perdedor” y “No zafarás, tu mediocridad te arrastrará a la triste soledad en que terminarás”, son algunas de las frases de la pieza escrita por Giardino, que haría referencia al mencionado libro de Torres.
Sin embargo, dejando de lado las historias de otrora y los dardos que aún se tiran, hay una diferencia entre Rata Blanca y Almafuerte, tal vez más interesante que las ya comentadas: sus guitarristas, Giardino y Marciello.
Ambos tienen un punto en común, además de cuestiones objetivas como el oficio y el pelo largo, y es la destacada y reconocida capacidad en lo suyo. Pero, luego, se presentan con personalidades, maneras, formas opuestas.
Giardino aparece como El Dios de la Guitarra; uno lo imagina siempre iluminado con un juego de luces especial, que resalta su aura divina, y oye sus solos maratónicos que salvarán al mundo sin necesidad de despeinarse; justamente, sus pelos sueltos son dignos de una publicidad de shampoo, sus súper camisas son objeto de envidia de los que quieren y no pueden tener aspecto glamoroso y heavy a la vez; sus pantalones de cuero, sus miradas y poses displicentes. Debajo suyo, no puede haber otra cosa que personas rindiéndole tributo, alabándolo, besándole los pies; eso, por cierto, espera él, que en esta entrevista se mostró preocupado por dejar en claro que, además de Dios de la Guitarra, es Dios de Rata Blanca.
Marciello, en cambio, canta: “Vengo, yo vengo de un pueblo de obreros, de un barrio construido entre sueños, el chicle era el alquitrán, casillas en los baldíos, asando papas al fuego”, en “De pie”, la segunda de sus obras solistas que salió en 2004; “Hablo de San Justo porque es un lugar que albergó el sueño de gente que venía a trabajar y ahora está lleno de fábricas fundidas. Yo tampoco pude despegar: sigo viviendo en la casa de mis viejos”, contaba entonces. A él se lo verá de negro, remera y jean; sus pelos son largos también, pero están lejos de calificar para un anuncio de crema de enjuage; no conoce de actitud de rock star, siempre con su sonrisa gaucha y esa costumbre, antes de hacer sus solos, de gesticular que le salen de casualidad. A pesar que Iorio lo introduzca diciendo que “así se toca la guitarra”, él pareciera no escucharlo o creerlo.
Algunos piensan, cuando se presentan dos personajes como estos, que la diferencia no pasa por una cuestión de vanidad o humildad, sino más bien por hacerse cargo, tener en claro lo que uno es. Así, Giardino no es vanidoso sino consciente de lo que es como artista, y Marciello no es humilde sino poco seguro de sí mismo. Otros creen, sí, directamente que a uno se le subió el estrellato a la cabeza y a otro no.
Como se ha dicho, más allá de lo señalado en un principio, entre Rata Blanca y Almafuerte está la diferencia de personalidades, maneras, formas en sus guitarristas. Y, así como algunos creen en dioses y otros no, algunos prefieren comer papas al fuego con un vecino de San Justo y otros besarle los pies a una divinidad.
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