DISCOS
El gusto de la variedad
Noche de otoño si las hay. Llovía en la calle sede de los teatros de la Capital Federal, la Avenida Corrientes. Y en su cruce con Callao, el letrero antiguo del hotel BAUEN denotaba la historia de un lugar recuperado por sus trabajadores, un lugar que casi desaparece, pero que sigue en pie.
“Me siento en una película de los bañeros”, decía una chica mientras bajaba la escalera con paredes de espejo quebrado, que daba al lugar del encuentro. Y era así. Ahí adentro uno se sentía en otro espacio, separado de la realidad.
Arriba, en el hotel, en la vereda, mujeres con tapados de piel, hombres trajeados, glamour a lo grande, pero a lo grande por la edad. Abajo, un conjunto de sensaciones, de ese esfuerzo compartido por las bandas, y con la historia, la razón de ser del lugar donde estaban.
Y la noche empezó pasadas las 11 de la noche, con la voz única del Indio Solari despedazada por mil partes en la escena del rock nacional, que tiene un gran referente en la banda que abrió: LAS MOROCHAS.
Mientras las canciones pasaban, esa voz se iba esfumando y tomaba su actitud propia, su estilo distintivo, y el público la acompañaba en ese “pogo individual” que surge cuando el cuerpo se siente invadido por la música y no importa a quién ni a cuántos tengamos al lado.
El punto justo del batido
CUNDEY MOLEN siguió con todo el poder de un trío que hacía protagonista a cada instrumento, en una armonía desprolija y una desprolijidad armónica que sólo el rock puede lograr.
Con la perfecta conjunción de letras originales y que mueven y la potencia de un sonido pesado, pero que cambia en cada canción y se renueva, su música llegaba cada vez como algo distinto, y porque no decirlo, mejor.
El grupo de Bahía Blanca se autodefine en el tema “Quien soy”, de su primer EP ”Transmutar”.
“Contradicción, revolución de pensamientos. Una adicción generadora de emociones”, es la primera frase. Esa contradicción que significa ponerle toda la fuerza a un proyecto que no se sabe qué futuro va a tener. Esa contradicción que une a todas las bandas del under, que hoy están cada vez más restringidas para tocar, pero que siguen fieles a esa pasión de hacer lo que les gusta.
CUNDEY MOLEN se lució en un cover de PEARL JAM, con el que cerraron su noche. Aunque un cierre fallido, porque a JUAN MANUEL SEINHART (voz y guitarra) se le corto una cuerda y no tenía repuesto. DAMIÁN CORADINI en bajo y coros, y NYKO FERNÁNDEZ en batería, siguieron tocando hasta que consiguieron una guitarra prestada. Pero valió la pena, porque la segunda vuelta sonó mejor aún.
Un final solitario
Mucha gente se había ido cuando subió al escenario LOYALTY PROYECT, una guitarra acompañada de una computadora que tiraba pistas sin parar. Ese “nuevo” sonido de la música digital se había presentado ya en unos libritos que entregaron mientras sonaba CUNDEY, y en el que explicaba cómo se iba a desarrollar el show. Una organización demasiado estructurada para esto que es la música.
Y no faltó el protagonista argento: a este artista, que basa su música en la nueva era digital, alguien del público le había robado su mp3, una herramienta de trabajo. Y el “instrumento” no apareció, a pesar de los constantes pedidos de las tres bandas. Sólo un dato de color, que dibuja la constancia del argentino en la mala fama que se construye.
Una noche de variedad, una noche de significados. En el subsuelo del Bauen se unió el under argentino, y demostró que todavía le queda vida a este monstruo musical, que vuela la cabeza de los que pueden disfrutar un buen tema, incluso en las tantas formas que hay de expresarlo.
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