SHOWS
El desquite
“Hubo un problema con el traslado de nuestros equipos desde Europa, y al momento de tocar sólo dos violonchelos estaban en condiciones operativas de sonar, encima cuando salimos al escenario, contamos hasta cuatro y otro maldito cello dejó de funcionar”, comentó el baterista Mikko Sirén sobre el fatídico show debut de 2005. Ahora venían con sed de revancha, con la necesidad de ofrecer su mejor versión.
Por la gloria
Así como los grupos soportes sufren ante la intolerancia de los presentes, también son pocas las que se destacan desde lo musical. D.ha.m (Dios Ha Muerto) conjugó ambas experiencias. Si bien su actuación fue descollante, les costó endulzar a la concurrencia. Sus cortes progresivos danzaron entre influencias góticas, extremas y rockeras como en los casos de “Lamentos” y “Herida”.
Con las luces del escenario apagadas se comenzó a escuchar la canción “Hallelujah”, una famosa melodía folk de Leonard Cohen, que sirvió como antesala de lo que vendría. Tras el fin, el teatro quedó a oscuras en su totalidad para darle paso a los músicos de Apocalyptica , quienes fueron recibidos con una gran ovación. Ya en sus lugares, y con el griterío de fondo, iniciaron el show con “On the rooftop with Quasimodo” y “2010”, pertenecientes al último disco, “7th Symphony”, de 2010.
Ya con el grupo en escena se empezaron a responder las dudas que existían sobre el vivo de los fineses. La primera incógnita a develar era si la banda podía sostener un concierto con la misma intensidad al cabo de dos horas solamente con tres violonchelistas y un baterista. Y vaya si lo lograrían. Desde el minuto cero mostraron una actitud 100% heavy, con revoleo de cabezas, movimientos persistentes y arengas constantes incluidas. La confirmación de esto fue cuando sonó una versión particular pero asesina de “Master of puppets”, de Metallica.
El otro punto a tener en cuenta era que, al ser mayoría las canciones instrumentales, el concierto podría llegar tornarse tedioso para los fanáticos. Sin embargo, gracias a la presencia escénica, el virtuosismo desmedido de sus músicos y la agresividad del sonido, nada de ello ocurrió. Quizás el único momento incomodo fue con el solo de Perttu Kivilaakso, que si bien dejó en claro sus estudios clásicos, provocó algunos bostezos.
Eicca Toppinen, Paavo Lötjönen y Perttu son los encargados de recrear ese espíritu único. Sin embargo, Mikko tras los parches es quien lleva el ritmo y le imprime la fuerza necesaria. Quizás por esta cuestión fue el más vitoreado por el público.
También fue muy importante la figura del cantante invitado, Tipe Johnson, quien se encargó de darle un aspecto todavía más metalero a la banda. Johnson entonó cuatro canciones: “End of me”, “I’m not jesus”, “Life burns!” y “I don’t care”, con resultados sumamente positivos.
Los fineses se hicieron conocidos por versionar canciones populares de heavy metal con estos particulares instrumentos. Se sabía, entonces, que las voces del público iban a tener gran protagonismo, por eso cuando interpretaron “Nothing else matters” y “Seek & destroy”, de Metallica, e “Inquisition symphony”, de Sepultura, nadie se sorprendió de la reacción de la masa.
El misterio sobre el vivo de Apocalyptica quedó develado con una actuación deslumbrante. Cada uno de los presentes se sorprendió por la actitud y por la energía que transmitían sus intérpretes. Se decía que su música es tediosa e instrumental, y que ellos son fríos en escena. Ellos se encargaron de refutarlas desde el inicio.
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