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Black Sabbath: obra maestra del metal

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El domingo, en el Estadio Único de La Plata, los ingleses dieron cátedra con un concierto espléndido en donde sus legendarios músicos demostraron un excelente estado. Dos horas de un show repleto de clásicos junto a tres nuevas canciones de su disco “13”. Megadeth tuvo otra actuación deslucida.

Tanto Ozzy Osbourne (cantante) como Tony Iommi (guitarra) y Geezer Butler (bajo) habían pasado por el país en varias oportunidades, pero jamás lo habían hecho en forma conjunta y de la mano del grupo que fundaron. Aunque la ausencia de Bill Ward (batería) y las posteriores polémicas opacaron en un cierto punto este reencuentro, el público local tenía la oportunidad de disfrutar de la formación original. Con la confianza de un gran nuevo trabajo (el reciente “13”, primero con este line-up desde “Never say die”, de 1978), todos estaban esperando por un show memorable.

Siguen en la monotonía

Con el lanzamiento de “Por tu honor” a la vista, Horcas ofreció un show súper entretenido, que incluyó siete clásicos de su repertorio como “Vencer” y “Esperanza”. Si bien el sonido no alcanzó la perfección, la banda supo remediarlo con actitud y profesionalismo. “Nosotros somos hijos de Black Sabbath”, uno de los mensajes arengadores del verborrágico Walter Meza (voz). El público presente disfrutó del set y los despidió cálidamente luego de una furiosa versión de “Argentina, tus hijos”.

Por cuarto año consecutivo, Megadeth visitó nuevamente nuestro país. En este caso para ser la apertura del grupo más influyente del heavy metal y para mostrar algo del nuevo material, titulado “Super Collider” (2013). Y como sucedió con sus últimas actuaciones, el grupo ya no transmite ni genera la pasión de antaño. Emblemas como “Hangar 18” o “Sweating Bullets” pierden la magia y el sabor ante versiones anodinas.

A esa falta de frescura se le suma un audio que jamás logró brillar. Sin embargo, sus fans mantuvieron la llama encendida, y provocaron que el espectáculo sea agradable. Gracias a ellos, la banda alcanzó su pico de lucidez hacia el final del set con “Symphony of destruction” y “Peace sells”. Dave Mustaine (voz y guitarra) estuvo cariñoso con su público y se dejó aclamar una y otra vez. De su polémico último CD sonó  solamente “Kingmaker”.

Sin igual

Era el momento esperado para los 40 mil fanáticos: Black Sabbath estaba a minutos de subir a escena. Detrás del telón negro se escuchaba una voz similar a la de Ozzy Osbourne. Sin embargo, pocos intuyeron que esa voz era la del propio Ozzy, así que cuando la banda salió de manera sorpresiva y con 15 minutos de anticipación, muchos espectadores tuvieron que acomodarse rápidamente en sus lugares.

Con la genial “War pigs” comenzó un concierto inolvidable, el cual será recordado por mucho tiempo. Desde el primer acorde, el audio fue preciso, voluminoso y enérgico, con un Osbourne de buen ánimo y cantando como en sus mejores noches. Luego de “Into the void”, los asistentes pudieron despertar de la realidad y empezar a exteriorizar todos sus sentimientos. En algún punto estaban obnubilados ante el talento inagotable de estos ingleses.

La emoción era una reacción fisiológica que se multiplicaba minuto a minuto. Versiones impecables de “Under the sun” y “Snowblind”, con esos riffs que influenciaron a tantas bandas, eran lo que generaba tanta conmoción. Iommi, el hombre detrás de la magia, se mostró en un estado impecable con participaciones brillantes a cada momento. Tony tuvo la particularidad de haber creado melodías únicas y súper adictivas que durante el show incitaron a sus fans a que coreen cada una de ellas.

Con el nuevo trabajo, «13», el talentoso guitarrista demostró que su capacidad compositiva continúa, por eso «Age of reason», «End of the beginning» y «God is dead» se ensamblaron perfecto dentro de una lista inundada por canciones inoxidables. Son temas que mantienen la oscuridad y la fuerza que los caracteriza.

Uno de los grandes momentos de la noche fue cuando Geezer Butler puso su talento al servicio de la mágica «N.I.B.». Otro instante logrado fue cuando el reemplazante de Bill WardTommy Cufletos, se ganó definitivamente al público con una destreza y una entrega sin igual al momento de su solo.

Ozzy estaba tan encendido que ni siquiera dejó el escenario durante el momento del break y siguió interactuando con su público a oscuras. Luego del riff de “Sabbath bloody sabbath”, llegó la locura general con el himno máximo de la banda: “Paranoid”. Osbourne mantuvo lucidez vocal hasta la última estrofa.

Esta tercera actuación de Black Sabbath en la Argentina fue grandiosa, no solo por ser la primera con la formación original, sino por como sonaron, por lo que transmitieron, o simplemente por observar y escuchar a una leyenda en un nivel superlativo. No sabemos si habrá una nueva oportunidad para disfrutarlos, pero al menos estas dos horas quedarán marcadas como uno de los grandes shows de la historia.

*Fotos por Fernando Fernández

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Redacción ElAcople.com

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