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El caos es nuestro

Alec Empire sabe que la revolución, el caos y la anarquía que soñaba de chico estaban cada vez más lejos cuando separó la banda allá por 2000; hoy el mundo se pone de pie y él está ahí para musicalizar la revolución. Solo pierde quien se rinde, y por eso insiste con Atari Teenage Riot. Por eso ni bien sale al escenario dejar lucir su remera que dice “La internet debe estar libre del control de los gobiernos”. Hardcore digital al palo.
Hubo un tiempo en donde ATR, The Prodigy o Nine Inch Nails sonaban peligrosos. Hoy está lejos de eso. De hecho, y aunque no han perdido popularidad, el sonido fue envejeciendo muy rápidamente. Pero ATR siempre mantuvo una cuota extra de violencia que no los hacen apto para todos. Pelos multicolores, drogas de todos los gustos, remeras de bandas que apuntan al terrorismo sonoro. Es música electrónica pero, tranquilos, que no encontrarán el ambiente Creamfields acá. Si el mundo se viene abajo, ATR está acá para musicalizarlo.
Alec Empire, Nic Endo y CX Kidtrnonik: tres mc’s y ningún dj; solo una máquina disparando secuencias. Destruyamos la música desde su núcleo. No hay banda. Y desde el comienzo con “Activate” hasta el mismo fin no hay respiro; es un ataque constante de beats, secuencias, loops y mucho, mucho ruido. Parece mentira que ese rubio que a sus 40 años tiene cara y cuerpo de niño destile tanto odio y violencia. Las apariencias engañan. Para un chico punk crecer en un país dividido (Alemania) debe ser fuente de inspiración para largo rato.
Los artistas muestran tanta intensidad como su público. Kidtronik rapea a toda velocidad mientras se balancea sobre el público colgado de las cortinas del lugar y surfea el peligroso mosh. Nic Endo baila mientras escupe sus agudos hasta dejarte sordo. Alec Empire rota entre sus consolas y el micrófono para dejar las cuerdas vocales con sus propuestas anti bélicas, anti control, anti fascistas. Todo eso durante una hora y media de completo caos sonoro. El agite de la gente no disminuye y se vuelve peligroso. Una lección en violencia.
El repertorio es un enganchado de viejas y nuevas canciones: “Is this Hyperreal?”, “Start the Riot”, “Black Flags”, “Into the death”. Por los títulos de las canciones se darán cuenta que no son gente que se tome las cosas a la ligera.
Alec Empire llevó todo hasta las últimas consecuencias. Obviamente no hay solo de nada. Si en algún momento puede haber un solo de algo es una continuación de secuencias a lo Merzbow para los bises. No hay púas que regalar. Lo más cercano a un instrumento es un diskette. Gente nacida antes de 1993 debería acordarse de lo que es. El concepto es toda su obra.
Antes de “Revolution Action” el líder profesa liberarse contra toda opresión y nunca dejar de luchar contra el fascismo. La lucha no será pogueando en un boliche ni caceroleando por dólares, pero las ideas son las que quedan.
Tal vez la propuesta de la banda perdió impacto durante la época que no estuvieron activos. Hoy, con el auge del dubstep, tal vez haya nueva vida para el techno. Ojo, que esto es otra cosa de todas formas. Cualquier sea el destino de la música, ATR vino y dio un show de acto impacto y violencia. En tiempo de agitaciones y discusiones políticas, nada mejor que una noche frenética y llena de violencia para cortar la semana.
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