RESEÑAS
Disco nuevo, aires nuevos

La onomatopeya tic-tac puede representar muchas cosas. La intensidad de un reloj que delimita y separa el tiempo pasado, olvidado y sepultado, del presente que golpea para trascender y del futuro incierto; puede significar el ruido del agua que fluye, de las gotas que caen, de las lágrimas que escapan limpiando tristezas y refrescando alegrías; puede ser el sonido del corazón, cuando está en ruinas… o totalmente enamorado, o exaltado, agitado, o el corazón en paz. O puede ser todo esto junto y alguna que otra cosa más, si decimos que “Tic Tac” es la séptima (contando Eps y otras rarezas) y último trabajo del BOCHA.
Continuando con la línea de “La tranquilidad después de la paliza”, editado hace dos años atrás, el prolífico cantautor platense nos vuelve a engalanar con trece canciones simples pero filosas: no se va a encontrar ningún hit (¿acaso alguna vez le interesó contar con alguno?), pero más de una canción va a quedar sonando en la cabeza por su sencillez, por su desborde de poesía y por cómo suena… por momentos desafiante, peligroso y gorrionero, por otros intimista y visceral.
La noche del sábado empezó pasadas las 23.30 con WILLEM, un cuarteto de pop-rock que no carece de actitud ni intensidad pero que se suma a la infinidad de banditas (pop-rock) que abundan en la escena y que, para ser sinceros, no cortan ni pinchan.
Un gran detalle: en el público también se encontraba FRANCISCO, que cayó con su banda y su novia mientras los chicos tocaban y se quedaron hasta que terminara el show como cualquier otro hijo de vecino. Cero divismo. O divinos, lo que se dice.
“Tu voz se va” y “No vuelvas” abrieron el show que no prescindió de los clásicos como son “Nazareno”, “Maratón de Torturas”, “Feliz cumpleaños”, “El gorila” y “Hojas de alcaucil”.
Si bien al Bocha lo acompañan el gran guitarrista FERNANDO KABUSAKI (con su forma tan particular de deshojar y acariciar la guitarra), CRISTIAN FABRICIO (batería) y MATÍAS MANGO (teclados), la banda suena más ajustada en el disco que en vivo. Se destacaron en “Libera” y “Balvanera”, canción con aire primaveral y que muestra al ex PELIGROSOS GORRIONES en su mejor salsa: “quiero tanto espacio, hasta ver el cielo en tu jardín, detrás de nuestros ojos (…) Dime hasta cuando seguirás marchando para acompañarte mientras tanto….
Mientras algunos se acercaban y compraban el nuevo disco que es doble, pero no, porque trae dos discos iguales de la misma obra -toda una política emprendida por la disquera Averecords para fomentar y “recuperar la cultura del disco original” (sic)-, arriba del escenario pintó el recuerdo y el bizarrismo coherentemente incoherente que caracteriza al imprevisible BOCHATÓN: luego del momento solista y acústico en donde desempolvó sus más exquisitos temas (léase ”Pastillas Celestes”, “Píntame los labios”) entre risas y con cierto halo de improvisación dieron mecha a una lista de covers que fueron desde “Si tu no vuelves”, de MIGUEL BOSÉ, pasando por “Extraño ser”, de MAN RAY, “Lobo hombre en Paris”, de LA UNIÓN, y “Dame una señal”, de Virus.
Con “Canto familiar”, “Vida simple” y “Caja de zapatos” la cosa se puso más seria y entre gritos y conversación con la gente de público se fueron despidiendo.
“Este tema insoportable que no me lo puedo sacar de la cabeza, se lo dedico a BRUCE SPRINGSTEEN y a MICHAEL JACKSON”, dijo el BOCHA y largó con “Amo el Jardín”, uno de los clásicos de LOS PELIGROSOS GORRIONES, esa gran banda que perteneció a la generación de Nuevo Rock Argentino de los noventas y cuya desaparición trae mucha nostalgia en una época ya oxidada, donde LA 25 es revelación y cabecera de festivales insulsos que inflan bandas como el gas de la gaseosa que venden. Por eso esta vuelta de FRANCISCO BOCHATON hay que destacarla. Por el esfuerzo, la renovación y los aires nuevos que traen y movilizan, aunque sea desde abajo.
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