DISCOS

El extraño mundo de John

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Cuando se oye a John Frusciante tocar la guitarra se disfruta, se es víctima de encandilamiento, se pide que la cadencia de la melodía no se detenga y continúe con ese instante de placer que propicia.

Él también goza, ¿cómo no lo hará, si tal vez en su instrumento encontró a su alma gemela? Frusciante pareciera consciente de lo que provoca y también tiene pinta de buen tipo, con su sonrisa de aspecto sincera; quizás por ello produzca material solista en cantidad, por generoso. “The Empyrean”, su flamante álbum, es ya su décima realización. Cabe recordar que, hacia 2004, lanzó seis discos.

En esta ocasión, la propuesta es peculiar y cumple con justicia eso del trabajo conceptual: en sus propias palabras, “cuenta una historia particular, musical y líricamente, que toma lugar dentro de una persona y hay dos personajes”. Es decir, relata un caso de doble personalidad.

El prefacio de la obra llega con una batería que, adrede, no quiere arrancar y cuando lo hace actúa despacio, hasta que con el acompañamiento de la guitarra (al fin) se pone en forma y le cede a ésta el protagonismo, que se deja llevar en un solo de larga y tranquila duración.

Así, “Before the beginning”, la primera canción, es un claro ejemplo de por qué su creador dijo sobre “The Empyrean”: “Lo he escuchado un montón por la experiencia psicodélica que provee. Debería ser escuchado lo más fuerte posible y encaja en habitaciones oscuras, tarde a la noche”.

Luego de un comienzo suave, llega el empuje con “Unreachable”, en la que incluso Frusciante suelta unos cuantos gritos; situación que prosigue un rato más en “God”, y que encuentra un equilibrio de allí en adelante, por caso con “Dark light”, que tiene tanto calma como precipitación y muestra en sus ocho minutos y medio una síntesis de lo que ofrece el álbum en su más de una hora de duración.

Nuevamente, el guitarrista de Red Hot Chili Peppers presenta una obra que merece la escucha. Vale la pena, también, hacerle caso a Frusciante y darle el gusto de oírlo “lo más fuerte posible, en habitaciones oscuras, tarde a la noche”, consejo que por cierto también es un gesto de bonanza para aquellos que dicen que sus discos dan sueño: si se animan a escucharlo, al estar en sus piezas, tienen la cama cerca.

Redacción ElAcople.com

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