RESEÑAS
BERSUIT EN HANGAR

La espera desespera. Los bersuiteros estaban convocados a las siete para un ritual que, pasadas las nueve y media, se hacía rogar. Empiezan las apuestas acerca del tema que abrirá el show. El iluminador juega a subir la tensión del público con solo mover un foco azul hacia el escenario. Teorías y más teorías acerca del retraso: que se dieron vuelta y no pueden salir, que Hangar necesita hacer la barra, que se apuren que es domingo. La banda parece esperar que la gente se ponga de la cabeza para que el ritual sea pleno, al igual que en su disco en vivo. Por las dudas, una bandera promete y responde: “Esta noche iré hasta el fin”.
Acordes con la tristeza de un lunes que empezaba a asomar las narices, BERSUIT rompió el silencio con la reciclada versión de “El tiempo no para”. Sin más palabras que las cantadas por CORDERA, la oscuridad siguió su curso con “Canción de Juan” y “La vida boba”. La melancolía jugaría un rol fundamental en la noche, y la banda lo supo adelantar desde el comienzo.
La música festiva y de protesta que caracterizó a la banda en los últimos discos también tendría su lugar: un domingo con BERSUIT sumergida en la angustia hubiese sido el fin. Tal vez por eso remontaron con “El viejo de arriba”, “A los tambores” y “El gordo motoneta”. Suenan oportunas las nuevas versiones de “Diez mil” (bombo en negras y alma de hip hop) y “Tuyú” (que incluyó una improvisación del Pelado defenestrando a todos los candidatos presidenciales). Para algunos, los viejos temas tienen tanto impacto como los flamantes “Un pacto” y “Perro amor explota”.
La bandera que prometía ir hasta el fin empezó a temblar cuando BERSUIT decidió situarse en la época de “Don Leopardo”. “Cielo trucho” amenaza a Dios a un mano a mano. La soledad no se apiada del micrófono en “Madrugón” y la violencia le tuerce el brazo a la paz en “Ojo por ójojo”, tema cantado – narrado por JUAN SUBIRÁ. CORDERA agradece al público por ser permeables y conmoverse con la melancolía de aquellos años sin utopías y sucias supersticiones de los músicos.
La banda rinde tributo al tango en “Melodías de arrabal” y le roba sus aires para el inédito “La luna de Valencia”. Completando el mapa de raíces musicales del Río de la Plata, BERSUIT se sumerge en el candombe acompañados por la murga uruguaya FALTA Y RESTO. “Negra murguera” y “Es importante” suben la temperatura y la rumba bardera empieza a tomar color. Un grupo de chicas sube a bailar al ritmo de “La petisita culona”, adelantando el auge psicópata sexual que se viviría en el final con “Hociquito de ratón”.
Ya habían arriesgado lo suficiente como para no ir a lo seguro. Ahora sí, “La bolsa”, “Señor Cobranza” y “Se viene” ponían en acción a los cuerpos que habían estado algo tiesos. Era importante tanto que regrese el carnaval como que fluya el desahogo. Para el final, la banda canalizó la furia por donde la mayoría de su público lo esperaba.
En sus once años de trayectoria, BERSUIT logró la fabulosa contra de haber compuesto demasiados himnos. ¿Cómo conformar a un público heterogéneo que se acerca en búsqueda de diversas etapas del grupo? Tal vez este show alimentó tanto a los que desayunan melancolía como a los que cenan fiesta.
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