
RESEÑAS
Carnaval en Monsterland
Cuando creo que ya es la hora señalada, me acerco a Obras, donde varios chicos se agolpan pegados a la reja al tiempo que los encargados de seguridad piden insistentemente a la gente que tenga sus entradas en la mano, yo saco la mía y acto seguido, ingreso al recinto.
La fisonomía del templo de rock ha cambiado considerablemente luego de Cromañón, lo noto en varios aspectos. Por ejemplo, ahora lleva el nombre de una gaseosa multinacional; el lugar está lleno, pero no a reventar; no veo banderas colgadas por ninguna parte; no hay trapos de palo; y obviamente, tampoco hay pirotecnia. Pero lo que no ha cambiado es el calor digno de un sauna que hace ahí adentro.
Cerca de las 21.40, se apagan las luces, la gente comienza a gritar alocadamente: “PIER te vinimos a ver alucinados como la primera vez”, sale la banda, los cuatro músicos están vestidos de riguroso negro, saludan y enseguida se ponen a la altura del fervor del público. Arrancan con una seguidilla que desató un pogo potente “On the road”, “La Reina del placer”, y “Whiskeria”. Todos éstos, temas de “Rock en Monsterland” (2007), el disco que están presentando.
RAMIRO, el cantante, aprovecha para tomar un poco de agua al tiempo que saluda a su público y comienza a agitar con las manos arengando a los seguidores. Éstos comienzan a saltar enloquecidos con “El ritual de los pibes atentos” y “El Látigo Lascivo”. Después de este último tema, un chico en cueros que está al lado mío le dice a otro, un poco más bajito que él, “es el tema más flojo del disco pero en vivo se pone”.
Mientras tanto, ya comienza a sonar “Prisionera Robot”. El cantante de la banda va corriendo de una punta a la otra, escucho quejarse a un muchacho, que aparenta unos treinta años y que supera en altura al resto, “antes las bandas llegaban a Obras y ponían la mejor puesta en escena que podían, éstos sólo ponen una lona con un dibujito”. Es cierto, el escenario es un tanto escueto, no hay pantalla, sólo se observa de fondo el logo de la banda.
El grupo arremete luego con “Mofa”. RAMIRO se muestra muy carismático, todo el tiempo arenga a la gente, parece un chico del público que se subió al escenario de tanto que agita. Permanentemente deja que todos se pongan a corear las canciones solos.
La primera gran ovación de la noche llega con “La ilusión que me condena” y pegadita, sin dar tiempo a un respiro, llega “Juego Mufado”. La primera tanda alcanza su fin con “Viaje memorable” y “Carnaval”. En ese momento, el cantante aprovecha para agradecer a sus seguidores “por invitarlos a la fiesta”.
La gente se impacienta durante el receso que ya lleva siete minutos y comienza a cantar “dale dale PIER”, sólo se calman cuando AGUSTÍN CEREZO, el guitarrista, asoma su calva y el griterío vuelve a atronar. Es así permanentemente, la gente está como poseída por esa banda a la que todo el tiempo le demuestran un amor incondicional, tal vez un poco exagerado, pero el grupo aprovecha e incentiva ese cariño.
El recital estuvo abocado a presentar la nueva producción del grupo pero a diferencia de otras bandas, en donde el público se queda tranquilo frente a los temas nuevos, acá la situación es distinta, todos conocen la letra de principio a fin y corean todas las melodías. El grupo, por su parte, suena bien e intenta dejar todo en el escenario supliendo algunas carencias con mucha garra y empuje.
Curiosamente cuando RAMIRO anuncia el “Blues del Petiso Joe”, se escucha a algunos chicos repudiando ese tema. Un muchacho que está al lado mío se enoja con otro empujándolo, casi se arma una trifulca que fue detenida a tiempo. Todo vuelve a la calma cuando el cantante invita al escenario a MICHEL PEYRONEL, baterista de RIFF y a un tal JUAN VILANOVA. Todos se preguntan quién será ese muchacho. Una chica con remera de PAPPO me dice que tal vez es algún músico que grabó en el último disco, como la sesión de vientos que estuvo invitada un par de temas atrás. Finalmente, el misterio se devela, el tal JUAN VILANOVA es nada menos que el talentoso músico de blues, MIGUEL BOTAFOGO, sólo que con pelo corto y sin la frondosa barba, que lo caracterizó durante tantos años. Todos juntos aprovechan para tocar “No obstante lo cual” de RIFF. Al finalizar, la gente pide que PAPPO reviva al tiempo que desean el deceso de GUSTAVO CERATI.
AGUSTÍN se apropia del micrófono para cantar “Mi deseo”. Después, RAMIRO vuelve y una seguidilla potente produce el estallido de Obras: “El Narigón Del Barranco”, “Sacrificio Y Rock And Roll” -que cuenta con FERNANDO de HEROICOS como invitado- y “Al filo del Peligro”. La banda saluda como amagando a retirarse, pero los músicos vuelven a su posición para tocar “Marcado a Fuego”. En el medio del tema, el frontman pide al público que grite hasta la General Paz y hasta que lo escuche PALAU, quien en ese preciso momento se encontraba predicando en la 9 de Julio. Un muchacho, en evidente estado etílico, balbucea “es para vos maldito PALAU” produciendo la risa de los que lo estaban rodeando.
Apenas un minuto después de irse del escenario, los músicos vuelven para hacer los bises, que fueron “Jaque Mate”, “Lunares” y cerraron con “Fervor de los Sueños”. Todos aplauden, todos ovacionan, la banda saluda y reparte algunos recuerdos a su público. Las luces se prenden mientras comienza la desconcentración.
Afuera los vendedores ocasionales aprovechan la excitación de algunos para vender remeras, calcos o posters, y mientras un chico de unos quince años compra uno, me dice “fue el mejor recital que ví, estuvo bárbaro”. Sin embargo, cuando me estoy dirigiendo para Cabildo, otro chico no concuerda y sentencia “fue el peor recital de PIER que ví, tocaron un solo tema de “La Codiciada”, estaba lleno de caretas y encima, el último disco no me gustó”. Al momento que escucho esa crítica, mi reloj cambia de 00:59 a 00:00. Yo sonrío y entiendo que esas son las reglas de juego para las bandas under que triunfan, ganar mucho público nuevo y perder al poco público viejo. Como si fuese un pecado consagrarse.
PIER presentó con éxito su nuevo disco “Rock en Monsterland” ante un Obras lleno, que coreó y festejó cada uno de los 25 temas a lo largo de las dos horas y media que duró el show. La banda se muestra cada vez más sólida con pretensiones serias de superarse y seguir creciendo.
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