RESEÑAS
Bordeando la locura

Al filo de la fantasía, una noche de sábado cayó en las garras de LA CASATTA y su nuevo disco, “Sanfai”. Puerta de “La Castoreña” y escaleras arriba, los acordes de ska, reggae y rock se entremezclaron entre guardapolvos de enfermeros, banderas para el aguante y pocos espacios vacíos de gente.
El sonido del mar, parlantes mediante, era interrumpido por actores aparentando ser un internado y un guardia de algún psiquiátrico cercano. Pero mejor creer ciertas mentiras para darle color a una noche que se extendería hasta la madrugada del domingo.
La formación completa de la banda entrando de la mano era signo del comienzo de la insanidad, lo cual no implica el desajuste de sonidos. Un set de veinte canciones demostró que, más allá de la mocedad de la propia banda, los sonidos eran sólidos y justos.
Los aires de murga de “Naranja”, primer tema de la noche, invadieron el lugar mientras las banderas con el nombre de la banda se agitaban sin descanso. Una decena de personas permanecía de pie durante los temas siguientes, “Entre 2” y “Enloquecer”, donde los teclados y las guitarras tuvieron respectivamente sus roles preponderantes.
Tratar de encasillar a LA CASATTA en un solo género sería caer en los estatismos de las concepciones que desdibujan los matices necesarios para la música. Categorizarlos como una simple banda de rock dejaría de lado las texturas de temas como “Esponja”, con la distorsión de las guitarras, o los sonidos que emulan la sensación de cristalino en “Puertas”.
Después, un corte y una quebrada en medio del show para el descanso de la banda. Bises cercanos al punk pasaron por lo bajo en “La Llama”, uno de los temas de la segunda parte de la noche. Alguno que otro pie rimbombante seguía los ritmos de “Puñeta” y “Orgullo”.
A pesar de la increpación (en tono de broma) del cantante, SEBASTIÁN, sobre si la gente había ido “a ver a El Bordo” por su falta de movimiento y efervescencia; La tibieza entre gran parte del público reinó a pesar del desgaste sobre las tablas.
Pero una intro pseudo dance de “Musculordi” y “Espejos”, último tema de la noche, pudieron darle calor a un piso que parecía que iba a terminar en frío.
Críticas de más o de menos, LA CASATTA es una banda que no cae en los parámetros normales y monótonos. Sus letras no son aburridamente estructuradas, pero tampoco llegan a la burla y el chiste sin sentido. Los sonidos no son iguales y repetitivos, aunque tampoco llegan a una anarquía insensata. El sarcasmo se embandera de múltiples corrientes y las categorías normales saltan por los aires el intentar llevarlas a la realidad. Y siempre bordeando la sanidad de lo comúnmente aceptado como normal y correcto.
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