DISCOS
Dulce deja vu

El último esbozo discográfico de David Lebón fue en colaboración con su eterno amigo Pedro Aznar (con quien retomará presentaciones el año próximo). Vienen de editar en 2007 un disco doble en vivo en un formato íntimo que cosechó elogios por doquier. Allí repasaron parte de la carrera de ambos, así como también algunos éxitos de Serú Girán. Para encontrar el antecedente genuinamente solista de David nos tenemos que remontar al 2002 con la edición de “Yo lo soñé”.
Para gestar este nuevo álbum, “El Ruso”atravesó más de un cambio. Por empezar abandonó la provincia que lo cobijó durante los últimos doce años y que sirvió para mantenerlo alejado de sus adicciones: “Dejé Mendoza porque me estaba secando como una planta”. Actualmente está viviendo en un hotel de Villa Urquiza: Acá pago un alquiler que sale como el de un departamento y tengo mucamas, no pago luz, tengo Internet y la piletita”, describe.
El disco tiene el plus de contar con varias colaboraciones que no son solo musicales. Para empezar, Luis Alberto Spinetta fue el encargado de diseñar la tapa del disco. Y ya pasando a las canciones se encuentran invitados de lujo, como Juanse, Ricardo Mollo e Hilda Lizarazu.
El tema que da nombre al disco es justamente el que abre la placa. Una base de guitarras acústicas se combina con un punteo eléctrico, y si bien el tema no termina de acelerar, la voz de Lebón suena bien rockera. El segundo track, “No quiero encerrarme”, es de esos viejos blues que tan bien le sientan a David, con un solo de guitarra capaz de despertar la atención del oído más distraído. “Buenos Aires blues” se inscribe en la misma clave.
“En una hora” se acerca en su formato a una balada; sin embargo, la voz de David suena, por momentos, furiosa, acompañando de la mejor manera versos que se prestan para dicha entonación: “Si me vas a dejar, que sea en una hora”. El solo a cargo de Ricardo Mollo es simplemente delicioso.
Juanse aporta su precisa desprolijidad rockera para hacer de “Déjennos vivir”, otro gran tema. Mientras, la urgencia es la clave de “Y es así tu amor”.
En la otra cara del sonido rockero que elogiamos, se destacan los mid tempo de “Soñalo como querés” y “En mi vida” (ambas con participación de Hilda Lizarazu), y la preciosa balada “El tigre y el dragón”.
Párrafo aparte merece la versión de “Viernes 3 am”, encargada de cerrar el álbum. Lebón justifica su elección de incluirla: “Primero porque me gusta, y segundo, porque no participé en él cuando estaba en Serú. Yo estaba al costadito cuando Charly grababa el tema en 1979”. La versión, algo más rockera y subida de tiempo, no deja de emocionar casi tanto como la original.
Acaso sea una historia de nunca acabar la falta de reconocimiento para con algunos grandes artistas de nuestro rock. David Lebón, lamentablemente, no escapa a esta lógica injusta. Sin embargo, con discos como “Deja vu” se renuevan las esperanzas para que ese merecido reconocimiento finalmente se materialice.
Recientemente David declaró que nunca le gustó ensayar: “lo mío siempre fue el corazón y no la cabeza”, y eso claramente se refleja en el disco. El corazón del que habla Lebón se nota en los tonos de su voz, los gritos, los susurros, y en otros casos es su guitarra la que late por él. Sin llegar a la taquicardia, “Deja vu” aumenta placenteramente el ritmo cardíaco de cualquier oyente.
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