RESEÑAS
Con toda la negrura

Cemento, año 2000. Fishbone desembarca al país para un legendario concierto al que muchos afirman haber concurrido. Un show plagado de músicos: los Cadillacs, Divididos, Pez, Los Natas. Fishbone es una banda que siempre fue elogiada por sus colegas. Pregúntenle a los ya mencionados o a No Doubt y Sublime. Si se los encuentran por la calle, claro.
Esta noche, en el Teatro Colegiales, la historia se repite. Como hace 10 años, Pez enchufa sus equipos y sale a matar. Set corto de rock y declaraciones de principios. Nuevitos como “Latigazo” y “Casette”, y viejitos como “Fuerza” y “Haciendo real el sueño imposible”. De todas formas, el público ya estaba con ellos desde el principio. Una mezcla rara de gente con barbas doom, camisas grunge y rastas muy largas. Sorprende que haya más gente del palo roquero que del reggae. ¿Dónde están los que llenan los Luna Park? ¿En su casa escuchando a Los Cafres? Mmm.
El show nunca baja de decibeles. Atención: Fishbone es la única banda del mundo que agita más que su público. Angelo Moore (vocalista, saxofonista y uno de los tres miembros originales) se la pasa haciendo piruetas en el escenario. Canta con la gente mientras se tira al mosh, lo mismo que el tecladista Dre Gipson. En vez de que la gente invada el escenario, ellos invaden el campo.
Los muchachos tocan. ¡Y cómo! Zapan. ¡Y cómo! ¿Y la gente? Baila, baila y baila. No me importa que no sepas o te de vergüenza: vos bailás. “Everyday sunhine”, “Ma & pa”, “Skankin to the beat”; canciones que funcionarían muy bien en tu fiesta de casamiento. De todas maneras, en el medio de las canciones puede pasar cualquier cosa. Zapadas que dan miedo, solos de cualquier instrumento. Hasta de theremin (ese instrumento que hace sonidos con el movimiento de las manos) o hasta solos de birra. No pregunten.
Fishbone es una banda de más de 30 años de vida que se divierten como chicos. Con algunos de los integrantes surfeando entre la gente mientras la banda zapa sobre “Iron Man”, de Black Sabbath.
El final es tan descontracturado como fue el show. Tocan “Freddie’s Dead”. Mucha intensidad, no saben cómo terminarla. Hasta que los que no tienen nada que hacer se van yendo y eso hace que se despidan uno a uno en medio de una zapada. Se ponen el saquito, la mochila y al hotel. Nada de aplausos y grandilocuencia. Vimos, vinimos y vencimos.
Seguramente, como en Cemento, no hubo demasiada cantidad de gente. No importa. Mientras menos gente, más histórico. En el día del amigo, mucha gente fue a festejar con su amiga más fiel: la música.
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