RESEÑAS

Como un cuento

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Habían pasado unos pocos minutos de las nueve de la noche cuando ingresé a El Teatro y me encontré con que el show de TRONIC ya había arrancado. Esta banda punk trasandina mostró temas simpaticones como “Hoy”, “Súper velocidad” y “Gaby”. El carácter de los muchachos hizo que se vayan con una buena dosis de aplausos, pese a que el sonido no los acompañó en todo momento.

Más tarde, se vinieron los chicos de BANGLADESH, quienes a lo largo de cuarenta y cinco minutos repasaron sus tres discos editados: “Peligrosos sentimientos”, “Apostando vitaminas” y “Mentes dietéticas”. Así fue como interpretaron temas como “Bla,bla,bla”, “Vino de la costa” y una bien intencionada versión –pero de resultado dudoso- de “Balada para un loco”. Con “Buenos momentos” y “Coleccionista de amistades” se despidieron del público que reconoció el buen set de la banda con sentidos aplausos.

Erase una vez…

En la campiña alemana, en una choza próxima al bosque vivía un leñador con su esposa y sus dos hijos: Crishansel y Maria Fergretel. La familia era muy humilde, por eso los padres decidieron abandonar a sus hijos en el bosque, cerca del palacio, para que algún cortesano los cuide.

Lo que el señor y la señora Aldanesen ignoraban era que en el bosque vivía una bruja gigante. Era tan pero tan grande que ocupaba todo un teatro. Además, si bien esta bruja era mala y se enfurecía fácilmente, era muy coqueta: usaba siempre mochilita, vinchitas finitas, hebillitas para aplacar su flequillo de coté y pollerita escocesa tableada sobre un pantalón o calza. Además, se jactaba de ser ramonera o algo así, ya que era frecuente escucharla canturrear “Hey ho, let´s go!!!”.

Una mañana la familia…

… fue a juntar frutas para abandonar a sus hijos. María Fergretel y Crishansel habían escuchado la conversación de sus padres la noche anterior, por eso, María Fergretel tomó un trozo de pan duro y con las migas señaló el camino de retorno a su casa.

La bruja estaba expectante respecto de qué harían los hermanos Aldanesen. Por eso, se convulsionó regocijante al ver la discusión entre ellos: “Te dije ‘10.000.000’ de veces que eso de las migas es una boludez”- increpó Crishansel. “‘Me harté’ de tu mala onda” respondió María Fergretel con total indiferencia y siguió “Caminando”.

Cuando ya era la noche, la familia Aldanesen se recostó en la parte delantera de un hogar de la campiña. Mientras los niños dormían profundamente, los padres aprovecharon y se fueron, dejándolos solos. Al otro día se despertaron y María Fergretel lloró desconsolada al notar que los pájaros se habían comido el camino de regreso.

Sin embargo, Crishansel parecía más preocupado por su dolor de espalda. “Estos juncos de mierda me hicieron moco la espalda”, se quejó. Caminó en dirección a la casa, juntó una piedras y las empezó a lanzar contra las ventanas del hogareño, exclamando: “‘Cortá el pasto’ gil, no ves que me rompí la espalda??? la c…de tu madre y la re p…”- mientras su hermana lo tomaba de un brazo y tironeaba para irse. En ese momento, la bruja se mostraba más enérgica que nunca. Ver al flaco Crishansel tan alterado le causaba mucho placer, porque de esa manera su plan sería más fácil de llevar adelante.

Pero aún, faltaba lo mejor

Siguieron buscando su hogar. Sin embargo, se alejaron más aún. “‘Llévame’ a casa, Crishansel. ¿Estamos muy lejos?”- preguntaba la niña. “Como a ‘69’ kilómetros” respondió el jovencito, mientras la bruja saltaba y se movía desesperadamente. La templada “Mañana de otoño” transcurría y los hermanos hambrientos deseaban regresar. Se toparon con una casa de caramelo y empezaron a comer trozos de cerca y persianas. La bruja aprovechó la situación y los hizo pasar para después tomarlos como esclavos.

María Fergretel lloraba desconsolada mientras trabajaba. Crishansel permanecía encerrado en una jaula para ser engordado y tener el cuerpo lo suficientemente desarrollado como para empujar un carro. “Tá linda ‘La tetona’”-comentaba con su hermana- “Además, es ‘Punk’…me gusta… ‘Analía’ se llama ¿no?”

La niña enfurecida levantaba su dedo mayor, mostrándoselo a su hermano: “‘Fuck you’, idiota…¿¡No ves que está alteradísima por tenernos acá!? Nunca la había visto así.”, gritaba. “Che Maria Fergretel…¿por qué no me sacas de acá? Si total…está en el fondo y dejó las llaves ahí…” La niña tomó el manojo y liberó a su hermano, quien burlonamente saludó a la bruja. “Esta podría llamarse ‘La canción del adiós’… Chau brujita… La vida sigue, que nos deparará”, canturreaba mientras María Fergretel lo tomaba del su muñeca y le murmuraba “Nene, cortala con ‘La música’.

La bruja se daba cuenta que su plan estaba llegando a su fin, por eso, se enfureció como nunca al ver la “Alegría” de los hermanos Aldanesen, que corrían por la pradera más unidos que nunca. Crishansel miró a la bruja a la distancia y exclamó: “Vale la pena morir por lograr nuestros sueños…”.“Es verdad” -repuso su hermana- “Ya ‘No me importa morir’”, le gritó a la bruja que se venía abajo y se desvanecía tras gritarle a Crishansel -quien se había arrancado su pantalón y le mostraba su slip blanco- “Hombre de mierda”.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Pero la nota aún no terminó. Y puedo decir que EL OTRO YO dio un show potente, donde interpretaron veintinueve canciones en una hora y media del show. No hubo nada demasiado original ni que lo haga diferente de otras presentaciones de la banda. Simplemente fue una buena lista para los muchachitos sedientos de su música.

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