RESEÑAS
Blues Motel al rescate!

Hoy, el rock vuelve a estar de moda y por todos lados nos llenan los oídos (y a veces otras partes del cuerpo) con decenas de bandas que en el primer mundo recuperan el sonido de la época más perfecta (cuando el rock cerraba la puerta de los ’60 y se hacía fuerte a principio de los ’70). Nosotros sabemos que por acá esa forma de hacer rock, más que moda es tradición y, aunque en forma muy despareja, el espíritu musical de aquella época se mantiene vivo.
Un buen ejemplo es el de BLUES MOTEL. Tras un comienzo muy apegado al rock stone (hace quince años), con el pasar del tiempo supieron ampliar sus influencias y reinventarse como un grupo que, sin olvidarse del rocanrol, ofrece canciones, climas interesantes y letras con sentimientos y sensaciones que los alejan de la mayoría de la patria stone a la que supieron influir.
La noche musical empezó con VALLE DE MUÑECAS, el nuevo grupo de MANZA (ex MARTES MENTA, ex cantante y guitarrista de los injustamente olvidados MENOS QUE CERO y colaborador/amigo/productor de los tres últimos discos de BLUES MOTEL). Un poco de pop, un poco de rock, melodías que sorprenden por simpleza, fuerza y encanto, canciones de las que dan ganas de cantar, todo junto en un show de casi media hora que dejó con ganas de escuchar algo más.
Por probar el vino… y el rocanrol
BLUES MOTEL salió a rockear. Se decidieron por un comienzo potente y rabioso con “Superficial”. Las variantes y los tonos que el grupo mostró en su último disco (”Malbec”, sin contar el posterior recopilatorio ”Rescate Moebius”) quedaron en segundo plano y lo que hubo para todos fue rocanrol bien tocado, canciones y country rock con aires del mejor CREEDENCE.
Aunque sin gran despliegue escénico, GABA DIAZ entregó buenas interpretaciones y el grupo ganó con la emoción que le aportó su voz a las canciones más serenas y con el nervio que dejó en las más furiosas. A su lado, destacándose en su parquedad, el guitarrista ADRIAN HERRERA (vestido como si recién saliera de ver a THE DOORS, allá por el ’68) robaba miradas en cada solo y se hacía oír con clásicos riffs. Él y el resto del grupo apuntalan los cimientos de lo que BLUES MOTEL es en vivo.
Fueron pasando temas de todos sus discos y hasta hubo lugar para buenas versiones de gandes clásicos. Ya habían sorprendido con su interpretación de la tiernísima “Todas las hojas son del viento”, de PESCADO RABIOSO, y esa noche además se animaron con otra de SPINETTA. Junto con MANU de MANCHA DE ROLANDO en voz y guitarra, tocaron “Ana no duerme” y pudieron hacerle los honores a esa gran canción, les salió muy bien.
Y sonaron más covers!. “Rock off” y “Happy” (con una pequeña sección de vientos incluida), radiantes canciones de ese enorme disco (¿el último gran disco de sus majestades satánicas?) que es “Exile on Main Street”. Ahí, el grupo brilló con simpleza.
“Tanto tiempo ausente”. Un momento de ideal del show.
El final, tras bises, idas y vueltas fue “Nunca Pararé”, y aunque suene paradójico, fue una forma de terminar con la conciencia y la constancia de saber que nada termina en el rock. Quizás haya pausas más largas que otras, pero la música vuelve a sonar una y otra vez.
BLUES MOTEL (como algunas otras bandas en nuestro país) demuestra que otro rocanrol es posible, lejos de las modas, lejos de los lugares comunes y lejos de la comodidad musical que se vuelve vicio. Ellos rescatan una tradición del rock nacional y de afuera, rescatan una época y se rescatan a sí mismos para acercarse a otros terrenos más agradables y abiertos a nuevas letras y nuevas músicas, sin olvidar lo placentero del rocanrol.
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