RESEÑAS

De pie

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En el desfile de puntualidades y restricciones que se vive post Cromañón, el telón se desliza hacia los costados, marcadas las dos de la mañana. Todos terminan de instalarse en sus butacas, tratando de esparcir el humo que dejó la banda del turno anterior. El escenario recibe ahora a LA IRA DEL CORDERO.

Sin Nubes

Detrás del humo develado por las luces azules, una cuerda de eléctrica rebota sobre el sonido de corazón del bajo de AGUS, preparando el clima con “In the flesh” de PINK FLOYD.

Luciendo su remera de RADIOHEAD, EL PETISO suelta el piano en busca del micrófono para hacer “Hey”. Zapan en un folk en “Bailando”, dejando que la guitarra del EL GORDO envuelva en solos el tumbeo de batería de MILY.

Juegos de riff se suspenden entre estrofas para hacer escuchar los susurros del cantante, quien se mimetiza con los niveles de volumen del tema: reposaba su voz sobre el eje de sus rodillas, elevándose entre gritos y solos de guitarra de “Pipistrela”, canción de su primer disco.

“¡Buenas noches! Nosotros somos LA IRA DEL CORDERO. Gracias a todos por haber venido hasta acá” decía EL PETISO, recibiendo a la gente de sus pagos. El bajo suma las palmas a “Next week”, cover de SUMO, que junto a la banda de GILMORE, conforman las principales y notables influencias.

“Vamos a tocar unos temitas que van a formar parte de nuestro siguiente disco que se va a llamar `La tristeza de los árboles´” adelantan desde el escenario. Un cono de luz violeta atrapa a la voz de la banda, quien presenta el tema desde su piano, mientras el flash de una cámara ilumina al violero, quien lo acompaña recorriendo el mango en solos de “Suave”.

Entre medio de acordes suena “Huracán”. EL GORDO se hace puente no solo de estrofas sino de cada melodía de la voz, buscando permanentemente la complicidad del bajo para aclimatar cada tema.

Con la lengua afuera y siguiendo el compás con sus hombros, EL PETISO pierde su canto entre la batería de “Rascan”.
Como detrás de un telón de papel celofán rojo, las luces tiñen el escenario. Suena el tema que se ganó la portada de su próxima producción, mientras el frontman estira su mano, infiltrando el sonido en su mente, con ojos cerrados.

AGUS comienza a coser a los instrumentos para sumarlos a “Perra”, mientras agradece desde el micrófono. Frotando un buda de porcelana ubicado al lado del retorno como amuleto, el cantante cuelga solo de su grito -como marioneta sin hilos- para despedir la noche con “Evidencia triste”.

“Les cuento que metimos la lista en menos tiempo del que teníamos que meterla, así que estamos en bolas. ¿Qué quieren escuchar?” dice EL PETISO, mientras suspira afirmando: “…que banda veloz…” por entre medio de “Solita”, la canción que se gana el cierre y que guarda la postal de los cuatro músicos coreando, en medio del aplauso de su público.

La banda responde a su nombre con cada clima, donde envuelven en esa mirada de cordero, inocente y tímida, el sonido del despegue. Fusionan la ira desde cada solo de guitarra, grito o platillazo, buscando equilibrarse en cada estrofa, letra y canción, para un nuevo encuentro.

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