El humor de Callejeros

Hay un tipo, tal vez se llame Luis, que es una buena persona; trabaja de mecánico, ama a su hijo, conoce la amistad. Pero tiene un problema con su forma de ser: quiere ser gracioso, de hecho casi no hay cena compartida con él sin que cuente no menos de tres chistes, y no le sale; no provoca risa sino más bien pena ante sus intentos siempre fallidos.

Así como a nadie le importa que haya un hombre con pretensión errada de cómico, existen otros que sí despiertan interés ante sus emprendimientos y antojos. Por ejemplo, los músicos de rock. Inmediatamente, el recuerdo de lo que sucedió ayer no más, presenta a Ciro Martínez mal contando un par de chistes en River, hace quince días.

Sin embargo, dentro del rock hay humoristas para el aplauso. Por caso, Rafael Walger, el cantante de Asado Violento; desde ya, no le quedaba otra opción a él que despertar carcajadas para encabezar un grupo así, que lo vio declarar en canción su deseo de amistad con Bin Laden, hacer una versión de “Pega la vuelta”, de Pimpinela, con la música de “La leyenda del hada y el mago”, de Rata Blanca, y cantar un tango que narra la desventura de un taxista con un travesti.

El último disco de Callejeros trajo elementos que se leen en clave de humor: el título, un juego de palabras, “Disco escultura”, y su libro interior, que imita un folio judicial acompañado del sello “Juzgado de Los Invisibles”. Al parecer, al conjunto le da para reírse del asunto. Oportunamente, en Página 12, tanto Eduardo Fabregat como Mariano Blejman, sentenciaron lo infeliz del lanzamiento, a días de que comience el juicio por lo ocurrido el 30 de diciembre de 2004.

Ahora, el grupo insiste nuevamente con sus ganas de hacer “reír” y anuncia que tocará el 9 de mayo en Santa Fe a través de un folio judicial, con su infaltable y ya mencionado sello. Así, Callejeros se anota definitivamente en un escalón de gracia difícil de alcanzar para ese tipo que tal vez se llame Luis o cualquier otro bromista frustrado: el de los que faltan el respeto, por idiotas en el mejor de los casos y por malditos en el peor.