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De Tango Feroz a Ramsés VII
Con el reestreno de Tango Feroz volvió la polémica en referencia a si esta película cuenta o no la verdadera historia de quien fue uno de los pioneros del rock argentino: Tanguito.
El film que fue un éxito de taquilla en 1993 y que inclusive reactivó a la música nacional por ese entonces, vuelve a las salas en una versión remasterizada en HD, 21 años después de su realización.
Sin dudas, “Tango Feroz” está lejos de contar la vida del músico, la historia de La Cueva y de sus amigos pioneros en nuestro rock. La realidad es que este largometraje toma la leyenda de Tango y genera una ficción alrededor de su figura. Si bien se puede aclarar que gran parte de lo que se cuenta en la película es inexacto, lo que se puede destacar es que toma el mito del primer mártir del rock argentino y lo vuelve masivo para que los curiosos investiguen sobre este músico que hasta ese entonces era conocido por pocos.
La realidad indica que Tanguito era un artista poco comprendido, un adelantado, muchas veces maltratado por el sistema, y pese a su talento muere en soledad luego de estar internado en el hospital Borda. Esta es la historia en la que se basa el director Marcelo Piñeiro para su ficción más allá del resto de la trama que necesitó para hacerla atractiva como película, sobre todo en ese comienzo de la década del 90 donde las producciones argentinas que se estrenaban poco tenían que ver con esta temática. Por ende, y entendiendo que “Tango Feroz” no es un documento biográfico, la película sirve como un primer acercamiento para un montón de jóvenes que hoy, como yo hace 21 años, se preguntan: ¿Quién era Tanguito?
José Alberto Iglesias, alias Tanguito, fue uno de los fundadores y responsables del rock en español en Argentina junto a otros jóvenes. A mediados de la década del 60 empezaron, en primera instancia, a traducir letras de Elvis, The Beatles y The Rolling Stones para luego crear sus propias canciones de rock en español. Para ese entonces, Tanguito -o Tango– ya había tenido una experiencia musical: con apenas 16 años fue cantante del grupo Los Duckes, una banda estilo Club del Clan que tocaba intensamente en clubes bailables interpretando algunos temas de él, otros de la banda y muchos covers de artistas de la época como Palito Ortega. Con ese conjunto, Tango logró grabar 2 simples, en el último incluye un tema de su autoría, titulado «Mi pancha».
Luego , con 18 años, a partir de su amigo Horacio Martínez que tenía un contacto con la discográfica de moda RCA, Tanguito se entusiasmó con la idea de grabar un disco solista, renunció a Los Duckes y empezó a viajar cada vez más seguido desde su Caseros natal a la ciudad de Buenos Aires. Si bien no logró grabar en ese momento, empezó a relacionarse con distintos jóvenes que, como él, estaban empezando a coquetear con la idea de hacer rock en castellano.
En esa primer camada que fundó lo que conocemos como rock argentino estaban Litto Nebbia, Moris, Pajarito Zaguri, Alejandro Medina, Pipo Lernoud, Miguel Abuelo y Tanguito, entre otros chicos que empezaban a juntarse en distintos cafés y bares de la ciudad para intercambiar experiencias artísticas. Corría el año 1965 cuando comenzaron a juntarse cada vez más seguido en un reducto de jazz llamado La Cueva, un sótano ubicado en la calle Pueyrredón 1723. El grupo de amigos en el que estaba Tanguito empezó a mezclarse con los músicos de jazz, todos convivían en el mismo espacio y comenzó a ser habitual la participación de los jóvenes en el escenario, donde se escuchaban los tradicionales temas de rock en inglés «sanateado», los «traducidos» y los propios que empezaban a componerse; Moris, Tanguito y Litto Nebbia era los más prolíficos. Cabe destacar que Sandro era muy habitué en La Cueva, empezaba a perfilar su carrera y veía con buenos ojos lo que estaba naciendo allí.
En este marco, el cruce entre los artistas era cotidiano; eran todos amigos y formaban parte del mismo grupo, y allí se intercambiaban poemas, canciones y experiencias. Un poema de uno era musicalizaba por otro, uno empezaba una canción y el otro la terminaba. Esto era una práctica diaria. Todos querían grabar, todos querían ser músicos profesionales, tenían un sueño y aún no eran consientes que estaban inaugurando el rock argentino.
Para ese entonces se hizo cada vez más frecuente la participación de Tango como parte estable de la artística de La Cueva y ya para el año 1966 se realizaron una serie de conciertos en el teatro La Fábula a modo de presentación de estos nuevos artistas que estaban surgiendo. Allí Tango participó interpretando “Tutti Frutti”, de Little Richard, y “Perro feroz”, de Leiber y Stoller, dos clásicos himnos del rock que formaban parte del repertorio de Elvis Presley.
Fue en esa época cuando en el baño de La Perla de Once (un café a 20 cuadras de La Cueva donde los músicos solían terminar sus noches y esperar el amanecer), Tanguito empezó a componer lo que es considerado el primer hit de la historia del rock en castellano: “La balsa”. Luego, Litto Nebbia se sumó a la composición y juntos terminaron la canción. Para 1967 el tema fue grabado por Los Gatos, el grupo que tenía Nebbia. El simple se transformó en un éxito y luego el LP fue el más vendido del año. La canción fue tomada como bandera de miles de jóvenes que se sentían identificados con la letra.
Con ese suceso, Tanguito se transformó en un referente por ser el co-compositor del tema más escuchado de la época. Por ese entonces él quería ser llamado Ramsés VII.
