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Beck Hansen: Ningún perdedor
Beck salvó el mal sonido y los horarios extendidos con un show vibrante. Travis, Lana del Rey y los locales Onda Vaga, entre otros, completaron la noche del Planeta Terra Festival en Tecnópolis.
Con las expectativas de conocer este nuevo espacio para el rock ingresamos por la Av. General Paz cuando ya Onda Vaga copaba el escenario. Y el uso del término no es azaroso: son más de diez músicos que construyen ese mash-up de folklore, rock, reggae e ingredientes de varios géneros más. Escuchamos “Cuadradito” y “Continente de perlas”.
“Me parece que estar divididos no funciona en general”, dijeron en referencia al campo vip, para agregar “vamos a bailar un poco porque se ve que gustó mucho” antes de iniciar “Forma de mujer”, otro tema de su último disco, “Magma elemental”. Dado el espacio en el campo, más de uno se animaba a bailar siguiendo las trompetas de una banda que puede no enganchar a todos pero que ya cuenta con un público que curte su misma onda. Con marcadas influencias de Manu Chao buscan atrapar de la misma forma, creando esos rituales en donde los ritmos contagian y unen al público en un clima de igualdad.
El sonido no rebotaba de manera adecuada y en varios pasajes se escuchó esa bola de ruido que era el karma del Luna Park. Al encontrarse apenas al cincuenta por ciento de su capacidad (con mucha suerte) el sonido se perdía entre la gente. El calor sofocante alcanzaba temperaturas de un grado menos que en el infierno. El cierre es con “El experimento”, de su disco debut “Fuerte y caliente”, para dar paso al turno de los escoceses.
Conscientes del poco tiempo del que disponían, los Travis intentaron resumir su propuesta en la mayor cantidad de canciones posibles y en donde predominaron las de su último disco. El inicio fue con “Mother”, pero también sonaron “Moving” y “Where you stand”, entre otras de su placa de 2013. “Writing to reach you”, presentada como “An old one”, destacó por fuera del material más reciente.
En los temas más acústicos el sonido de las guitarras mejoraba, como ocurrió en “Closer”; llegaba algo más limpio sin tapar tanto la voz, que en muchos pasajes quedó sepultada. “Believe me, you’re very beautiful. See you soon” se despidió el vocalista Fran Healy antes de cerrar con “Why does it always rain on me?”.
Sorpresivamente, parte del público se retiró una vez finalizado el show de Travis. Si bien en un festival convergen bandas de diferentes estilos, es siempre una buena oportunidad para ver a un artista nuevo o al menos hasta el momento desconocido para nuestros oídos. Ya sea por prejuicios o por comodidad, lo cierto es que es una lástima que se desperdicie esa chance.
En los últimos tiempos y particularmente este año tuvimos la suerte de recibir visitas de artistas internacionales en el despegue de su carrera. Con sólo un puñado de discos disfrutamos de Foals, Tame Impala, Japandroids y Gary Clark Jr, por nombrar algunos. Y el de Lana del Rey es un caso similar: apenas con dos álbumes editados y un par de hits rotando en los medios realizó su primera visita a Argentina.
Su salida se demoraría unos minutos de lo programado, y cuando irrumpió en escena lo hace con “Cola”, de su segundo disco. Finalizado este primer tema, la neoyorquina recorrió el espacio ante el vallado saludando a unos fans que manejan un nivel de histeria cercano a las beliebers y que por momentos no paran de filmar el show en lugar de disfrutarlo, una costumbre que lamentablemente continúa en la era digital y que se vio sobre todo durante el hit “Blue jeans”.
Un cuarteto de cuerdas reconfortaba la voz de ensueño de Lana del Rey, pero esto parece ser todo lo que tiene para dar; el resto de la banda está demasiada ajustada a un libreto (el baterista no da ni medio golpe de más) que no sale de la sensiblería de las letras y las armonías suaves. Sin embargo, dentro de esos clichés hay temas que logran despegar como “Young and beautiful” o “Video games”, que cruza la media y destaca con frases como “Heaven is a place on earth with you”.
En medio de los gritos del público femenino, Lana del Rey en un castellano correcto expresa: “Tengo más canciones pero no tengo tiempo ahora, sólo hay tiempo para una más, one more” cerrando el set con el décimo tema, “National anthem”. Y el éxodo del público se vería aún en mayor número finalizado este tramo, demostrando que los horarios se extendieron demasiado para un día de semana.
Mientras preparaban el escenario para el último show de la noche, el campo vip se liberó debido a la reducción del público. Pasadas las doce de la noche Beck inició con “Devil’s haircut”, también apertura de, quizás, su mejor álbum: “Odelay”. El riff sonó aún más podrido en distorsión sacándonos del pequeño letargo. Y si bien el sonido continuó con deficiencias, el show lo superó, se elevó por encima a partir de grandes canciones y un frontman que por momentos nos atropellaba con su personalidad. De ese mismo disco de 1996 seguiría con “Novacane” para enseguida disparar ese hit imperdible que es “Loser” y completar un comienzo arrollador.
Beck hizo mover y bailar a un par de miles pasada la medianoche y luego de una jornada laboral, lo cual fue todo mérito del californiano. La fórmula para ello es el gen hip-hopero (“Que onda güero”) que anida en su forma de cantar y que se conjuga perfectamente con la vibración funk de las guitarras, o el dance comandado por el sintetizador (“Get real paid”). Sólo bajaron el ritmo en “Soldier jane” y “The golden age” hacia el final del show.
Hansen premió a los que resignaron horas de sueño con un show ecléctico que hubiera despertado a un muerto. ¿O acaso “Sissyneck” enganchada con “Billy jean” (el mismísimo Michael Jackson hubiese aplaudido el cover) no nos puso a mover el culo a todos cuando el reloj marcaba más de la una, y cuando la jornada laboral del día siguiente cada vez importaba menos?
Con la sensual línea de piano de “Where It’s at” finalizó el show; ese riff que es una de esas marcas indelebles de los ’90. En una hora y media y en veinte temas, con guitarras acústicas o distorsionadas, incluso con solos de armónica o simplemente saltando y gritando, Beck se sobrepuso al sonido defectuoso y a la desaparición de parte del público erigiéndose sin lugar a dudas como el gran ganador de la noche.
*Fotos por Guillermo Coluccio
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