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El dios dorado

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Robert Plant volvió al país después de mucho tiempo para brindar todo un viaje musical, el pasado jueves en un colmado Luna Park. Repite esta noche.

Lo ves así, con casi 70 años y su look casero y te olvidás de lo que representa. Te olvidás que, así como vos, él también armó su banda con los pibes del barrio; la diferencia es que la suya fue Led Zeppelin. Es el epítome de la estrella de rock con sus gritos, sus rulos y sus camisas abiertas. No te podés imaginar la cantidad de señoritas que pasaron por sus brazos. Y sin embargo hoy es uno más, un artista que intenta mostrarte la música que lo apasiona sin que sea contaminada por los medios.

Si más o menos estás enterado de la carrera solista del músico de los últimos treinta años, sabrás que poco y nada tiene que ver con el rock. Por eso sorprende la intensidad del comienzo con “Tin Pan Valley”Plant se buscó una banda (los Sensational Space Shifters) que está a la altura de su tradición musical: el blues americano, el folk inglés y la música de raíces africanas y orientales. Una banda que no tiene nombres masivos, pero que le interesaran al melómano como el guitarrista Justin Adams (viejo colaborador del cantante), John Baggot (contribuyente en Massive Attack yPortishead) o Liam Tyson (de los siempre menospreciados Cast), además deJuldeh Camara, un músico originario de Gambia encargado de los instrumentos tradicionales de su región.

Podría elegir no interpretar canciones de su vieja banda, pero decide darle el gusto a su público. A medias, cabe decir, porque todas las canciones sufren una reestructuración considerable; algunas hasta cambian en su totalidad. Composiciones como “Friends” o “Bron Y Aur Stomp” calzan a la perfección con lo que propone la banda; otras como “Black Dog” descolocan tanto que la gente se pierde a la hora de acompañar al grupo. Habría que escucharla varias veces para sacar una conclusión. Tal vez hubo algún despistado que esperaba que interpretara las canciones como en el 73, pero la gente en general agradeció cada composición de Zeppelin como un regalo del músico al público. Obviamente ya no intenta llegar a las altas notas de antaño, pero lejos está de dejar una pobre performance vocal. Todo lo contrario: a su forma se anima cuando el ambiente se pone intenso con “Ramble On” o“Whole Lotta Love”, donde tanto banda como público tratan de contenerse un poco para no romper el asiento donde están parados.

Pero Robert Plant no es un acto de nostalgia; lo interesante es dejarte llevar por el viaje que propone. Porque no es otra cosa que música recolectada por años de viaje y búsqueda. Es preciso cerrar los ojos y entregarse a los climas de “Another Tribe”, “Spoonful” o “All King’s Horses”. Incluso te hace ver históricas canciones como “Four Sticks” desde otro punto de vista. No es esa cosa cool y new age de la world music. Es otra búsqueda, mucho más interesante. No es simplemente meter un músico africano. Es una eterna búsqueda del hombre que mantiene desde sus primeros días.

Plant es un señor inglés, y como tal tiene un humor correcto. Tiene la facilidad de imponer distancia y calidez al mismo tiempo. Es por eso que mientras empuña su taza de té y canta la hermosa “Going to California”, a pesar de haber 8.000 personas se genera una intimidad total. Cosa que se rompe al instante de los primeros acordes de “Rock and Roll”. Nada de respetar asientos, nada de quedarse en el molde. Hasta ahí todo perfecto, la noche soñada pero, como siempre tenemos que dar la nota. Mientras el cantante se despedía, un muchacho se sube al escenario, supongo que con la intención de abrazar a su ídolo, pero en el intento de lograr su objetivo, la gente de seguridad lo anticipa y el intruso termina cayendo sobre Plant, tirándolo brutalmente al suelo. Mientras el personal se llevaba al chico para – suponemos- quebrarle el cuello, el cantante se reincorpora, tira una sonrisa nerviosa y se retira lo más rápido posible. Algo totalmente innecesario que por segundos generó tensión.

Más allá de ese incidente, Robert Plant dio un show realmente remarcable. Y aunque uno siempre quiere escuchar esos viejos clásicos, también dan ganas de ver un show con una propuesta totalmente propia. Sea solo, con Band of Joy o con Allison Krauss, Plant es un tipo en constante búsqueda y movimiento. Y eso es lo que le pedimos a todos.

azafatodegira.com

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