RESEÑAS

Atomizar la butaca

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¿Se puede danzar en un teatro minado de cómodas sillas? Definitivamente, sí. Al menos eso demostró el público frente a las performances de La Zurda y Sancamaleon; dos bandas que se unieron en una fría noche de viernes, con espíritu buena onda bajo el brazo.

Cerca de las 22, La Zurda salió al escenario con bombo y charango a cuestas. “Hay un lugar” fue la primera de la noche, en plan acústico e íntimo. Le siguieron “Ilegal”, “Nos faltaremos” y “Huaynot”. Luego, en “Para viajar”, se incorporaron una batucada y un acordeón. Los cinco temas iniciales sirvieron de precalentamiento, ya que muy de a poco la gente se fue soltando.

Dentro de la puesta en escena de La Zurda figuraron “las niñas payasas”, según el bautismo de Emanuel Yazurlo, voz del grupo. Dos chicas híper movedizas que aportaron color al show, a veces bajando del escenario para despegar de la butaca a los presentes. En canciones como “Liberando males”, sin dudas lograron su cometido.

Sobre el final del concierto, la fiesta ya era un hecho. El mid-tempo dulzón de “Los últimos”, el carnavalito de “Andaré”, y por último, el ska jodón de “Veinte años”, desataron la alegría contenida durante el segmento fogonero. A minutos del cierre de telón, había un grupo de chicas que bailaban alocadamente en el pasillo, mientras otros armaban un trencito humano. Los músicos, felices.

Después llegó el turno de Sancamaleón. La banda liderada por Fede Cabral también tuvo su momento unplugged, con diversos instrumentos invitados y su correspondiente parte festiva.

Desenchufado, Sanca empezó con “Esa melodía”, “Adiós” y “Todos los caminos”. Más tarde, sonaron “Contra todos los molinos”, “Aguas peligrosas” y “No te detengas”. Allí, la imagen de frontman de Fede Cabral fue creciendo en sintonía con la intensidad de los temas. Además, vale mencionar aquí la exquisita participación de Ana Laura Avalos en voz durante la media docena de canciones mencionadas.

Promediando el recital, subieron dos invitados. Primero, Pato Pérez Ortega en teclados para hacer “Hiper-furgón”, mientras que Federico Colella, baterista de Vetamadre, tocó la percusión en “Mi chica peruana”.

Terminando la velada, el rock sanguíneo y sexual lo puso “Carne”, mientras que el pop llegó de la mano de “Sandro”. De esta manera, Sancamaleón dejó bien caliente el clima para el desenlace a puro salto: “Baila mi vida”, “Sambódromo” y “La patada” coronaron la noche. Tras semejante remate, salir a caminar por el Centro sin repetir bajito aquel estribillo que dice “Sos la patada que / me levanta / me levanta el alma”, fue una tarea muy complicada.

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