RESEÑAS
El huracán Quique pasó por Buenos Aires

Bunbury salió al escenario decidido a dejarlo todo en el show, su performance contó con el sustento de una banda que sonó densa, potente, y que mostró diferentes e interesantes matices para interpretar canciones tan disímiles como “Salomé” y “La chispa adecuada”.
Sus reiteradas visitas a la Argentina han hecho que Enrique Bunbury tenga una relación algo especial con el público local. Más allá del clásico “son más fervorosos” que siempre nos dedican las visitas extranjeras, se vio a un Enrique que disfrutaba del hecho de poder actuar en Buenos Aires y que llegando al final del show se sentó al borde del escenario para proponer un brindis por la Argentina y por su futuro.
Más allá de gustos y estilos, el español demostró que se puede jactar de ser uno de los pocos cantantes “en serio” del rock, digo más allá de gustos porque su estilo personalísimo cosecha amores y odios por igual. Los años han pasado y sigue manteniendo su voz intacta, más allá de los excesos, y un excelente manejo del escenario en el que cita movimientos de Elvis, Jagger, si… Raphael, Bowie y claro… Morrison.
El show dejó en claro que la banda del español funciona a la perfección. En esta oportunidad un sonido muy fiel acompañó para que pudieran apreciarse hasta las más pequeñas sutilezas que nos brindaban los instrumentistas. Más allá del guitarrista, sobre quien suelen posarse los ojos del público, es para destacar la labor del tecladista quien demostró en su solo tener una conciencia musical que superaba por lejos los estrechos límites que plantea un show de rock.
Pasó Bunbury por Buenos Aires, una de las pocas visitas internacionales que recibiremos este año y estuvo bien. El español hizo un show potente, cargado de matices y emotivo por la relación que entabló con el público local. En definitiva, cumplió con un público que lo esperaba ansioso, y que seguramente se pregunta cuándo será su próxima visita.
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