Cobró muchísimo dinero por las regalías de “La balsa”, que gastó en discos y guitarras, según cuenta la leyenda, olvidándose la mitad de las cosas en distintos taxis.
En paralelo al crecimiento de la cultura joven, el pelo largo y la idea de vida más libre, la policía empezó a reprimir y a detener a quienes llevaban a cabo este tipo de conductas. Era un momento difícil ya que el país estaba bajo la dictadura del Gral. Onganía.
A partir de ese momento cerraron La Cueva y empezaron a perseguir más ferozmente a los jóvenes, y obviamente Tanguito fue víctima de esta coacción y pasó largas noches en comisarías, muchas veces maltratado por el personal policial. El aspecto de Tanguito ya era agresivo para los uniformados: pelo largo, campera de cuero, botas, pañuelos al cuello… todo era motivo suficiente para ser detenido. Y si bien él quería formalizar su carrera musical, la persecución policial era intensa y lo relegaba. Incluso cuentan q muchas veces logró salir de la comisaria al agarrar la guitara y afirmar que él había compuesto “La balsa”; lo cantaba con ese dejo de tristeza que tiene su versión y luego recuperaba la libertad.
Aprovechando el viento de cola de “La balsa” y Los Gatos, parte del grupo de La Cueva logra grabar sus discos: Manal, Almendra, Los abuelos de la nada y Moris entran al estudio y se empiezan a profesionalizar. Tanguito también logra grabar un disco de dos canciones bajo el nombre Ramsés VII con el que nunca estuvo muy conforme ya que la orquesta era demasiado comercial para su estilo. La compañía discográfica tampoco apoyó el lanzamiento y el simple fue un fracaso.
Sin embargo, también para esa época, Tango realiza una serie de maquetas en el estudio TNT, solo con su guitarra (un material inédito que permanecería oculto hasta 2009, cuando se editó «Yo soy Ramsés»); allí se escucha toda su genialidad y crudeza, la misma con la que conmovía en La Cueva a mediados de los 60.
Con el florecimiento del rock en castellano los jóvenes empezaron a copar las plazas tanto de día y como de noche y Tanguito se transformó en el dueño de los fogones: con su voz exquisita, el compositor se pasaba toda la noche tocando la guitarra con sus amigos alrededor del arenero. Ya no eran los mismos de La Cueva: se trataba más bien de un grupo de chicos que idolatraban a Ramsés.
Ya a mediados de 1968, Tanguito empezó a tomar contacto con drogas duras y sus detenciones se hicieron cada vez más frecuentes, su carrera artística se empezó a frenar y su luz a apagar. En paralelo, el movimiento del rock argentino crecía fuertemente: las bandas grababan continuamente y empezaban los primeros festivales.
En 1969 Tango logró entrar nuevamente a un estudio, gracias a que el sello Mandioca y Javier Martínez insistían con grabarlo. Allí interpretó algunas canciones en formato demo; la idea era trabajar sobre los temas paro un futuro disco. Pero ya no era el mismo que conmovía con sus canciones y con su interpretación en La Cueva; con los brazos perforados y pocos momentos de lucidez dejó plasmadas algunas canciones que se editarían después de su muerte, aunque el material no refleja al Tanguito que se transformó en leyenda.
Los últimos años del músico fueron muy duros. Después de numerosas detenciones, en febrero de 1971 llegó a ser considerado por la Policía Federal como cabecilla de una banda de narcotraficantes. Una acusación ridícula y polémica ya que, según los testigos, Tango era víctima de las drogas y no alguien que las comercializara.
Tanguito no tuvo paz; ni bien recuperó la libertad comenzaron las periódicas reclusiones en la Unidad Penitenciaria del Hospital Borda donde, por otro lado, se había puesto en marcha un servicio de atención a drogadictos, donde la forma de «curarlos» era a través de electroshocks. Sus últimos años fueron penosos, rodeado de atrocidades y momentos horribles que ningún ser humano merece vivir.
El 19 de mayo de 1972, con apenas 26 años, Tango se escapó del hospital Borda y cerca de la estación Palermo del ferrocarril San Martín (el que lo llevaría a Caseros) fue atropellado por el tren y murió en el acto. Nunca se supo bien si fue un suicidio o cómo llegó hasta allí. Lo que sí ocurrió a partir de ese instante fue el inicio de la leyenda que continúa hasta hoy.
Tango no será feroz, pero es parte de nuestro ADN rockero. Fue el primero en no encajar, en chocar contra un sistema represor que lo coartaba y que lo fue envolviendo en sí mismo hasta hacerlo desaparecer. No logró ser masivo en su época, pero un puñado de canciones lo volvieron eterno. Por eso, de alguna u otra manera, polémica mediante o no, celebro que se siga revisando la historia de quien fue, quizás, el primer punk argentino. Un tipo sensible que hablaba de amor, de rebeldía, pero que también anunciaba que se estaba destruyendo el mundo. Un artista que cantaba canciones como «Natural» o «Amor de primavera» pero también gritaba al micrófono lo horrible de la guerra y lo mal que estaba (y está) el mundo, como en «El hombre restante» o «Vociferando», 2 temazos totalmente actuales. Y qué decir del delirio de «Yo soy Ramsés» o la versión inmejorable de «Yo no pretendo». Un revolucionario del amor que se fue hace 42 años y todavía sigue conmoviendo. Gracias Tanguito.
Germán «Tano» Nieto es periodista y el realizador del documental «Yo soy Ramsés» para Canal Encuentro.
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