RESEÑAS

El camino de los corazones

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“Nos vamos Hablando de la libertad, dice CHIZO cuando ya es medianoche y casi 20 mil personas flamean sus banderas y sus almas al pulso de la gran despedida de siempre, ese tema de “Despedazado por mil partes” que contiene entre sus versos la enseñanza que el chamán DON JUAN le diera a CARLOS CASTANEDA hace ya cuatro décadas: “Para mí sólo recorrer los caminos que tienen corazón, cualquier camino que tenga corazón”.

Y desde Capital fueron 478 kilómetros, desde Córdoba, 330; de Rosario, 150; de Paraná, 31; de Colón, 297; y cada uno de los que fue tendrá sus números recorridos, hasta el que vivía en frente de Unión, que solo tuvo que cruzar la calle para vivir este ritual.

De todos lados llegó el público rengo, como en cada cita a lo largo y ancho del país. Venían de dos plantazos, y no por culpa de la banda: primero este mismo show se pospuso por las fuertes tormentas que azotaron la provincia de Santa Fe, y luego la suspensión para los shows en Neuquén por parte del gobierno provincial, que luego de asesinar a un maestro no vio con buenos ojos que toque el grupo y acusó que no podían ofrecer seguridad. Vaya paradoja.

Decenas de micros estacionados en las adyacencias, miles de tetra bricks que alfombraban el boulevard que conduce a la cancha, el conurbano bonaerense entero estampado en pedazos de tela, y también varias historias del cómo se llegó desperdigadas por el aire.

“Por la ribera de La Boca, una noche de verano contemplaba las estrellas y la calma infinita”, cantaban más de veinte locos chapoteando en los charcos que había en plena cola, mientras liquidaban lo último que quedaba de esa bebida espirituosa en ese gran envase de gaseosa trucha.

Una vez adentro, se sentía cálido el estadio del Tatengue. Menos de 20 mil personas para un show de LA RENGA, a esta altura, parece algo íntimo, y con la espectacular escenografía en rojo y negro de la gira “TruenoTierra”, y dos pantallas de gran tamaño, estaba todo dado para una excelente noche.

La oscuridad tomó la cancha por asalto durante unos minutos, y la adrenalina del comienzo generó ese revuelo de piernas lanzándose hacia el frente, tratando de llegar lo más cerca del escenario posible, para tener a la banda cara a cara en ese comienzo con “Almohada de Piedra”.

Desde el comienzo algo anduvo mal: no se escuchaba ni la voz ni la viola de CHIZZO, la base compuesta por TANQUE y TETE estaba más presente que nunca y la gente con su impulso llevó la voz cantante, tanto en el primero como en el que le siguió, “A Tu Lado”.

Al fin se escucharon los bramidos del rubio líder, que sujetaba la melena con el ya típico pañuelo, con “Montaña Roja” y el emocionante clásico llamado “El Rito de los Corazones Sangrando”. Pero de la guitarra, pocas noticias. De a poco fue tomando lugar tímidamente, pero hasta el final del show no pudo sonar como debía, lo que fue sin dudas el gran condicionante de la noche, una piedra en el zapato para el camino de esta gran banda que esta vez quedó renga de su conocido potencial.

El show era parte de la gira presentación del nuevo álbum “Truenotierra”, y no dejaron afuera ni una de las 12 composiciones, las que fueron intercalando con temas de todos sus discos anteriores, completando una lista extensa de más de 30 títulos que sonaron en casi 3 horas.

Como ya nos tiene acostumbrados, CHIZZO fue presentando cada una de las canciones con unas breves palabras pronunciadas con esa fuerza extraña que tiene cuando habla sobre el escenario. La gente acompañaba con cantos y banderas, y en las populares se vivía un fervor apasionado, tanto con cada clásico como con los nuevos predilectos.

En “El Final es en Donde Partí”, un estadio completo se pregunta en qué lugar habrá consuelo para su locura; en “El Twist del Pibe” se debaten acerca del destino; y en “Oportunidad Oportuna” se deciden a ir a buscar el tren de los sentimientos.

Son 20 mil espíritus envueltos en esta causa, vienen a compartir una noche a puro grito, deseo y desazón con esta banda a la que le siguen cada letra y cada nota, y en la que ven representadas muchas de las ideas en las que apoyan su existencia.

Todos los alambrados estaban cubiertos por trapos, imagen extraña para los tiempos que corren de prohibiciones absurdas. Claro está, unos pedazos de telas pintadas no trajeron complicaciones. Ahora, si uno quería refrescarse, la única manera era comprar un vasito pequeño de gaseosa de dudosa procedencia en 3 pesos, ya que no había canillas en todo el estadio, y la Cruz Roja no ofrecía ni siquiera un vaso de agua.

“Embrollos, Fatos y Paquetes” fue el más festejado por los viejos seguidores, ya que es de esos que no suena seguido; para “Viva Pappo”, MIYO MIGLIORANZA, amigo de la banda y responsable de la grabación del disco doble, se destacó con su viola y CHIZZO lo definió como parte de los discípulos del CARPO. MANU y CHIFLO hicieron lo suyo en los vientos, con destellos en canciones como “El Ojo del huracán” o “Lo Frágil de la Locura”, que tiene una épica recta final de armónica; el primero también le puso la voz a “Entre la Niebla”, en la primera canción de la banda.

Y el camino de los corazones –a veces sangrantes- que había llegado hasta esta ciudad, tuvo su final para esta noche con aquel manifiesto que despierta una emoción colectiva incontrolable de más de 6 minutos, que revela un estado de ánimo ante la vida, que va a buscarle una verdad a tantos corazones, y una de estas verdades se las trae LA RENGA, que con mejor o peor sonido, les hace más llevadero el transcurso del tiempo a todos ellos que vivieron este fin de semana rengo.

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