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Contra el cierre de la emisora

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Para impedir el cierre de la emisora se hizo un recital en la puerta donde actuaron RICARDO MOLLO, CARAJO, UN KUARTITO, KARAMELO SANTO, LA ZURDA, MAD, KEVIN JOHANSEN, Chizzo de LA RENGA, SUPER RATONES, GRAND PRIX, DDT, LOS MORRIS (que facilitaron el sonido para todos los grupos), JAIME SIN TIERRA, MONDO HONGO junto a LOS PARRALEÑOS y TURF. No tocaron pero se adhirieron a la defensa de la emisora ATTAQUE 77, BERSUIT BERGARABAT, CATUPECU MACHU, EL OTRO YO, BABASÓNICOS, PEDRO AZNAR, LOS AUTÉNTICOS DE CADENTES, PALO PANDOLFO, FRANCISCO BOCHATÓN y LEO GARCÍA entre muchísimos otros.

Arte y rebelión

A 3 meses de la caída de De la Rúa y la represión asesina en plaza de Mayo el rock nacional parece haber recuperado la conciencia social y la rebeldía. “Arte y rebelión es lo único que nos queda” decía el Ruso Verea desde los micrófonos de la radio mucho antes del 20 de diciembre, pero sus palabras están más vigentes que nunca. Punks, stones, heavies, alternativos, alterlatinos y oyentes de todo tipo (alrededor de 4000 personas) hicieron causa común para evitar la desaparición de FM Supernova: fue un muy buen primer paso, pero es solo el comienzo. Pueden mandar mails a fm9672002@yahoo.com.ar o pasar por Florida y Lavalle para dejar su firma a favor de la continuidad de la programación de la FM 96.7 MHz.

Manifiesto de los trabajadores de Supernova

Decimos No, no y no.
Las flamantes autoridades de Radio Nacional que asumieron en carácter de interinato, dispusieron que la frecuencia 96.7 ocupada por la FM Supernova desaparezca y que, desde abril, ocupe su lugar una frecuencia de música clásica. No hay que decir lo bueno que es para la humanidad que la música denominada culta suene, en una o en muchas radios, y que los autores clásicos interpretados por viejos o nuevos músicos encuentren su difusión. Este punto merece ser subrayado, destacado y no olvidado por quienes firmamos este manifiesto que queremos preservar un espacio ya existente de otro orden y con otros objetivos.

Por qué la preservación de Supernova Porque en ella circulan voces que tienen pocas posibilidades de ser absorbidas por el sistema privado de medios y, que aunque fueran absorbidas, no tendrían la posibilidad de desarrollar su trabajo fuera de la lógica de la obtención de rentabilidad para las empresas. El medio público permite olvidarse de ello y, entonces, habilita para desarrollar una experiencia más libre, sin la presión del color del dinero.

Porque la comunidad se ve favorecida al contar entre sus opciones comunicacionales con una radio donde el ejercicio libre habilita a suponer que la comunicación no es un don que se le otorga a quienes solamente cuentan con el favoritismo de los propietarios de medios por su funcionalidad para la recaudación.

Porque esta radio mantiene desde hace cuatro años, desde que se llamaba Vox, la buena costumbre de darle lugar a todas las expresiones artísticas existentes en Buenos Aires y alrededores, sin jerarquizarlas en función de su pauta publicitaria.

Porque cientos de grupos musicales de rock y pop obtuvieron su primera y única oportunidad de sonar en una radio de potencia razonable. Estos grupos pierden, al perderse Supernova, toda forma de difusión que no sea el compact mano a mano.

Porque en la radio se escuchan voces de escritores e intelectuales y no hay país viable sin actividad industrial, sin actividad rural y sin dos ideas juntas.

Esta radio con todo lo de bueno, discreto u olvidable que tenga en su programación está al aire y cuenta con una muy considerable porción de oyentes. Estos son básicamente jóvenes, de los empobrecidos y de los que todavía flotan y es criminal que un medio de control estatal se los pierda en nombre de nada. Las propias actividades institucionales de la radio, el auditorio, sus actividades solidarias, se potencian con su permanencia al aire y permite cubrir más ampliamente sus objetivos.

¿De qué hablamos cuando hablamos de medios públicos? Revisando la historia de los medios públicos en Argentina cuesta encontrar, al menos desde 1983 para aquí, un patrón ideológico que justifique que una parte, por cierto poco considerable, del presupuesto público se destine a su funcionamiento. Lo que se ha visto más bien, es el desarrollo de variables como la arbitrariedad, el amiguismo y, en muchos casos, la venalidad. Desde diciembre, nos encontramos con un elemento nuevo, la extraordinaria provisoriedad de los poderes constituidos. Y esto, que parece conmocionante y desgastante, estamos seguros que también puede ser la grieta por la que se filtren buenas intenciones en forma de buenas realizaciones. En eso estábamos quienes, en este increíble e inolvidable verano porteño, nos hicimos cargo de distintos segmentos horarios de la emisora.

Tras la asunción de Eduardo Duhalde nos encontramos con que el gobierno dispuso, luego de dos meses, autoridades para los medios públicos que significativamente fueron designados por un decreto que los denomina provisorios. Una pregunta subyace: ¿puede una autoridad provisoria dictar medidas que no lo son? Y otra pregunta: ¿puede hoy cualquier autoridad disponer a su antojo de los bienes y servicios de una institución pública sin dar cabida a la opinión de quienes serán implicados por sus decisiones? Creemos que no, no y no.

Con todo, la medida se dispuso sin ser acompañada de una fundamentación, lo que deja abierta la posibilidad a que el sinnúmero de rumores que acompaña la medida cobre verosimilitud. Que la decisión de poner radio clásica en el lugar tiene que ver con una presión de la Fundación Mozarteum presidida por Jeanette Arata de Erize en la cual colaboran distintos personajes vinculados al desguace del país o que, básicamente, de lo que se trata es de acallar un espacio donde se expresan opiniones que no necesariamente van en la línea del pensamiento gubernamental, si es que hay uno, claro, o que, extraoficialmente, Radio Nacional en su conjunto está en venta por lo que hay que empezar por achicar el número de personas que circulan por sus pasillos. Nada entonces como un viejo concierto de Bela Bartok interpretado por la orquesta de Arthur Rubinstein. Todos muertos y enterrados, bien lejos de aquí.

Aun si estos rumores fueran descabellados y la decisión fuera atribuible a una arbitrariedad administrativa, la medida anunciada durante una asamblea de personal mal comunicada y donde no se dieron a conocer fundamentos es un buen ejemplo de cómo funciona la toma de decisiones en las reparticiones públicas en la Argentina. Pasado un tiempo pocos saben por qué se decidió tal cosa o se firmó tal otra. Los actos de gobierno por pequeños que sean (este lo es, no hay que perder dimensión) hay que rastrearlos, entonces, entre una bruma de prejuicios, equívocos y malos entendidos.

Supernova, o este espacio que se encuentra en el 96.7 del dial de las FM y cuyo nombre es lo de menos, no puede ni debe ser y digamos esto en presente y en pasado, el capricho de ningún mandamás. Esta radio no pudo ser ni deberá serlo, más allá de las pretensiones de distintos directores, la radio de Fernando de la Rúa, ni la de Adolfo Rodr

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