RESEÑAS
Como si fuera ayer

Después de los conciertos de 1990, 1993 y 1995, Bon Jovi tocaba en Argentina por cuarta vez para presentar, en esta oportunidad, las melodías de su undécimo álbum de estudio, “The circle” (2009).
El público local hacía mucho tiempo que los estaba aguardando; algunos querían revivir aquellas visitas de antaño, y otros (la gran mayoría) ansiaban verlos por primera vez.
Bon Jovi utilizó este tour para que sus viejos y nuevos seguidores se unieran en una sola noche para disfrutar de las canciones más populares de sus tres períodos (1984-1988, 1992-1995 y 2000-2010), aunque con la excusa de presentar su reciente placa.
Pura emoción
Como antesala subieron Los Tipitos, quienes durante 40 minutos entretuvieron a los espectadores con su rock/pop radiable. Entre las diez canciones que interpretaron pasaron las populares “Brujería”, “Silencio” y “Flor negra”. La banda reflejó su gran momento musical desde el inicio, aunque al principio les costó encontrar el audio ideal.
Cuando se apagaron las luces del estadio, los fans más sentimentales y extrovertidos entraron en un clímax interior, del cual pudieron separarse tres horas después tras la finalización del show.
La muy buena puesta en escena, sobre todo desde lo visual, comenzó a tener resonancia desde la introducción misma, cuando las palabras love, life y believe, entre otras, se superponían con el círculo que caracteriza a su última placa. Luego aparecieron los músicos en una especie de túnel que los llevaría hacia el escenario.
La magia de la tecnología los depositó en el centro de las tablas con el griterío y las ovaciones respectivas. Con el fondo rojo y en sintonía con la canción “Blood on blood”, del aclamado álbum “New Yersey”, se dio por iniciado el concierto, para luego continuar con el primer corte de “The Circle”: “We weren’t born to follow”.
Jon Bon Jovi (voz y guitarra rítmica) y Richie Sambora (guitarra y coros) hacían delirar a la multitud con sus yeites y manipulaciones. Junto a ellos estaban los históricos David Bryan (teclados) y Tico Torres (batería), y los sesionistas Hugh McDonald (bajo) y Bobby Bandiera (guitarra rítmica).
De movida, la banda se mostró muy activa y feliz, especialmente por volver a nuestro país después de tanto tiempo. A su vez, el sonido logrado fue poderoso, pulcro y elegante desde el primer acorde, lo que colaboró para que el buen ánimo no se detuviera.
“Buenos Aires, Argentina, are you ready?”, arengó Jon en dos oportunidades, previo al primer gran clásico de la noche, “You give love a bad name”, que generó que el estadio se ponga de pie. Lo mismo sucedió con otros dos himnos, “Born to be my baby” y “In these arms”.
Cuando se mostraba el rostro de su cantante en primer plano, con una sonrisa brillante, los aullidos femeninos tomaban el protagonismo. A pesar de sus 48 años, la atracción de su figura continúa siendo vital para la banda, aunque él se preocupa por mantenerse en forma.
Es evidente que su aspecto carilindo lo favoreció, sin embargo, su voz, que se mantiene intacta, y su talento, fueron fundamentales para el éxito.
Por ejemplo, con la famosas baladas “Always” y “I’ll be there for you” se pudo apreciar su plenitud actual, o mismo con la perla que rescató de su disco solista de 1990, “Blaze of glory”.
Sambora, que aporta su virtuosismo y refinamiento en su justa medida, le da un salto de calidad a cada una de las melodías. Sin su toque, las canciones no tendrían el mismo valor.
Cariño mutuo
El vivo fue tan soberbio que las melodías de los últimos 10 años no desentonaron entre medio de tanto clásico. Es decir, un himno siglo XXI como “It’s my life” no quedó tan por debajo de una perla como “Bad medicine”.
Los shows de esta gira, que tiene pactada 135 fechas por cuatro continentes, tienen un promedio de 21 a 24 canciones. Sin embargo, para este recital la situación sería diferente. Cuando la banda dejó el escenario, tenían pensado regresar para sus cuatro canciones finales.
Lo habitual pasó con “Dry county” y sus teclados iniciales, la ultra coreada “Wanted dead or alive” (con la guitarra doble mango de Richie), y su principal himno, “Livin’ on a prayer”, con todo un estadio cantándola.
La gente que estaba ubicada en el campo vip no podía contener su emoción, tal es así que a su líder le causó malestar tanta locura, sobre todo cuando le arrojaron algunos souvenires al escenario. Una vez pasada esa histeria, Jon comenzó interactuar con sus chicas cercanas, hasta que en un momento señaló un cartel con las palabras “These days”, que sirvió de previa a la balada.
El final estaba cerca y con “Have a Nice Day” y “Someday I’ll be saturday night”, el cierre parecía definitivo. Sin embargo, sus fans sabían que durante toda la gira la última era “Bed of roses”, por eso el pedido. El grupo les regaló esa perla final, que dejó exhaustos pero felices tanto a ellos como a sus fans.
¿Qué espera un fan de una banda que lleva 25 años de carrera y que hace 15 que no tocan por su
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