RESEÑAS

Diez años Descalzos

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Las fiestas no son una sucesión de eventos encadenados que llevan a su culminación impostergable; son (por el contrario) un encadenamiento en red de diferentes sucesos que se van entrecruzando sin orden cronológico y de manera aleatoria según las circunstancias: el clima, el ambiente, el estado de ánimo de los comensales, etcétera, que termina de la manera que las causalidades pretenden. Si lo de ANDANDO DESCALZO este sábado no hubiera sido una fiesta, entonces lo que ahora se lee sería simplemente un esbozo de lista de temas con las menciones correspondientes a los detalles más significativos del festejo.

El clima era óptimo y ventilado en un Teatro con buena concurrencia y de fantástico humor. Los DESCALZOS se encargaron que ese ánimo no decayera desde que se abrió el telón hasta que todos se fueron queriéndolos como quieren ellos: bailoteando de alegría y sonriendo.

Un tipo que parece un jipi está prendiendo un cigarrillo de dudoso contenido. Lo pasa a su amigo, que lo pasa a otro amigo que se lo pasa a una chica de rastas. Conversan un rato largo entre ellos -seguramente deliran- y finalmente ella saca una birome y un papel, anota algo, se lo da al jipi, se da vuelta y se va. Que bella canción es “Confundí” y el cigarro está en mis manos.

Toda fiesta obedece a ciertos rituales preestablecidos que conforman las razones de los hechos que en ella se desencadenan. Con “Pantuflas” el Teatro entero se agachó; en otra oportunidad se abrió la concurrencia de la pista para dejar un claro en el que se desató un moderado pogo; y se rindió homenaje a THE DOORS con “Alabama Song (Whisky Bar)” en una versión con olor a lo más oscuro de MADNESS.

Sube un chabón al escenario –“es amigo” dice JUANI- y tocan una canción que se cuelga hablando de ojos. No fue el cigarro, realmente me causa mucha gracia esa hermosa canción y da felicidad ver a los amigos juntarse para una cosa como esta (JUANI elogia delante de todos a su amigo: “Él hizo `El Marinero´”).

Siguen pasando los invitados: el cantante de LA NEGRA, el baterista de PAMPA YAKUZA, un personaje menudo, de barba y con pinta de Sensei que aparentemente es maestro de la banda (aunque sospecho fuertemente que es el jipi que obtuvo la nota de la chica de rastas). De todos ellos no tengo un solo nombre, estuve demasiado atento a la prolijidad de los ritmos y a los pasos de baile de JUANI, pero es seguro que aportaron sus buenos matices, incluyendo el sabroso cuarteto samurai en el que colaboró el cantante de LOS PARRALEÑOS.

EL ACOPLE envió su regalo

Una fiesta es una oportunidad de retribuciones. En los cumpleaños, los invitados llevan sus regalos y esto es precisamente lo que esta bonita publicación hizo durante el festejo. De las manos de LEANDRO “FACHA” PEREDO, la banda recibió un cuadro con parte de la primera edición en la que apareció la banda. Gracias ACOPLE, gracias DESCALZOS, cumplido un amistoso protocolo, la banda sigue tocando.

Hay personas vestidas de operarios de laboratorio subiendo al escenario (gente amiga de la banda era). Va a sonar “Polietileno” y con ese pegadizo “queremos bailar” uno puede darse cuenta que la fiesta está desatada.

Hay una piñata volando entre el público. Apareció ahí, con la fiesta desencadenada en su máxima expresión. Sigo a la piñata como un autista. Entra y sale del escenario, pega en la cabeza del bajista súper concentrado que ni se inmuta, vuela lento describiendo un arco pronunciado y es interceptada por una fallida tijera del cantante. Vuelve al público, debo seguirla. Hace calor, todos están bailando, nos confundimos y ya medio que somos uno. Hace calor, siguen bailando y yo me saco las zapatillas. Ya fue, esta crónica está toda fuera de orden.

Una fiesta concluye cuando la energía de los participantes y su nivel de satisfacción por los resultados están en orden proporcional y equilibrado. Así, las caras muestran sonrisas, hay abrazos con cánticos, arrumacos, felicidad y algún que otro fisurado. Durante diez años es lo que ANDANDO DESCALZO ha ido regalándole a su gente y no sería faltar a la verdad decir que merecen, como mínimo, diez años más.

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