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Dream Theater: nueva misa progresiva

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La banda de John Petrucci regresó por quinta vez al país para demostrarnos por qué son los reyes indiscutidos del metal progresivo, esta vez con el rio de testigo en Mandarine Park. Aquí te contamos lo sucedido en la segunda jornada.

Ni los más poderosos vientos de la costa se llevaron la pared de sonido compuesta por Dream Theater. La nueva locación, al aire libre, frente al rio de la Plata y con aviones yendo y viniendo suponía un desafío para la agrupación de James Labrie, pero su profesionalidad y experiencia supieron responder a estas dificultades resultando en unas de sus visitas más significativas, esta vez en dos fechas consecutivas. El único punto negativo fue la diferencia -bastante significativa- en cuanto convocatoria de la primera jornada comparada con la segunda, donde no produjo ese calor humeante que se eleva en el aire cuando hay cientos de almas apretujadas saltando. De todas formas, la entrega de la banda a su audiencia es inalterable, así sea el bar más pequeño del mundo o el estadio más gigante.

Similar a una obra teatral, el concierto se dividió claramente en 3 actos. El inicio, con una espectacular animación, repasó todas las tapas de sus discos y adelantó los geniales materiales artísticos que proyectaría la banda durante las 3 horas de duración del show. “False Awakening Suite” sonaba durante esa intro. John Petrucci (guitarra), John Myun (bajo), Mike Mangini (batería) y Jordan Rudess (teclados) ya estaban posicionados y marcando el ritmo de “Enemy Inside” (de su último disco homónimo) para la entrada de James Labrie y nada volvió a ser lo mismo.

Su contundente voz se escuchaba clara y fuerte, como debe ser, y de la misma forma los demás instrumentos. Siguieron “The shattered Fortress” y “On the Back of Angels”, perteneciente a “A Dramatic Turns of Events” (2011). La corriente adrenalínica bajó un cambio con “The Looking Glass”, del último cd. Pero “Trial of Tears” y “Enigma Machine” significaron lo más apetitoso de este acto, ya sea por la duración de la primera (15 minutos) como por el viaje instrumental que propone la segunda, acompañado por una brillante animación en pantalla. Mangini tuvo momento para su solo, y si bien tiene una espalda muy grande que cubrir (la de Mike Portnoy) cumple su función y moldea su propio carisma. “Along for the Ride” y “Breaking all Illusions” terminaron esta parte del concierto.

Quince minutos exactos de reloj se proyectaron en cuenta regresiva. Sin embargo, al poco tiempo fueron reemplazados por divertidos videos donde los miembros de la banda se auto parodiaban. Este acto estuvo más basado en repasar el disco “Awake” (1994), interpretando las canciones “The Mirror”, “Lie”, “Lifting Shadows off a Dream” y la emocionante “Space-Dye Vest”. Piezas vieja escuela donde Petrucci metió riffs pesadísimos que hacían parecer como si sonaran 3 guitarras en una. Otra épica de larga duración cerró este set: “Illumination Theory”, de su más reciente material, encajando a la perfección con el repertorio más antiguo.

La extensa jornada llegaba a su fin. Y los fans que aguantaron de pie desde el anochecer hasta entrada la medianoche tuvieron su recompensa. Uno de los álbumes conceptuales más complejos y elaborados por Dream Theater tuvo su lugar en la lista: Metropolis pt. 2: Scenes of a Memory” (1999) de donde sonaron “Overture 1928”, “Strange Dèjá Vu”, “The Dance of Eternity” y “Finally Free”, dando el broche de oro a tres horas de prolijidad innata.

Cada uno de los presentes tendrá su parte preferida, más emocionante o descontrolada que otra.  Aquí destacamos la sincronización que tiene la banda para, con sus canciones, pasar por casi todos los estados de ánimo; ya sea por el virtuosismo de Petrucci, la nave espacial de percusión que maneja Mangini, los tonos alcanzados por LaBrie o la solidez de Myung en el bajo. Aunque en este concierto el que se llevo más aplausos fue el tecladista Rudess, que cautivó a todos con su órgano móvil y los efectos mágicos que provocaba. Incluso se auto coronó al final del recital usando un sombrero de mago. Esto marca el estilo que maneja la banda, que luego de perder a un miembro principal, se adaptó y mantuvo su calidad. Ya sea en ambientes cerrados cómo abiertos, la misa es la misma.

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Redacción ElAcople.com

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