RESEÑAS
Bellas noches

Luego de sus conciertos en octubre y diciembre pasado, Taura tenía la necesidad de volver a tocar en Buenos Aires Club. Este reconfortante reducto de San Telmo parece sentarles muy cómodo. Las canciones de su segunda placa, “Huésped”, toman aquí su real protagonismo. El público podía comprobar una vez más esta premisa.
Con un gran potencial
Como para que la velada vaya tomando algo de color, la gente de Supercerdo estuvo en escena durante media hora interpretando algunas de sus composiciones personales. Desde la ciudad de Santa Fe, y bajo un sonido stoner con algunos pasajes progresivos y experimentales, sedujeron a una platea retraída, a pesar de que su cantante, Diego Arenales, estaba en la misma sintonía de los asistentes.
Habían pasado veinte minutos del final de Supercerdo, cuando Taura hizo sonar los primeros acordes de “Nudo.arido.seco”, la canción que abre su álbum de 2008. Sólo les bastó con unos segundos para exponer sus grandes cualidades musicales. La melancolía furiosa que acarrean sus melodías, a su vez, eran escoltadas por una tremenda actitud de sus músicos.
En Chaimon (voz) recae gran parte de la responsabilidad de lo que la banda intenta trasmitir en sus directos. Sinceramente no afronta ese compromiso con temor, sino todo lo contrario, ya que disfruta cada melodía y pasaje del show. Él mismo reconoce lo que siente al cantar las canciones. Con las siguientes, “Mi mejor lugar” y “Cualquier día”, dejó a las claras su pasión.
“Uno a veces se equivoca”, “Todos fuimos importante en la vida de alguien” o “Es mi banda de sonido”, eran algunas de las frases que su vocalista tiraba, previo a que sonaran las canciones; palabras que hilaban de manera sensacional con lo que vendría. La contundencia y la claridad del sonido lograban cerrar el círculo de manera ideal. Audio + buenas canciones + gente agradable, tres características que nunca deben faltar en un show.
El uno para el otro
El cálido ambiente del lugar genera un espíritu ideal para que preciosas composiciones como “Estoy por partir” alcancen su verdadero potencial. Como si fuera un pub, todos los espectadores estaban cómodamente instalados en sus mesas, disfrutando de una bebida y de un poco de buena música. Siguieron con “il Vulcano”, “La vigilia” y “Jenizaro”.
Su cantante, más allá de sus condiciones técnicas, tiene una energía muy especial, especialmente por la manera de concebir los temas. Sus movimientos, sus miradas y su paz seducen desde un primer momento. Santiago, el guitarrista y creativo del grupo, es tan fundamental como el propio Chaimon. Él es quién se encarga de esos particulares riffs que combinan intensidad con oscuridad. “Horas como clavos” y “La venganza del sol”, dos buenos ejemplos.
Tras casi una hora de show, finalizaron su participación con dos canciones de su segundo disco, que marcan el pasado y el presente de la banda. “Rompevientos” rememora aquellos viejos tiempos, en cambio, la sensual “Días abandonados” identifica su sonido actual. Los aplausos pedían por más, pero Taura debía ceder su lugar para un próximo evento.
Están cada vez más alejados de su inicio stoner, pues giraron hacia una propuesta más introspectiva y emocional. Sin embargo, el público que los sigue continúa siendo, en su mayoría, el de este género. Si con “Huésped” cosecharon nuevos seguidores, también ayudaron a alejar a algunos otros. Los que buscan riffs duros deberán tomar otro camino, en cambio, los que necesitan escuchar melodías sensibles estarán a gusto.
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